L a esquina de la avenida Sáenz y Lynch invita a parar el camino. Una porción de pizza de cualquier tipo, una taza de café con o sin leche, una cerveza rubia o negra. La excusa puede ser juntarse con un amigo a hablar o sentarse a mirar cómo la noche toma las calles de Nueva Pompeya. Es una costumbre que no conoce el paso del tiempo y se resiste a querer dejarle su lugar a la vorágine. En la Pizzería Tropical hace cincuenta años que se repite el mismo rito barrial y el miércoles 20 de septiembre festejó su mitad de siglo con pizzas y empanadas para todos, más la exposición de un cuadro de los autores Guillermo Palazón y Daniel Gatica.
“Esta es la esquina de los amigos”, la define Alejandro Sánchez, el actual encargado, que hace 14 años trabaja en el local y dice que “nunca faltan las barras de amigos porque esta es la pizzería del barrio, la más querida”. Sobre la mesada desfilan cortes y la especialidad: la gran fugazzeta, el distintivo, lo tradicional y lo más pedido por todos.
A pesar del cambio de fisonomía que sufrieron esos lares del sur de la Ciudad de Buenos Aires con el cierre de fábricas, la merma de empleos, el crecimiento poblacional y hasta la incursión del Metrobus, Alejandro afirma que la clientela nunca dejó de ir a “La Tropical”, como la conocen.
Los cincuenta años reflejaron la unión de generaciones de una pizzería que nació como un despacho de porciones para aquellos trabajadores que salían de las industrias linderas en sus horarios de almuerzo y llenaban las veredas de Sáenz como hormigas en una caminata con retorno casi inmediato. El miércoles pasado hubo una gran reunión abierta en la que se entrecruzaron los recuerdos de esos primeros meses y las historias personales, al mismo tiempo que se tomaba un vaso de cerveza y la casa ofrecía sus pizzas y empanadas.
“Siempre va a haber un minuto para tomarse un café o comer un poco de pizza”, sostiene Guillermo Palazón, pintor del cuadro “Tropical, esquina del encuentro”, y vecino célebre por su arte que decora e inspira distintos espacios de importancia histórica en Pompeya.
La temática de la pintura de Palazón y Gatica, que lucirá eternamente en una de las paredes, es una muestra de lo que sucedió a lo largo del tiempo en esa intersección: la reunión de personajes del pasado y del presente unidos por la misma atracción de pasar un buen momento, alguna pareja que baila un tango, comensales que hacen su pedido sobre el primer mobiliario y un mozo que ofrece gentilmente el mejor servicio.