El dato surge del informe de una ONG, que precisó que cometen delitos como reducción a la servidumbre, prostitución, trata de personas y abuso sexual, en oficinas temporarias, hoteles, centros culturales y templos.

Unas 120 bandas de captación de chicos menores de edad operan en la Argentina, con delitos que van desde reducción a la servidumbre, prostitución, trata de personas y abuso sexual, de acuerdo a un estudio realizado por la ONG Defendamos Buenos Aires.

Del informe surgen que las organizaciones delictivas utilizan como sedes oficinas temporarias, hoteles, centros culturales, templos evangélicos y otros ámbitos propicios para este tipo de delitos.

El último relevamiento de la entidad que conduce el abogado Especialista en Seguridad Javier Miglino relevó datos brindados por la Justicia Nacional de Instrucción con jurisdicción en la Ciudad de Buenos Aires y los tribunales de Lomas de Zamora, Quilmes, San Isidro, Morón y San Martín, "así como los hechos que se registran y la gente prefiere no denunciarlos, pero quedan reflejados en nuestro correo electrónico", precisó el letrado.

Miglino resaltó que "estas bandas de captación de menores que se dedican a delitos como la estafa, el robo, la reducción a servidumbre, prostitución, trata de personas, abuso sexual y violación".

El especialista precisó que estas organizaciones se valen de ganchos como "un ofrecimiento laboral que puede ser un empleo gastronómico con buena paga en la Ciudad de Buenos Aires o ‘presencias’ en boliches nocturnos, de la Ciudad de Buenos Aires o la Provincia".

"Hace unas horas, fue detenido Marcelo Corazza, acusado de integrar una organización dedicada a la explotación sexual y la corrupción de menores. Sin embargo, esta es solo una de las 120 bandas que de captación de menores que operan en la Argentina", alertó.

Sobre este punto, Miglino recordó un caso que afectó a tres chicas en Corrientes. "Un grupo de jóvenes de entre 16 y 17 años respondieron a un aviso en un hotel de su propia ciudad, donde los supuestos empleadores les ofrecían un sueldo de 360 mil pesos, más comisiones y premios, por hacer ‘presencias’ en boliches de Palermo, Recoleta y San Isidro; en la Provincia de Buenos Aires", comenzó el relato del episodio.

ADEMÁS: Quiénes son los otros imputados junto a Marcelo Corazza

Y aclaró: Una ‘presencia’, es simplemente aparecer en un boliche nocturno, vestidas de manera sugerente y bailar sobre un escenario para luego compartir unos tragos con clientes selectos en la zona Vip del local. En general es una actividad que corre al borde la prostitución, pero se considera lícita y no trae problemas ni para las chicas que llevan a cabo esa labor ni para sus empleadores".

"Sin embargo, en el caso de las chicas de Corrientes, la oferta venía de parte de una banda de captación de personas menores de edad con fines sexuales. Luego de los dimes y diretes propios de la oferta laboral, las chicas viajaron en micro a Buenos Aires, acompañadas de una captadora de nombre Susana", prosiguió el titular de Defendamos Buenos Aires.

Sobre este periplo, apuntó: "Llegadas a Retiro, las pasaron a buscar en una combi para llevarlas al domicilio donde vivirían, instalado en la localidad de Pacheco, Provincia de Buenos Aires. En el lugar había otras cuatro chicas menores de edad, de las provincias de Misiones, Formosa, Chaco y Jujuy".

"Pasaron los días y mientras jugaban a la Playstation para matar el tiempo, solo podían llamar a sus familias una vez por semana y la conversación era controlada por Susana. Los teléfonos celulares que habían traído, habían sido confiscados por la banda para evitar distracciones. De ese modo comenzó un proceso de ‘ablandamiento’, donde las chicas se aburrían porque las ofertas de presencias en boliches no llegaban y querían salir a alguna parte", destacó Miglino.

En tal aspecto, indicó: "Los especialistas de Defendamos Buenos Aires nos confían que la interferencia total con vínculos afectivos de una pareja, familiares, hijos o amigos, llevan a que las chicas solo confíen en sus compañeras de encierro y en su captadora porque poco a poco se va produciendo paulatinamente un estado de completa soledad, caldo fértil para la coerción".

"De a poco las chicas querían salir y Susana se ofreció a conseguirles un par de amigos para que las lleven a pasear por San Isidro y alrededores. Las salidas eran de índole sexual y el primer paso para la prostitución. La historia terminó con una denuncia anónima, un allanamiento y los seis responsables detenidos. Sin embargo es solo una de las 120 bandas que siguen operando", cuestionó el titular de la ONG.

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