En su quinta edición, las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) presentan aspectos que las diferencian de las anteriores: una extrema polarización y la disputa cabeza a cabeza en la provincia de Buenos Aires. Alrededor de estos factores juegan tres incógnitas: las chances de las terceras fórmulas, la posibilidad de corte de boleta y el nivel de participación.
El hecho distintivo de éstas PASO comparadas con las del 2015 es que hay un mayor nivel de polarización. La mayoría de los sondeos de opinión, aún los más conservadores de ellos, están señalando un piso entre las dos primeras fuerzas de un 75% de los votos, algunos lo dan hasta alcanzando el 80%, superior al 68% registrado en ese entonces por el FpV y Cambiemos. Las fórmulas Macri-Pichetto y Fernández-Fernández han tenido éxito en polarizar la elección. Hace cuatro años Massa-de la Sota obtenían 20% de los votos en las PASO y el 21% en octubre; hoy ninguna de las fuerzas, que no sean las mayoritarias, estaría llegando al 10% de la intención. Según los analistas, además de las virtudes que cada fuerza tiene o se supone que tiene en esta elección, como la del 2015, tendrá una gran incidencia el voto negativo: el voto anti Macri o voto anti Cristina.
Las distintas encuestas señalan un virtual empate entre María Eugenia Vidal y Axel Kicillof. Lo que desempataría la situación en favor de uno otro, está vinculado con el nivel de corte de boleta, por lo que el interrogante pasa por ver si el corte va a estar más cerca del promedio histórico que fue de tres puntos o más cerca de la excepción del 2015, cuando el corte casi llegó a los siete puntos. Al no haber segunda vuelta en el distrito electoral más grande del país, la polarización y por consiguiente el llamado "voto útil", juegan con más intensidad.
Las encuestas indican que para ganar en provincia de Buenos Aires Vidal va a necesitar un corte de boleta tan grande o quizás un poco mayor que el 6,5% que hubo en 2015. Esto equivale a decir que sus chances dependen del alineamiento de los intendentes y del nivel de "traición" que pueda llegar a haber respecto de la boleta de Kicillof. Esa situación no es nueva y ya se vio en 2015, en las elecciones de 2009 y 2013.
Aquí parece haber menos incertidumbre ya que se trata de un distrito donde el oficialismo está muy afianzado e incluso la figura de Mauricio Macri es donde mejor ha resistido los peores momentos que se vieron a partir de la crisis devaluatoria de abril del año pasado. El interrogante, en lo que refiere a Horacio Rodríguez Larreta, es saber si se impone en primera vuelta o en segunda.
Es importante observar la cantidad de votantes de las PASO. Recordemos que, en 2015, en octubre votaron 2,7 millones de personas más que en agosto y, en esa oportunidad, Cambiemos se había llevado el 60% de esos nuevos votantes. No es lo mismo una diferencia de cuatro puntos, supongamos entre 38 y 34, que entre 42 y 38, porque naturalmente en el segundo caso se está mucho más cerca del límite de los 45 que es el que eximiría la posibilidad de un balotaje".
Las PASO pueden funcionar como una eventual primera vuelta, y de alguna manera llevar a reflexionar a los votantes de terceras fuerzas o de aquellas fuerzas que no superen las PASO, a considerar que el voto útil lo tengan que ejercitar quizás en el propio octubre ante una elección que se presenta binaria y muy plantada alrededor de las dos alternativas principales. La fórmula Lavagna-Urtubey aparece con porcentajes que oscilan entre 4% y 13% y algo similar sucede con Espert-Rosales, va del 4% al 7,5%. Ambos superan al voto de izquierda. Para la estrategia de la Casa Rosada, es mejor que en esta etapa la fórmula K tenga cierta ventaja, para motivar el voto de quienes piensan no votar en las PASO, que está mejor predispuesto por Cambiemos.
Esta elección se da en momentos de tensión económica pero no de derrumbe y eso constituye una novedad con relación a otros comicios (1989 y 2001). Si gana el gobierno no peronista, que sería el primero en terminar su mandato, obviamente también sería el primero en ser reelecto. Si gana el peronismo, sería la primera vez que lo hace sin que el partido que está en el gobierno se encuentre en una situación comprometida en términos institucionales o de la propia duración del mandato.
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