De los Siete Samuráis de la versión del 20 de octubre de 2010, persisten sólo dos en la versión de marzo de 2017: hoy, Mauricio, La Doctora, María Eugenia, Sergio, Carrió, Florencio y Horacio.

De los Siete Samuráis de la versión del 20 de octubre de 2010, persisten sólo dos en la versión de marzo de 2017: Mauricio Macri y La Doctora.

Entonces el Primer Samurai era Néstor Kirchner, El Furia. Pero una semana después, el 27, el Samurai cometería el desatino de morirse.

Los restantes cuatro Samuráis eran Daniel Scioli, Ricardo Alfonsín, Cleto Cobos y Eduardo Duhalde.

En la presente versión a Mauricio y La Doctora lo acompañan, en el siguiente orden, la señora María Eugenia Vidal, Sergio Massa, la señora Elisa Carrió.

Cierran la privilegiada lista Florencio Randazzo y Horacio Rodríguez Larreta.

1. - Mauricio Macri

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Presidente del Tercer Gobierno Radical, a 15 meses del mandato Mauricio exhibe la crueldad de sus obstáculos principales.

Aluden a la historia de su familia, que inspira deliciosas interpretaciones psicoanalíticas de cuarta categoría.

Por arrastrar "el karma del apellido" y encarar en simultáneo una cruzada por la transparencia (Oximoron ejemplar).

Los porrazos del Primer Samurai fueron magistrales. Por los papeles off shore de Panamá. Por las derivaciones brasileñas del soterramiento. Por el novelón para Netflix del Correo. Estigmas que clavaron fallas feroces en materia de comunicación y de praxis. Fueron complementadas por la tontería de Avianca, una negociación que ni siquiera contiene delito. Revela otra muestra patética de la destreza para activar la orfandad del rey desnudo.

Desde hace dos semanas el fragilizado Samurai se siente desguarnecido. Desprotegido, casi entregado. A merced de cualquier fiscal, o simple indagador que se disponga al infantilismo de cargárselo.

Mantiene la estampa altiva del buen producto de exportación. Que no se evapora, aunque desperdicie los mensajes de Estado con la insustancialidad de los slogans. Por ejemplo ante el parlamento español.

“Pobreza cero” (mejor el silencio). “Argentina sin narcotráfico” (voluntarismo irrisorio). “Unión de los argentinos” (mientras dialogan sus funcionarios entre ellos).

Cuenta a su favor con el efecto comparativo. La sobre explotada patología del pasado. Cuenta con la persistencia del mundo destartalado, donde los países importantes tienen problemas más graves que los de la Argentina auto-referencial, “que se pone de pié”. Y cuenta con la invalorable complacencia del periodismo que pretende convencer, a la sociedad, que los malos pretenden derrocarlo.

Desbordado, sin gente a su alrededor que le resuelva las dificultades. De todos modos, por la magnitud de la decadencia, en el horizonte no se encuentra a nadie que pueda disputarle el rol de Primer Samurai.

2.- La Doctora

Como Segundo Samurai, La Doctora acapara la centralidad en plena adversidad.

Obstaculizada por la historia, como Mauricio, el oponente recíprocamente preferido.

El dilema familiar de La Doctora dista de representarlo un padre con circunstancias enriquecedoras. Lo representa, en cambio, el marido muerto.

Es quien no supo componerle, antes de partir, los entuertos catastróficos que la obligarían a desfilar por los Tribunales. Con el riesgo previsible para su libertad ambulatoria.

El objetivo de apresar a La Doctora moviliza al periodismo patrullero que se entusiasma con transcripciones y alcahueterías. Y moviliza a la política misericordiosa, inspirada exclusivamente en la denuncia, que desde La Ley de Enfiteusis empobrece el debate político en la Argentina. Ampliaremos.

Sin tener un liderazgo persuasivo, sin contar con el atributo de la conducción, La Doctora es el elemento con mayor peso específico de la oposición. Y es la garantía paradójica, en simultáneo, de que la contestación es estratégicamente insuficiente para destronar al TGR.

Es aquí donde, pese a la ceguera vengativa del Grupo Clarín, a Mauricio le conviene una Doctora con capacidad ambulatoria. Sin alojarla en Ezeiza por las cuestiones contablemente berretas de la hotelería.

3.- María Eugenia Vidal

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Habituada al ascenso sistemático y permanente, La Chica de Flores (de Girondo) se topó con el empecinamiento obsesivo de la docencia.

Drama que intentó fundir, equivocadamente, en la figura opulenta del señor Baradel, sindicalista que supo palpar las nalgas de varios gobernadores.

Cuesta admitir que el gobierno que hizo un culto del arrepentimiento y del retroceso, de pronto sea tan implacable con las monedas de los maestros.

Con el rostro angelical y la firmeza del Búfalo, la gobernadora Vidal superó, hasta aquí, las marcas del mejor sciolismo. De cuando a Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, no le entraba una bala de teflón.

Con cautivante dulzura, La Chica de Flores es el Tercer Samurai. Y si la insustancialidad del TGR no se desbarranca, emerge como la candidata más sustentable para la sucesión.

Lo pasó al cuarto, con su refinamiento espiritual, al político rústico que la formó, y que hoy atiende el Maxi-Quiosco del Artificio Autónomo. Horacio Rodríguez Larreta, de quien fuera su asistente.

Aparte relegó, hacia donde se juntan las paralelas, a Marcos Peña, El Pibe de Oro, encargado de pasarlo regularmente en limpio a Mauricio. Como un correcto vocero. Es donde mejor se destaca.

La gobernadora Vidal consolida su estampa de abnegada luchadora contra las mafias. Y de anuladora selectiva de las “cajas”, que solían exprimir la provincia con pecados ocultos que todos conocían.

Por suerte, al cierre del despacho aun nadie quiere indagar en los detalles de la muerte repentina del subcomisario Jurado, un policía infartado a los 41 años, en una cárcel. Jurado se encontraba detenido por una enigmática cuestión de sobres.

También es una suerte que se desconozca qué (y sobre todo cuánto) se le robó al colaborador de extrema confianza. Cuando “le hicieron la casa”, como al mini-gobernador de La Plata.

Nunca el ministro Ritondo supo explicar, según las fuentes, por qué razón los voceros anónimos de los asaltantes instalan que se llevaron una mayor densidad moral que lo públicamente denunciado.

4.- Sergio Massa

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Sin obstáculos históricos ni familiares, Sergio, el Titular de La Franja de Massa, suele convertirse en la propia traba que entorpece explícitamente sus virtudes que abundan.

El más joven de los Siete Samuráis no acierta, según nuestras fuentes, en la búsqueda del relato.

Supone identificar sus adeptos entre “la ancha avenida del medio”, que por otra parte no existe.

Aspira a recibir apoyos de los “desencantados del macrismo”, aunque quizás tendría que captarlos con red, y con resultados más auspiciosos, entre las turbulencias del peronismo sin jefe, que lo contiene. Su identidad.

Pero Massa, en sus tanteos y vacilaciones, enfrenta el peligro de diluirse. Si no resuelve su contradicción prioritaria.

Trasciende que los peronistas, en general, no son buchones. Al contrario.

Y es lícito que los peronistas no apoyen, por ejemplo, a La Doctora, que se desgasta con su Frepaso Tardío. E incluso es probable que hasta la detesten. Pero es casi utópico suponer que un peronista cultural pueda apoyar a alguien que se propone apresarla.

Es la clave nada secreta de la alianza con la respetable señora Margarita Stolbizer. Aunque el rédito sea, al cierre del despacho, aún un misterio. Para ambos.

5.- Elisa Carrió

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La figura más relevante de la derecha, la señora Carrió, La Demoledora, mantiene la actitud hegemónica de quien está acostumbrada a conducir, así sea hacia los desmoronamientos.

Entre otros, hoy Carrió lo conduce, y lo acota, a Mauricio, Primer Samurai que le teme.

A propósito de Carrió, aquí se convive con el doble o triple discurso. Siente Mauricio solidaria gratitud por sus servicios, y al mismo tiempo, según nuestras fuentes, confidencialmente expresa el reservado hartazgo. Tal vez para justificarse ante determinados interlocutores.

El Primer Samurai se muestra como el tiempista que aguarda el momento propicio para desembarazarse de quien tanto le brindó. Chapa de transparencia.

Con Carrió no basta con un llamado telefónico de Marquitos o de Quintana, Luz de mis Ojos. Y con una posterior caminata en Cumelén, Olivos o Exaltación de la Cruz.

Sin embargo Carrió le depara a Mauricio conflictos afectivos. Insolubles, como con su amigo Daniel Angelici, Tano Bostero. O que le imponga litigios institucionales con Ricardo Lorenzetti, El Cardenal, presidente de la Suprema Corte.

Pero donde Carrió superó las fronteras del agravio fue con Jorge Macri, El Primo (que era) Pobre.

Aquí es donde Carrió se va de pista y se vuelve víctima de la sobreactuación. No solo lo deja desairado al Presidente. Lo hace quedar, desde la periferia, como un gil.

Residencia en el laberinto

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Para el Sexto y Séptimo Samurai se debió recurrir a la invariable arbitrariedad. Perfectamente podía figurar la denunciadora señora Stolbizer, el citado Peña, o Ernesto Sanz, Eterna Esperanza Blanca, incluso Sir Martín Lousteau, Personaje de Wilde. O en menor medida, y aunque esté cuestionada por sufrir el asalto menos casual, la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde. O el ascendente Facundo Manes, Cisura de Rolando, reclamado desde la provincia y la capital.

Pero arbitrariamente se opta, como Samurai 6, por Florencio Randazzo, El Loco.

A medida que calla, Randazzo crece en intensidad política. Abre otra necesaria ventanilla en el peronismo y florecen los intereses entrecruzados. Contradictorios. Legítimos. Algunos están surcados por la sospecha. Por el fenómeno de favorecer, con su eventual salida, al macrismo.

Es aquí donde se lo condena a Randazzo a la residencia en el laberinto.

En materia judicial, según nuestras fuentes, El Loco está tranquilo. No teme al acoso de las causas armadas por la compra de los mecanos chinos. Causas que duermen con placidez, a la espera del despertar atronador.

Persiste el riesgo, según nuestras fuentes, que comiencen a moverlas. Si es que El Loco lanza su campaña.

O a lo mejor ocurre a la inversa. Que amenacen con moverlas, proporcionarles difusión en primeras planas y noticieros. Si es que El Loco decide no lanzarse.

Cierra la lista el Séptimo Samurai. Horacio Rodríguez Larreta.

El Geniol mantiene la obsesión de clausurarle el paso a Sir Martín Lousteau. Para otro despacho.

Mientras tanto, a su pesar, crece la aureola de Geniol como probable salvador del TGR. Sobre todo para continuar con sus ambiciones sucesorias.

Entonces se extiende el proyecto de hacerlo abandonar el nutritivo caudal del Maxi-Quiosco, la verdadera “caja madre”. Para comandar, con su inagotable capacidad de trabajo, la administración nacional, que está sobrecargada de mesas de discusión pero mantiene trabado el delirante mecanismo de toma de decisiones. Para brindarle a Mauricio, sin brillo pero con esfuerzo, la protección por la que el Samurai desguarnecido, en el fondo, suplica.

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