Un joven acordó un encuentro en su departamento a través de una app de citas gay pero intentaron drogarlo y luego ahorcarlo para robarle. Logró zafar y dar aviso a la Policía.

Estaba preparado para tener una cita pero algo no salió como lo esperaba y pudo acabar en un acto delictivo, aunque tuvo suerte y logró zafar. Es la historia de un joven que entabló vínculo con otro a través de la app Grindr, utilizada por hombres gays y bisexuales, y a quien lo invitó a pasar por su casa, en la calle Maipú al 300 en pleno microcentro porteño.

Faltaban apenas unos minutos para la 1 de la mañana del domingo 4 de septiembre y al bajar a abrir se percató que su contacto no estaba solo sino que había llegado con un amigo. A pesar de la sorpresa, los saludó a ambos con un beso y los invitó a subir sin saber que estaba liberándole el acceso a dos delincuentes.

Las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio muestran la escena aunque lógicamente no se sabe qué fue lo que sucedió en el interior del departamento. Según contó la víctima, de nombre Pablo y de profesión dramaturgo, les ofreció algo para beber pero fueron sus visitas quienes le propusieron que tomara algo en una botella que ellos habían llevado a lo que se opuso.

Momentos después, uno de los hombre lo distrajo y el otro se colocó unos guantes negros tras lo cual lo comenzaron a ahorcar con la finalidad de asfixiarlo y lo tiraron en la cama. "No sé de dónde saqué fuerzas pero le pegué un codazo a uno y una patada a otro y pude zafar", relató en diálogo con C5N.

Sin embargo, la puerta estaba cerrada con llave por lo que nuevamente fue interceptado por ambos sujetos, a los que volvió a reducir mordiendo a uno de ellos, tras lo cual logró salir y bajar hacia la puerta de calle con la intención de dejarlos encerrados en el edificio mientras buscaba ayuda pero sus llaves habían quedado arriba.

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Fueron minutos de tensión, según admitió, ya que no podía salir y tenía a sus atacantes a diez pisos de distancia mientras él gritaba para que alguien llamara a la Policía.

Cuando los efectivos policiales lograron acceder al edificio (gracias a que un vecino bajó y les abrió) requisaron a los malvivientes y revisaron también los cestos de residuos donde hallaron la botella que habían llevado y dos dosis de Clonazepam de 2,5 ml. Los hombres fueron detenidos y liberados el lunes, a pesar de que Pablo amplió su denuncia.

"¿Saben cómo me enteré que estaban libres? Porque yo fui a la comisaría para ampliar mi declaración y los vi en la esquina fumando un cigarrillo y uno de ellos me saludó", contó la víctima visiblemente angustiado.

La caratula del delito iba a ser "intento de robo" pero Pablo con su abogada intentará cambiarla vinculado a un delito de odio, en base a otros casos similares.

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