El femicidio de Anahí Benítez forma parte de un horror que se repite con lamentable frecuencia. Es que un total de 329 adolescentes de entre 16 y 21 años fueron víctimas de homicidios por violencia de género en los últimos nueve años en Argentina, a un promedio de uno cada 10 días, según un relevamiento de la asociación civil La Casa del Encuentro.
Los datos surgen de un recorte efectuado sobre la base del último informe realizado por el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, con el objetivo de poder evaluar aspectos particulares de esa franja etaria.
El 18 de enero de 2008, Daiana García apareció asesinada, con signos de golpes y estrangulamiento en Río Negro.Era una adolescente que estaba embarazada de siete meses.
El autor fue su novio, César Offidani, un muchacho que tras el femicidio se entregó a la policía. No le hizo falta explicar por qué decidió matar a la joven. Es que en el vientre de la víctima había escrito con birome: “Te gané Juan, me la llevé yo”. El mensaje estaba dirigido al ex de la chica, padre biológico de la criatura en proceso de gestación.
Este caso, paradigmático de la violencia machista en su máxima expresión contra mujeres adolescentes, fue uno de los primeros en ser analizados por el Observatorio de Femicidios.
En agosto de 2014, el aberrante homicidio de la adolescente Melina Romero tuvo enorme repercusión pública y reafirmó la vulnerabilidad en que se encuentran las chicas en ese rango de edad al enfrentarse a prácticas arraigadas en el varón.
Una vez hallado su cadáver, tras un mes de búsqueda, se conoció que la chica de 17 años fue golpeada brutalmente y, a través de la reconstrucción de su muerte, la sospecha central sostiene que fue sometida sexualmente de manera grupal y ultimada justamente por oponer resistencia.
“A mi hija le arrebataron la vida. Era una apasionada. Amaba los animales, y me había prometido terminar la secundaria y estudiar para ser médica veterinaria. Ayudaba a gente humilde juntando ropa o iba a hacerle compañía a viejitos solos. Trabajaba vendiendo productos cosméticos conmigo o películas en una feria. Escuchaba música romántica todo el tiempo y adoraba los jazmines. Quería ser madre, era su mayor sueño. Esa era la Melina real, un ser maravilloso. No la mataron por zorra, como dicen muchos. La asesinaron porque tuvo la valentía de decir que no cuando la quisieron violar y porque los asesinos sabían que ella los iba a denunciar. Estoy segura de eso”, dijo Ana María, madre de la adolescente.
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