Le apuntan a la esposa de imputado por el crimen de un arbolito

Si bien todavía no se ha fijado fecha para el debate, Marcela Silvia Neira, la mamá de Nicolás Silva, espera que “la investigación no termine solamente en Reyes, quien fue el que mató a mi hijo para robarle el dinero que llevaba luego de tenderle una trampa, ya que hubo gente que encubrió todo. Su mujer Brenda Rondón sabe mucho y no ha contado nada, a cualquier persona le resulta extraño que estés con un cadáver en tu casa y no sientas olor durante ese más de un mes que pasó desde la desaparición hasta que lo encontraron, porque ella decidió denunciarlo. Apenas estuvo unas horas demorada y después la largaron, como si nada tuviera que ver. Lo mismo hicieron con su suegro, Antonio Reyes, el padre del detenido, que pretenden sea el único que pague por este crimen que tiene claramente muchos cómplices”.

Si bien la madre de Nicolás Silva no se encuentra constituida en la causa como particular damnificada, ya que la denuncia fue radicada por la esposa y madre de los hijos de la víctima, conoce cada paso de la investigación que estuvo a cargo del fiscal José María Campagnoli y sobre los pasos que se dieron, más otros que se omitieron, tiene sus cuestionamientos. “Por las pruebas que hay queda claro que Brenda Rondón no estaba en su casa, aquella mañana del 4 de octubre de 2016, cuando Nico fue hasta ese edificio con los 70 mil pesos para hacer una transacción solicitada por Reyes y este lo atacó a puñaladas, para luego estrangularlo hasta matarlo. Yo tengo mis dudas que haya actuado solo y sobre todo para esconder el cuerpo en su propia casa, donde vivía con su familia. Todo lo que pasó en esos 40 días, hasta que después de una pelea que seguro fue por plata, ella decide denunciarlo, al supuestamente descubrir el cadáver adentro de un mueble en el lavadero”, afirmó.

Tras hacer hincapié en que “durante el tiempo de su desaparición se pretendió ensuciar a mi hijo, diciendo que era barrabrava o que andaba en cosas raras por ser “arbolito”, a partir de versiones que surgieron de los propios investigadores”. Marcela Neira manifestó que “hay muchos elementos para sospechar del encubrimiento, tanto del entorno familiar de Reyes, fundamentalmente de su pareja, como de otras personas. Tengo la sensación que cuando se haga el juicio, si el acusado cuenta la verdad, alguien más va a quedar involucrado, ya que estoy convencida de que no lo hizo solo, ya que por la contextura física de ambos, Nico se hubiese defendido”.

Sobre la decisión del fiscal Campagnoli, titular de la Fiscalía de Distrito de Núñez-Saavedra, que intervino ya que Silva vivía en esa zona y allí se radicó la denuncia por su desaparición, de no imputar a Brenda Rendón y Antonio Reyes (esposa y padre del único acusado) en la causa, la mujer sostuvo que “en apenas un día los tuvieron detenidos y enseguida quedaron desvinculados por falta de mérito, basándose en unas cartas que escribió Pablo Reyes cuando lo encontraron escondido en un hotel. Creyeron en sus relatos de que no sabían nada, que nunca sintieron olor, ni vieron nada raro, sin profundizar. Ella lo encubrió, todos son cómplices y por eso el juicio que se viene no será completo”.

Tal el requerimiento formulado ante el juez en lo Criminal y Correccional, Marcelo Conlazo Zavalía, se solicita que Pablo Reyes (de 36 años), sea juzgado por el delito de “homicidio criminis causa en concurso ideal con robo agravado por el uso de armas” y de ser hallado culpable le corresponde la pena de prisión perpetua.

El hecho ocurrió el 4 de octubre de 2016, cuando Nicolás Silva salió de la financiera en la que trabajaba, en Florida al 200 del microcentro porteño, con una suma de 70 mil pesos para dirigirse a la casa de Reyes, en el 4º A del edificio de Venezuela 1218, donde llegó a las 11.30. Según la reconstrucción de los investigadores, apenas ingresó la víctima (40) fue atacada para quitarle el dinero, recibiendo una puñalada en el abdomen, estrangulado con una correa de perro y asfixiado con una bolsa hasta provocarle su deceso. Luego su cuerpo fue “embalado” y colocado en el interior de un placard que fue “sellado” con clavos, hasta que el 13 de noviembre, la esposa del sindicado homicida, Brenda Rendón, encontró el cuerpo y denunció el hallazgo a la Policía, que tres días más tarde dio con el acusado, quien, por entonces, trabajaba como empleado de una empresa de seguridad y estaba destinado en la agencia de noticias Télam.