Un día antes de que se cumplieran 11 años exactos de su detención, Reynaldo Benito Antonio Bignone, el último dictador de la historia argentina, murió a los 90 años en el Hospital Militar, donde había sido internado el martes por una fractura de cadera y fémur. Cumplía de manera domiciliaria una condena a prisión perpetua.
Aquel 8 de marzo de 2007, el ex militar quedaba alojado en el instituto carcelario de Campo de Mayo por los delitos de “privación ilegal de la libertad y homicidios”, por acciones represivas cometidas en la zona norte del conurbano bonaerense durante la última dictadura militar. La orden la había dado el juez federal Alberto Suares Araujo.
En 1984 había sido el primer militar encarcelado (por desapariciones y asesinato de soldados), pero luego liberado por la Ley de Obediencia Debida, así como también años más tarde sería indultado por el entonces presidente Carlos Menem.
Con varias condenas sobre el lomo por delitos de lesa humanidad, Bignone fue el decimotercer presidente de facto y estuvo en el poder entre el 1º de julio de 1982 -reemplazó a Leopoldo Galtieri tras la guerra de Malvinas- y el 10 de diciembre de 1983, día en que le entregó el bastón a Raúl Alfonsín, el "padre" de la democracia.
Durante su paso por la Casa Rosada, había ordenado la destrucción de toda la documentación sobre detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar y también es recordado por firmar la ley de autoamnistía que redimía de responsabilidad penal por violaciones a los derechos humanos a los miembros de las Fuerzas Armadas.
La condena a prisión perpetua fue por crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1977 en el Colegio Militar de la Nación contra conscriptos del servicio militar obligatorio. También había sido condenado a 20 años en el marco de la causa que investigaba los delitos cometidos en el llamado "Plan Cóndor".
El genocida, partícipe del golpe que derrocó a María Estela Martínez de Perón, había afrontado otra causa en la que se lo acusaba por apología del delito, por haber firmado una carta en una página de Internet en la cual instaba a la juventud a concluir “lo que nosotros no supimos ni pudimos terminar”.
En marzo de 2004, cuando se cumplían 28 años del golpe de Estado de 1976, el entonces presidente Néstor Kirchner vio en el Colegio Militar de la Nación cómo el general Roberto Bendini retiraba el cuadro de Bignone, uno de los actos más simbólicos del anterior gobierno en la lucha por los derechos humanos.
El propio Kirchner declaró en 2007 la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida sancionadas en 1986 y 1987, así como los indultos concedidos por Menem. Ese año Bignone quedó detenido.
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