El power trío acaba de editar su tercer disco, y está a punto de presentarlo en su fecha más grande hasta el momento. Juan Pablo Fernández, su cantante y guitarrista, charló con DIARIO POPULAR sobre este último trabajo, su abordaje del rock, sobre el presente político y social del país y muchos otros temas, en un mano a mano exclusivo.

Acorazado Potemkin es, sin duda alguna, una de las bandas más poderosas e interesantes del rock argentino actual.

A semanas de haber editado su tercer álbum, el excelente “Labios del Río”, el power trío, que amenaza con erigirse como la nueva aplanadora del rock and roll, presentará este nuevo trabajo discográfico en Niceto, en su fecha más grande hasta el momento.

Juan Pablo Fernández, cantante y guitarrista del combo que completan Federico Ghazarossian (bajo) y Luciano “Lulo” Esaín (batería y coros), charló con DIARIO POPULAR en un mano a mano exclusivo.

A continuación, la entrevista completa:

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-Ustedes son una banda de Rock “con mayúscula”, como se definieron algunas veces, y todos sus discos son rockeros, pero “Labios del Río” me sonó más rockero aún. ¿Estás de acuerdo? ¿Fue una búsqueda consciente?

No sé... Sí tiene un sonido muy guitarrero, hay reamplificaciones de guitarra, distorsión en el bajo… Pero también hay mucho trabajo de sonido. Tiene otros vuelos y otros matices, que no responden tanto a lo que se piensa como rockero, como violines, flautas, las voces de Mariana Päraguay y de mi hermano Mariano, que ha tenido mucha participación en el tango y la música popular con Me Darás Mil Hijos… Desde que tocaba en Pequeña Orquesta Reincidentes siempre me pregunté qué es el rock. Porque hay muchas formas de hacer rock. Quizás esa sensación que tuviste al escuchar el disco fue un poco porque empezamos muy arriba con “El Rosarino”, que ya te pone en una clave, en un tono. No lo sé. A mí me gustan los temas rápidos y no renunció al costado físico que tiene el rock, que es algo que tiene que ver con la intensidad, con la dinámica del silencio y las capas de sonido. Cuando una banda es profunda la dimensión física es muy importante. Me parece que es intrínseco al rock. Y quizás también ayudó a esa sensación el hecho de que este disco lo grabamos con los equipos en la sala, como cuando tocamos en vivo.

-Con este disco, y más con sus shows en vivo, confirman que son uno de los power tríos más “power” de la actualidad. ¿Cuál es la clave?

Siempre fue nuestro deseo que cada uno tenga su propia personalidad musical, pero que al juntarnos no sólo nos complementemos sino que formemos otra cosa. Hay músicos que acompañan y hay músicos que proponen. A mí siempre me gustó tocar con músicos que proponen y que te desafían. Más siendo un trío. Tenemos que hablarnos todo el tiempo, torearnos, escucharnos, y los roles van rotando. Hay que ver qué instrumento manda en cada momento, quién sigue a quien… Todas esas cosas capaz no están decididas de antemano, pero sí están en la música al momento de tocarla. Está bueno que se note eso. No me imagino a Potemkin sin Lulo o sin Fede.

-Teniendo en cuenta este pulso rockero que los rige, pero también la variedad de matices con los que le gusta jugar, ¿sentís que hay algo que no entra en el universo de Acorazado Potemkin?

Mirá, si pudimos apropiarnos de una canción de Lila Downs… El tema es cómo te lo apropiás. Lo que no entran son las cosas muy de género, que terminan a veces siendo muy cliché. Antes hablábamos de que el disco te había parecido muy rockero y debatimos acerca de qué es el rock. Hay gente que me dice que tengo una forma muy tanguera para cantar, y yo lo tomo como un elogio, pero el tango también está lleno de cosas horribles y lugares comunes. Lo mismo que el rock, por supuesto. Hay boleros que te parten el corazón y otros que son una suma de lugares comunes. Como todo. Por eso, yo creo que hay que encontrar como un instante de verdad en el que nos podamos convocar los tres juntos y a partir de ahí apropiarnos de las cosas, ya sea de un tema de los Beatles, de Lila Downs, o mismo cuando alguno de nosotros trae un tema. Ya estamos grandes y nos ponemos nerviosos cuando le tenemos que mostrar un tema nuevo al compañero, porque ya hicimos muchos y ya descartamos muchos también. Hay ideas que ni se trabajan, porque ya están hechas. En el caso de este nuevo disco no quedó nada afuera, porque trabajamos para que todo lo que suena sea imprescindible.

Acorazado Potemkin El Rosarino

-Además de rockeros, siempre me sonaron también como una banda bien porteña, en gran parte por tu forma medio tanguera de cantar de la que hablabas antes. ¿Sentís que son un caso aparte o que existe algún tipo de “porteñitud” en la forma de hacer rock en Buenos Aires?

A mí me pasó de sentir eso la primera vez que escuche a Palo (Pandolfo). En mi adolescencia yo escuchaba o rock progresivo y sinfónico inglés, bandas como Genesis, King Crimson, Yes… Y si no escuchaba el pop rock nuevo que salía acá en esos años, como los discos solistas de Charly García, Soda Stéreo, Fito Páez... Pero cuando lo escuché a Palo me di cuenta de que tenía una energía y una forma de cantar y de decir más de acá. Después conecté mucho con Moris y Manal, a los que escuché de grande. Encontré como un hilo conductor ahí. Escuchar a Don Cornelio Y La Zona y a Sumo fue muy revelador. Para mí había algo, no sé si esa “porteñitud” que vos decís y sentís, o simplemente una visceralidad, una mugre… De todas formas, siempre le escapo a las etiquetas, por lo que decía antes. Es decir, lo rockero no es sinónimo de nada, lo tanguero tampoco, y lo porteño tampoco. A mí me encanta vivir en Buenos Aires, me siento re porteño y me encanta escribir acerca de la ciudad, de los amigos y de la gente que conozco de acá. Pero no me caso con eso. Alguna vez encontré una explicación, que es que a mí no me gusta la poesía muy académica ni muy florida, sino una más cercana al habla cotidiana. Entonces, si vos a la hora de escribir respetás el habla, los acentos y todo lo que tiene que ver con cómo hablamos, esas cosas me terminan emparentando con el cantar del que narra historias, como puede haber sido Javier Martínez o el mismo Palo. No es necesariamente en sí algo tanguero, porteño o urbano.

-¿Cómo ves la escena rockera actual?

Veo que desde hace ya bastante tiempo, quizás gracias a las redes sociales y a otros fenómenos, como los presupuestos de cultura de algunos municipios que permitieron que grupos que no tenemos una convocatoria, entre comillas, rentable, pudiéramos tocar en distintas ciudades del país, o como también los festivales, como el Festipulenta, los Festipez, la escena está mejor. Muchas bandas veníamos de tocar en el Zaguán Sur y lugares más chicos y pasamos a tocar en el Matienzo, en el Konex, Niceto… También creo que ya no existe esa necesidad de legitimidad del medio hegemónico, y empieza a aparecer como un camino donde una banda hace su desarrollo de obra sin sonar jamás en una radio. Eso quiere decir que estamos subiendo el piso nosotros. Después hay algunas bandas mainstream de nuestra generación, como Catupecu Machu, Estelares y Massacre, que han sabido adaptarse al medio, que no han renunciado a lo que eran y que, sin embargo, han logrado pasar a escenarios muy grandes, con una altísimo nivel de popularidad y una linda calidad de trabajo. Ahora, por otro lado, yo creo que el semillero está intacto. Uno puede quejarse de cierres de algunos boliches o de una política de no apoyo a los centros culturales, pero la calidad artística de las bandas under está intacta. Creo que ahora hay otro camino posible, sin necesidad de que te agarre el mainstream. Los Espíritus, por ejemplo, están haciendo un camino buenísimo y súper coherente e independiente, y cada vez con más propuesta. Tiene que ver con eso, con no esperar más con que alguien de afuera te diga “esto sí, esto no”. Y las redes sociales fueron un cambio para mejor. Ahora a un click de distancia llegás a un montón de gente, le mostrás tu flyer y no tenés que ir a volantear a los boliches a la madrugada… Por otro lado, para nosotros es muy bueno que se siga discutiendo sobre las condiciones de cómo tocar, y somos conscientes de que se puede hacer bien. No es necesario llenar de patovicas y de policía un lugar para que no pase nada. Al contrario. En el Matienzo, por ejemplo, hay convocatorias enormes y no hay patovicas. Está buenísimo que el rock se vaya renovando y que se discuta sobre cómo ser mejor y no comprar la lógica del reviente y esas cosas. Lo que nosotros reivindicamos del under no es la cosa de gueto, secreta y clandestina, sino el hecho de que ahí somos todos iguales. Ahí valemos todos lo mismo y tenemos que seducir al público con las mismas herramientas, que son salir a tocar y el laburo que le hayas puesto a tus canciones.

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-¿Creés que el rock sigue siendo rebelde? ¿Cambió el concepto de rebeldía?

Quizás las rebeldías son distintas ahora. Quizás (Maximiliano) Prietto pueda encarnar una forma distinta. Él tiene una espontaneidad, una prepotencia de trabajo y a la vez un mundo interior que no encaja con el prototipo Calamaro, y me parece que puede ser algo bueno para encarar una renovación y que los pibes más jóvenes vayan viendo eso. Una renovación desde un lugar de trabajo, composición y de curiosidad.

-Son una banda que suele tocar en actos y eventos por distintas causas; lo hicieron, por ejemplo, en reclamo de justicia por el crimen de Mariano Ferreyra y recientemente por la aparición con vida de Santiago Maldonado…

Tiene que ver con acompañar a distintos militantes en sus reclamos, y con ayudar a amplificar los reclamos de quienes puedan necesitarlo. El artista conecta con los recuerdos, con la parte emocional y sensorial de las personas, entonces a veces ayudamos a que eso ocurra y ayudamos a que salga más fuerte el vínculo entre algunas consignas, la militancia y los movimientos. Somos conscientes de que son los militantes los que ponen el cuerpo. A veces nos pagan un taxi y ellos se quedan en la fábrica y nosotros volvemos con la guitarra a casa calentitos. Pero ayudar con lo que hacemos nos gusta, y le da un nuevo sentido a lo que hacemos. Como a veces decimos, nos gusta que nos interrumpan la sala de ensayo, porque vivimos atravesados por situaciones que nos afectan, nos sensibilizan y nos desafían. De todos modos, tocar en el marco de distintos reclamos y consignas no creo que nos haga mejores músicos ni mejores poetas.

-Sus letras hablan de vivencias, de lo que ven y sienten a su alrededor. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo ves el presente y cómo los afectó a la hora de encarar “Labios del Río”?

Este disco fue atravesado por muchas sensaciones muy personales, y hemos sido permeables a eso. Nos hemos quedado sin trabajo. Tocamos para ayudar a algunos trabajadores despedidos y a nosotros también nos despedían… Nosotros no tenemos ninguna simpatía por las cosas que está haciendo este gobierno. Y lo vivimos con mucha preocupación, desde la desaparición de Santiago Maldonado hasta el hecho de que te pidan el documento en una estación de tren o en una plaza. El empoderamiento de las fuerzas de seguridad es notorio, como también cierto derecho al racismo de algunas personas que han salido del placard a reivindicar su necesidad de expresar su odio e intolerancia hacia el otro, hacia el pobre o el extranjero. Es un momento de mucha preocupación. Se ve mucho individualismo, algo que nosotros que vivimos el menemismo ya vivimos. Se está viendo esa cosa del “sálvese quien pueda” y de no mirar al costado. Capaz este sea un momento en el cual Potemkin logre una empatía desde esa mirada con otra gente. Y ojalá sea así, porque necesitamos siempre construir como un nosotros, de solidaridad y de caminos comunes.

El disco completo "Labios del Río"

Acorazado Potemkin - "Labios del río" (2017)

Acorazado Potemkin presenta en vivo "Labios del Río" el viernes 3 de noviembre en Niceto Club (Niceto Vega 5510, CABA).

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