Un informe al que accedió este diario marca que en el año 2013 unos 405 hijos perdieron a sus madres en el marco de asesinatos con características machistas (varones que matan porque consideran a la mujer de su propiedad).
María Eugenia Villafañe vivía en la ciudad cordobesa de Canals y tenía cinco hijos. El último, de 10 meses, fue producto de una relación con Walter Aragallo, un ex concejal que no reconocía al chiquito. La mujer solicitaba al progenitor una cuota alimentaria, pero se presume que el hombre en lugar de pagar optó por asesinarla. Aunque desapareció el 11 de diciembre, su cuerpo en estado de descomposición fue hallado este viernes al costado de una ruta.

Así, los hijos de la víctima pasaron a engrosar una lista infame con madres ultimadas en manos de femicidas, que en Argentina suma a ocho huérfanos cada semana. En las investigaciones sobre femicidios del Observatorio "Marisel Zambrano" de la asociación civil La Casa del Encuentro también se analizan los casos con víctimas que eran madres. Por ello, en el último informe anual con casos de todo 2013 se sabe que la cifra fue de 405 hijos que perdieron a sus madres en el marco de asesinatos con características machistas (varones que matan porque consideran a la mujer de su propiedad).

Horas antes de encontrar el cuerpo de María Eugenia en tierras cordobesas, una chica de 18 años, identificada como Micaela González, murió en un hospital de San Isidro luego de ser atacada a golpes en la cabeza con un ladrillo por su ex pareja, Brian Navarrete, con quien tenía una hija de 2 años. La víctima, que vivía en San Martín, había terminado la relación con el agresor meses atrás, luego de sufrir cuatro años de violencia extrema.

La chica tras separarse conoció a otro joven, resultando embarazada, pero no tuvo tiempo de vivir en plenitud. "El asesino éste luego de maltratarla durante cuatro años de pareja, esta vez decidió violentarla con más saña y la mató a ladrillazos. Luego de eso le siguió pegando en el piso hasta que las vecinas lo sacaron a piedrazos", contaron en el Facebook de la Organización Popular y Rebelde de Villa Hidalgo (Opr Fol).

Pero expresaron bastante más, directo a la médula del problema: "Una vez mas la violencia de género en nuestros barrios. Nuevamente el macho que se cree que es dueño de la mujer. Años de violencia en esta familia pobre donde ella no se animaba a denunciarlo pensando en su nena Giuliana de dos años, en no tener donde ir, en no tener como sostenerse económicamente. Una historia que se repite a diario. En el 2013 se registraron 295 femicidios en el país. ¿Cómo puede ser que cada 30 horas muera una mujer víctima de femicidio?".

Las hijas e hijos de las mujeres asesinadas no sólo pierden a su madre, sino que muchas veces deben enfrentar el trauma de seguir en contacto con los femicidas, mientras se encuentran detenidos (con visitas al penal) o bien compartiendo una misma vivienda cuando recuperan la libertad. Esto ocurre mientras se pide la modificación del Código Penal para que se prive de la patria potestad a los padres condenados por femicidio.

"Los niños y niñas víctimas del femicidio deben sobrevivir al horror, han sido víctimas de la violencia y testigos del asesinato de la propia madre. Han convivido con la violencia extrema, en muchos casos la han padecido físicamente, sexual y en todos los casos psicológicamente. Han estado en permanente situación de riesgo, en una alerta continua", se describe en los fundamentos del proyecto de ley presentado por La Casa del Encuentro ante el Congreso de la Nación.

También se afirma que "resulta estrictamente necesario establecer que el hombre que fuera condenado por el femicidio de la madre de sus hijos, quede automáticamente privado de todos los derechos que conlleva la patria potestad", agregando que "las niñas, niños y adolescentes son víctimas colaterales de este delito que deben ser protegidos por el estado y por sobre todo, ser considerados sujetos de derecho". Un caso paradigmático: el 6 de julio de 2013, en la localidad bonaerense de Pilar, Virginia Miguel (34) fue asesinada en un ataque con arma blanca perpetrado en el interior de su casa por su pareja Julio Herrera, que dos días antes la había desvanecido a golpes y mediante estrangulamiento. La mujer estaba embarazada y tenía ocho hijos. "La mató como a un chanchito", relató Rocío, una de las nenas de la víctima. Al igual que sus hermanos fue testigo directo de la aberrante situación con su madre gritando antes de ser degollada.

"Estas niñas y niños, necesitan recuperar su salud psíquica y en algunos casos física luego de todo el sufrimiento que han vivido a lo largo de sus vidas y sobre todo luego de perder a su madre. Si ha existido un femicidio, es evidente que el estado no ha intervenido como corresponde a fin de evitar esa muerte, por lo cual, al menos luego de ella ocurrida debe asegurar que las niñas y niños víctimas colaterales de ese delito puedan ejercer sus derechos reconocidos. Una vida libre de violencia es posible, para ello debemos implementar todas las herramientas que el Estado tiene en sus manos a fin de hacerlo realidad", se manifiesta en el proyecto de La Casa del Encuentro.


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