Hace exactamente un año, Cambiemos lograba el resultado que catapultaba a su candidato al balotaje. Una elección en la que la gran sorpresa la dio María Eugenia Vidal, arrebatándole al FpV la Provincia de Buenos Aires.

Se cumple hoy el primer aniversario de la elección que abrió el camino de Mauricio Macri a la Casa Rosada, como así también marcó la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires después de 24 años en el poder.

Hubo más: el 25 de octubre se eligieron gobernadores en once provincias, y en nueve de ellas hubo nuevos gobernadores. Fueron reelectos Lucía Corpacci en Catamarca, y el eterno Gildo Insfrán en Formosa. Solo un gobernador de los que buscaban la reelección perdió: Eduardo Fellner, en Jujuy, a manos del radical Gerardo Morales. Una de las grandes sorpresas de esa jornada.

La otra enorme sorpresa la constituyó, sin lugar a dudas, María Eugenia Vidal al alzarse con la victoria en la provincia de Buenos Aires, desbancando al Frente para la Victoria que postuló a Aníbal Fernández.

Fue para muchos la clave del triunfo de Cambiemos, razón por la cual le adjudican al entonces jefe de Gabinete buena parte de la responsabilidad de la derrota. En rigor, el peronismo le carga desde entonces -de manera reservada- la "culpa" a Cristina Fernández de Kirchner, por haber elegido a Aníbal. Si bien Fernández compitió en las PASO con Julián Domínguez, está claro que el electorado kirchnerista entendió de qué lado estaba el favoritismo presidencial.

En el plano presidencial, para Cambiemos, las cosas se dieron como lo habían planeado. Desde que promediando el año se diera una suerte de quiebre en las expectativas presidenciales y Sergio Massa quedara relegado al tercer lugar -luego de haber encabezado las encuestas en los primeros tiempos, cuando Macri precisamente marchaba tercero-, los cerebros electorales de Cambiemos especulaban con una elección en dos tiempos, en la que el 25 de octubre constituiría solo una primera escala para la consagración definitiva en el balotaje.

Hay que decir que al principio el plan era otro. Jugaban con una defección de Sergio Massa que dejara a Mauricio Macri y Daniel Scioli en un mano a mano ya en las PASO, que se convertiría en una suerte de primera vuelta. El 25 de octubre sería así la definitiva, a suerte y verdad.

Pero el líder del Frente Renovador sobrevivió a la adversidad de una campaña que se le hizo cuesta arriba y logró un resultado decoroso en las PASO -20%-, que lo habilitó para seguir con aspiraciones camino a octubre. Y lo cierto es que terminó haciéndole un favor a Cambiemos. Según se encargó de explicar el jefe de campaña, Marcos Peña -cuando le reprochaban no haber buscado un acuerdo electoral con el tigrense y su Frente Renovador-, de haber hecho eso hubieran sellado la suerte de Macri de manera adversa. Es que si el peronismo no kirchnerista no competía, o lo hacía absorbido de alguna manera por Cambiemos, la mayor parte del voto peronista hubiese ido para Daniel Scioli, consagrándolo en primera vuelta.


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No faltan quienes piensan que en caso de haber avanzado con el acuerdo que no fue, bien pudiera hoy haber sido Sergio Massa gobernador y Daniel Scioli presidente.

Lo cierto es que las PASO marcaron una división en tres tercios, con predominancia del candidato oficialista, y se arribó al 25 de octubre de 2015 con el claro objetivo opositor de que el gobernador bonaerense no lograra alcanzar una diferencia de diez puntos sobre el segundo que lo consagrara en primera vuelta. Y vale decir que no eran pocos los que en el peronismo especulaban seriamente con alcanzar ese objetivo, si bien las PASO no habían sido tan auspiciosas como esperaban.

Promediando el día del comicio, los números que manejaban en Cambiemos daban pie para el optimismo, y aseguraban allí que claramente el candidato Macri se aprestaba a quedar habilitado para competir en noviembre, en lo que en ese caso sería el primer balotaje de la historia política argentina. Claro que no era lo mismo que Scioli quedara a las puertas de ganar en primera vuelta, que terminara alejado.

Ya en las PASO el 36,69% obtenido por la fórmula Scioli-Zannini parecía exiguo, y lo cierto es que el resultado posterior fue verdaderamente frustrante. Si bien quedó para la posteridad el anuncio de un canal de noticias anunciando a viva voz a las 18 que Daniel Scioli era el nuevo presidente de los argentinos, y que Aníbal Fernández el gobernador bonaerense, Marcos Peña, Emilio Monzó y Jorge Macri, se presentaron minutos después de las 18 ante la prensa en el bunker de Cambiemos para dar cuenta del optimismo reinante en esa fuerza. "Vamos a ser prudentes con los números, pero sí queremos asegurar que habrá balotaje", señaló el hoy jefe de Gabinete. Monzó habló de una "muy buena elección nacional" y del crecimiento de Macri en Córdoba, Mendoza y la Capital Federal, al tiempo que Jorge Macri, jefe de campaña de Vidal, aseguraba que "estamos peleando voto a voto (en la provincia de Buenos Aires), absolutamente confiados de que podemos ganar la elección para gobernador. Hasta último momento va a ser imposible ver quién ganó".

Así, con el correr de los minutos fueron presentándose diversas figuras de Cambiemos ante la prensa delante de una pantalla donde figuraba el hashtag #Haybalotaje.

Tal fue la demora en la información de los datos, que todas las hipótesis se hicieron en base a los boca de urna. Y cuando finalmente Scioli salió a dar su discurso sin resultados definidos, quedó claro que hablaba pensando en una segunda vuelta. "Hace falta mucha experiencia y no experimentos riesgosos", señaló el entonces gobernador bonaerense.

Para cuando Mauricio Macri salió a celebrar, ya se sabía que el festejo era por partida doble. "Lo que sucedió hoy cambia la política del país", aseguró el hoy presidente cuando ya estaba escrutado el 80% de las mesas y figuraba segundo con una escasa diferencia.

Es que Daniel Scioli alcanzó un 37,08% de los votos, menos de un punto por encima de lo obtenido en las PASO, lo que hablaba de un techo difícil de perforar para él. Y Macri marcó un 34,15%, en tanto que Massa hizo otra performance decorosa, con 21,39 puntos.

A partir de ese resultado, quedó claro que se habían dado vuelta las expectativas y Macri pasaba a ser el favorito. Sobre todo teniendo en cuenta que María Eugenia Vidal había dado el campanazo al consagrarse gobernadora por un 39,42%, contra el 35,28 de Aníbal.

Un trago muy amargo para el peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, que no descartaba la posibilidad de perder la presidencia, pero en modo alguno imaginaba que se quedaría sin la provincia de Buenos Aires. Está claro que cuando nominó a Aníbal F., la entonces presidenta pensó en una alternativa segura cualquiera fuera el futuro presidente. Su último jefe de Gabinete sería el fiel de la balanza tanto para un Scioli con veleidades separatistas, como para un Macri amenazante.

Si bien en el entorno de Vidal aseguran que en los últimos días de campaña habían cobrado conciencia de las posibilidades reales de ganar, el grueso de Cambiemos lo tomó como una sorpresa. En las hipótesis de ese sector pensaban a futuro, en 2019. Tras la buena elección que descontaban, imaginaban a Vidal haciendo crecer su imagen probablemente al frente del Ministerio de Desarrollo Social de Macri, y una candidatura a diputada en 2017, para buscar la gobernación dos años después. Pero los tiempos se adelantaron drásticamente y Mauricio Macri debe agradecerlo eternamente. Pues cuál sería su estabilidad como presidente si en lugar de tener hoy al frente de la gobernación bonaerense a la política más ponderada del país y su más fiel colaboradora, estuviera en cambio Aníbal Fernández, rodeado de kirchneristas, pensando en 2019, o decidido a adelantar los tiempos...

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