"Unidad", el grito que viajó desde el norte, el centro y el sur del país, para desembocar en la
Madre Plaza en forma de
Marcha Federal. Trabajadores, estudiantes, dirigentes sociales, pequeños y medianos empresarios, cooperativistas y adherentes sin filiación se hicieron escuchar en la puerta de la
Casa Rosada, o hasta el punto en el que la valla que divide la
"civilización" de la "barbarie" se los permitió.
Juan José, Nahuel, Carolina, Darío, Juan y Luis se movilizaron con preocupaciones diversas y desde todos los puntos del país. El lema de la convocatoria nacional
"contra el tarifazo, los despidos y el ajuste" sintetiza las realidades de los que llegaron a la Plaza de Mayo.
Acá, cuatro historias de las miles que invadieron la Plaza Embed
Juan José, empresario del centro del país acorralado por el tarifazo
Juan José Sisca es presidente de la
Delegación Rosario y secretario a nivel nacional de la
Asamblea de Pequeños Y Medianos Empresarios –APYME-. Su pyme, una metalúrgica santafesina, corre riesgo de ser
víctima de los tarifazos energéticos, de la apertura de importaciones y de la baja del consumo.
"
El tarifazo fue el detonante, la mecha. En provincias como la mía la tarifa era de las más altas del país. Con la quita del subsidio, las pequeñas industrias se hacen inviables.
Es un empujón más al desbarranco", dice el dirigente a
DIARIO POPULAR, en la esquina de
Belgrano y Lima, donde espera a sus compañeros para conducirlos al micro que los devolverá a sus pagos sin escalas.
Sí, es industrial y marcha. Marcha con –y por- los empleados que integran su empresa y con otros miles que temen perder sus puestos. Las pymes generan el
70 por ciento de los puestos de trabajo en la
Argentina y aún se mantienen con el colchón generado en épocas de bonanza. Pero la cuerda no aguanta mucho más. "Si no se le busca una solución política a la situación actual,
no va a haber otra que cerrar", lamenta. Es simple: sin consumo, no hay ventas; sin ventas, no hay producción; sin producción, no hay pyme; y sin pyme, no hay empleo.
Sisca decidió ir a
Plaza de Mayo y no buscar una
"alternativa creativa", como recomendaron dirigentes de la gestión macrista cuando las pymes plantearon sus problemas al Gobierno. ¿Por qué? Porque "
cuando una pyme no puede pagar, se funde junto a sus trabajadores". Él elige, y no precisamente el cambio.
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Juan, un chubutense "ajustado"
El miércoles 31, a las 15, Juan se sumó en
Trelew a la caravana que lo dejaría,
45 horas después, en la Plaza de Mayo.
"Soy obrero independiente", advierte. A pesar de la pechera que viste de la CTA, Juan no milita en ningún partido político y no está afiliado a ningún organismo sindical. "Soy obrero y cerraron muchas empresas constructoras.
Si se para la construcción, se para todo. Por eso estoy acá", murmura en un tono complicado de comprender por los bombos que lo escoltan.
"La gente se está dando cuenta de lo que está haciendo el Gobierno", eso le da tranquilidad y le arranca una sonrisa. La inflación patagónica le pisa los talones, como a otros millones de argentinos, y el ajuste del
Estado Nacional cortó gran parte de las obras en las que Juan conseguía trabajo con asiduidad.
Lleva 40 años de obrero. A los 60, se alegra de haber visto una
Marcha Federal invadida de pibes y se convence de que ahora
"ellos tienen que tomar la posta". Él, que camina por la 9 de Julio a 1353 kilómetros de su casa, va a estar para enseñar cómo es la lucha de todos los días.
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Carolina y Nahuel, la juventud desempleada llega desde Cuyo
Carolina y Nahuel participan en la radio de la CTA y pertenecen a la juventud sindical, pero
no tienen trabajo. El periplo hasta
Buenos Aires de
1056 kilómetros arrancó el jueves a la tarde, desde el
Cerro de la Gloria, en plena cordillera mendocina. Allí,
Hugo Yasky participó del acto local, que culminaría con la partida de
10 micros y combis hasta la Plaza de Mayo. Ahora, casi 24 horas después, el dúo descansa en la puerta de un bar sobre la calle
Moreno y espera que el resto del grupo salga del baño prestado para enfilar otra vez hacia la multitud.
Carolina es docente en formación y el
"Ítem Aula" la dejó en la calle. El gobernador de
Mendoza y aliado del oficialismo nacional,
Alfredo Cornejo, lanzó el "revolucionario" plan, que prevé que los maestros cobren su salario completo
sólo si asisten a clase todos los días. No importan las enfermedades o licencias reglamentadas que los funcionarios puedan aducir.
Sin licencias de sus pares con mayor antigüedad, Carolina tiene que finalizar su carrera cuanto antes para tener esperanzas de ingresar al mercado laboral. "Antes, la mayoría de las compañeras que llegaban al cuarto año de la carrera ya tenían trabajo.
Ahora, ninguna ha podido conseguir", cuenta. "Por lo que vemos, se va a implementar en todo el país.
Mendoza ha sido una especie de experimento", denuncia Nahuel.
"Por comercio que solicita algún trabajador, se presentan cinco currículums.
Está muy difícil conseguir laburo allá", agrega el pibe desocupado desde que lo llamaron por última vez para una changa en seguridad, un par de meses atrás.
No le importa el mal momento, Nahuel confía en que la Marcha Federal va despabilar al oficialismo de turno.
"Venimos convencidos de que algo se va a poder hacer. Imagino que el Gobierno nos dará bola, que solucione lo de las tarifas y la inflación.
Ojalá que funcione y llegue a fin de ciclo, pero
con el hambre del pueblo no se jode", sentencia.
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Luis, militante de la Tupac
Luis Segovia tiene 36 años. La travesía desde
Jujuy demandó más de 24 horas e incluyó paradas en
Tucumán y Córdoba. Pertenece al sector de la sociedad de los que
"menos tienen", como lo definió él a este medio, y no se le borra la sonrisa de la cara. Agradece la
"jornada de lucha histórica" que vivió hasta hace unos minutos. Es que para los suyos el tarifazo, los despidos y el ajuste son una preocupación, pero no es lo único motivo que los trajo
a 1773 kilómetros de La Quiaca.
A los 23, cuando recién
Néstor Kirchner asumía la
Presidencia de la Nación, la vida le puso el primer palo en la rueda:
ser padre desempleado. Su situación cambió cuando la
Organización Barrial Tupac Amaru lo recibió sin pedirle nada a cambio: Luis abrió un merendero y al tiempo logró, a través de la cooperativa de la organización,
construir su vivienda, la que aún paga "todos los meses".
Sí, que le puedan "aumentar la cuota" de su casa, como ya le alertaron, lo inquieta. Pero hay un reclamo que no lo deja dormir y le cierra la garganta cuando lo menciona:
la libertad de Milagro Sala. "Necesitamos de este apoyo popular.
Nuestra líder, nuestra madre, está privada de su libertad ilegalmente. Ese es un plus para venir y no guardarse nada con los compañeros. Fue un golpe muy grande", comenta Luis mientras traga saliva.
Cuando ya la noche y el frío copan la Ciudad, Luis deja un mensaje antes de subirse al doble piso estacionado en la 9 de Julio: "Las cosas que hicimos
se ven, se sienten, se tocan. Nosotros exigimos trabajo. Nada más.
Tenemos que estar unidos".
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