Guillermo Knoll reunió en un libro los mejores pasajes de la rica trayectoria del ex jugador. “Más allá de sus locuras, era un futbolista que jugaba en el aire y que eludía a cada rival que se le ponía adelante”, remarcó.

A comienzos de los ‘70, cuando Guillermo Knoll era adolescente y solía concurrir al estadio Ducó de Parque Patricios, hubo un personaje que lo cautivó. Era un ‘loco’ de los tantos que hubo en nuestro fútbol, se llamaba René Orlando Houseman y ya deslumbraba con la camiseta de Huracán. Con el paso del tiempo, ese hincha adolescente creció (también su pasión por el fútbol) y a pesar de que llegó a tener un trabajo estable y bien pago, relacionado con los números y la contabilidad, decidió dejar todo para cumplir con su vocación de estudiar Periodismo. Este mes, Knoll, quien además de periodista es docente en secundaria y terciaria, publicó su séptimo libro, ‘El fútbol es cosa de locos’ (Ediciones Tahiel), en claro homenaje a Houseman y a otros locos lindos del fútbol argentino.

El autor comenzó contando que ‘como amante del fútbol de ascenso, bah... del fútbol en general, a René Houseman yo ya lo había visto jugar en Defensores de Belgrano antes de que él llegara a Huracán. La verdad es que cuando César Luis Menotti lo trajo, mucha gente no creía en él. Pero la realidad es que más allá de sus locuras, era un futbolista que jugaba en el aire y que eludía a cada rival que se le ponía adelante. Anteriormente jugaba en cancha del ascenso llenas de pozos, y él se las ingeniaba para seguir adelante. En Huracán, le fue más sencillo todavía. Lo he visto mucho. Era un dribleador... un loco. Una vez me acuerdo que lo echaron contra All Boys. Fue en Parque Patricios. Ganaba Huracán 3 a 0, pero el marcador lo hizo calentar. Era un 3 que se llamaba Rossi, había pasado de Morón a All Boys. Lo calentó, reaccionó, lo expulsaron y Huracán, que ganaba 3 a 0 terminó empatando 3 a 3. Pero el Loco también era capaz de ganarte un partido él solito. Tenía una impronta increíble. Para mí, en la Selección, el mejor partido suyo fue contra Italia en el Mundial de 1974. Aunque ese día le pegaron mucho... le dieron para que tenga’. Y agregó: ‘Me decidí a escribirlo porque hace muchos años yo armaba equipos raros como el de los locos, el de apellidos con nombres de animales, el de jugadores muy altos... todo para la revista Solo Fútbol’. En el libro ‘El fútbol es cosa de locos’ el escritor expresa: ‘Hablar de Houseman es hablar de la locura en su estado natural, el puntero derecho que hacía de cada intervención una fiesta: flaco, divertido, imprevisible. Todo eso y mucho más en un solo envase pequeño’. Luego separa el capítulo entre ‘Los trabajos que tuvo’, ‘Los primeros pasos’ de René en el fútbol, ‘La villa, su lugar’, ‘Lo que opinaban los demás’ (‘Menotti decía que era una mezcla entre Garrincha y Maradona’ y ‘Babington lo señalaba como el jugador más talentoso de todos’, explica Knoll). Además hay anécdotas de la Selección y de Huracán. Por último, cuenta la historia de la mañana en que llegó ebrio a un partido frente a River en el estadio Ducó, jugado en 1976. ‘Houseman venía del cumpleaños de su hijo. No estaba en las mejor condiciones, pero lo ducharon, jugó e hizo un golazo’, dice.

El libro, que tiene prólogo del periodista Fernando Pacini, además cuenta con historias y datos estadísticos de La Volpe, Gatti, Bielsa, Corbatta, Coudet, Willington, Palermo, Doval, Loustau, Dalla Líbera, Carlos Enrique, Fioretto, Abreu, Salinas y más de cien ‘locos’ futbolistas.

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