Nació en una familia de clase media, se formó en Harvard y se convirtió en magistrado con sólo 24 años. Este jueves, le dio el ultimátum de 24 horas al ex Presidente para que se entregara

El juez brasileño Sérgio Moro ordenó este jueves la captura del ex presidente Luiz Inácio Lula da SIlva, a quien le dio un plazo de 24 horas para presentarse y quedar detenido en la sede de la Policía Federal de Curitiba para cumplir su condena a 12 años y un mes de prisión.

La decisión fue tomada luego de que Moro recibiera un oficio del Tribunal Regional Federal 4 de Porto Alegre pidiendo la detención del ex mandatario al juez de Lava Jato.

Moro escribió en su fallo que “en atención a la dignidad del cargo que ocupó, le concedo (a Lula) la oportunidad para presentarse voluntariamente a la Policía Federal en Curitiba”.

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El magistrado, de 45 años, se convirtió de manera fugaz en una estrella de la vida política brasilera: primero puso contra las cuerdas al gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff y ahora acaba de asestar un golpe duro al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.

De ser un total desconocido a una figura política trascendental:

Inspirado en la operación "Manos Limpias", que acabó con una compleja red de corrupción política en Italia en los años 90, el juez federal Sergio Moro decidió emprender una lucha que por momentos ha enfrentado al poder judicial con el político y que ha dividido a la sociedad brasileña entre quienes le consideran un "héroe" y quienes le ven como un "populista" con intereses partidarios.

Moro condujo varias investigaciones importantes cuando, en 2014, asumió desde su juzgado de Curitiba la operación "Lava Jato", que cobró una dimensión inédita en Brasil y todo Latinoamérica.

Bautizada como "Lava Jato" (lavacoches) porque comenzó con un operativo en una estación de servicio utilizada para lavar dinero, la investigación despegó con la delación de Alberto Youssef, un cambista vinculado con el exdirector de Petrobras.

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El proceso destapó una monumental red que vació Petrobras -entonces la mayor empresa de América Latina-, y que salpica a dirigentes y partidos de todo el arco político y a algunos de los principales empresarios de Brasil.

Cuando Moro comenzó a investigar la trama, que ha desviado más de 4.000 millones de dólares según cálculos conservadores, era ya considerado un experto en la lucha contra el lavado de dinero.

Su primer gran caso, Banestado, terminó en 2003 con un centenar de acusados en la cárcel y la primera mención a Youssef, y dos años después colaboró con una magistrada del Supremo en un caso que golpeó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y probó sobornos a legisladores a cambio de apoyo a su Gobierno.

La divulgación de escuchas que le valieron críticas de varios sectores:

Como parte del "Lava Jato", Moro tuvo en la mira desde el inicio a Lula y no dudó en ordenar su detención para conducirlo a declarar a la fuerza ni en divulgar comprometidas conversaciones telefónicas privadas con la ahora ex presidenta Dilma Rousseff. Dos decisiones con un enorme impacto mediático pero también severamente criticadas desde sectores del Poder Judicial que lo acusaron de abusar de las prisiones preventivas.

En el audio divulgado por Moro se escuchaba a Rousseff decirle a Lula que le enviaría el acta de su designación ministerial para usar "en caso de necesidad", algo que sus críticos interpretaron como un intento de obstruir la justicia.

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La expresidenta acusó a Moro de actuar al margen de la Constitución al divulgar las escuchas: “Convulsionar a la sociedad brasileña en base a falsedades, métodos oscuros y prácticas criticables viola principios y garantías constitucionales y los derechos".

Ante tamaña acusación, Moro respondió sin poner colorado que una democracia "exige que los gobernados sepan lo que hacen los gobernantes" y que "había justa causa y autorización legal para la interceptación" telefónica.

Nacido en Maringá pero formado en Harvard:

El "juez estrella" de Brasil nació en Maringá, en el sureño estado de Paraná, en una familia de clase media, estudió derecho en su ciudad natal en la Universidad Provincial de Maringá y se especializó en el combate al lavado de dinero en un programa de Harvard.

Con solo 24 años se convirtió en juez y ahora compagina su trabajo en un juzgado de Curitiba con sus actividades como profesor de la Universidad Federal de Paraná.

Tiene dos hijos con Rosangela Wolff, su esposa y principal, creadora de la página "Eu Moro con ele" (un juego de palabras que significa yo vivo con él) para conseguir apoyo popular y acompañar al juez en sus horas más bajas.

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El "Lava Jato" proyectó la figura de Moro tanto en Brasil como en el exterior: Apareció en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista "Time" el pasado año y entre los 50 líderes con mayor influencia en el mundo de Fortune.

Muchos critican precisamente su exceso de protagonismo y su presunta proximidad con la actual cúpula del poder, que le ha reconocido con la medalla del Mérito Militar, avalada por el ministro de Defensa. "Aunque aparentemente no muestra inclinación por un partido, su actuación acaba teniendo un carácter político", admitía recientemente un antiguo colaborador del juez.

En México, durante una conferencia, sufrió un escrache:

Sergio Moro conferencia en México

Admirador, entre otros, de Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln, Moro sostiene que "el primer requisito para que el gobierno tenga éxito es la aplicación de la ley sin vacilación y la eliminación de la corrupción". "La exposición y el castigo de la corrupción pública es un honor para una nación, no una desgracia", resumió en una ocasión.

Este jueves su nombre volvió a trascender las fronteras de Brasil al exigir la detención de Lula y, fiel a su estilo, lo hizo con un mensaje histriónico: "En razón de la dignidad del cargo que ocupó, fue previamente preparada una sala reservada en la propia superintendencia de la Policía Federal para el inicio del cumplimiento de la pena, para que esté separado de otros presos, sin riesgo a la integridad física o moral”.

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