Confiado se lo ve al oficialismo desde que el cierre de listas confirmó el escenario que sorprendentemente se fue armando. Porque una serie de circunstancias enhebraron un panorama que ni el más optimista de Cambiemos hubiera imaginado hace algunos meses.
Más de uno dirá que no ve lugar para la esperanza con una economía que se resiste a repuntar, pero el desahogo lo brinda el contexto político en el que se presentará la oposición en estas elecciones. Porque todo el mundo dudó hasta el final que Cristina Kirchner y Florencio Randazzo terminaran compitiendo, y lo hicieran por separado. E incluso el último día no se descartaba que el ex ministro del Interior y Sergio Massa terminaran arreglando un acuerdo que pusiera en jaque al gobierno.
Nada de eso sucedió y Cambiemos tendrá ante sí un peronismo divido en tres, a pedir de boca para todo oficialismo.
Pero está la economía... que no repunta, a pesar de que esta semana por fin comenzaron a alinearse una serie de resultados positivos. La industria, por ejemplo, que registró en mayo un aumento del 2,7%, el primero después de quince meses. También la construcción, que con la obra pública como locomotora registró un alza del 10,3% en el mismo mes y ese rubro sí acumula una mejoría sostenida en lo que va del año: 5,1% en este caso.
Los datos tampoco son para descorchar champán. En el caso de la construcción, la comparación es contra la nada misma, pues la primera parte del año pasado con el que se está comparando el actual, esa actividad estaba en su peor momento, luego del fuerte parate por la revisión de contratos que debió hacer el gobierno tras el cambio de gestión, y una anterior administración que había dejado de hacer licitaciones mucho antes de irse. Con todo, en épocas de vacas flacas, cualquier dato positivo despierta sonrisas y los de esta semana dieron pie al optimismo que intentaron transmitir los especialistas económicos que el viernes tuvieron su espacio durante el cónclave de candidatos de Cambiemos.
Ese fue el ámbito donde los encargados de defender los colores del gobierno en todo el país escucharon la arenga de funcionarios y jefes partidarios con vistas a las elecciones. A ellos les bajaron línea en una jornada que terminó en la residencia presidencial, con una cena informal junto al primer mandatario. Previamente les habían garantizado que una derrota electoral “es muy poco probable”. El optimismo es clave para una elección, pero el exceso de confianza puede ser peligroso, sobre todo en tiempos en que los encuestadores acumulan más errores que aciertos.
Poco después del cierre de listas se conoció una encuesta de Analogías que le asigna una clara ventaja a Cristina Kirchner, pero la cercanía de esa consultora al gobierno anterior despierta dudas sobre sus resultados. Sobre el final de la semana se conoció otro sondeo, en este caso de Query Argentina, la consultora que armó Gustavo Marangoni tras dejar la función pública, a la que en el ambiente consideran creíble. Allí se verifica un virtual “empate técnico” entre Unidad Ciudadana (34,8%) y Cambiemos (34,3%), con Sergio Massa y su 1País tercero, con 15,6%. Florencio Randazzo suma solo 4,6%, acechado por la izquierda de Pitrola y Del Caño, con 3,3%.
El informe muestra que Unidad Ciudadana saca ventaja en el Gran Buenos Aires, donde la relación con Cambiemos es de 38 a 31%; en el resto de la Provincia el orden se invierte, y ahí el oficialismo se estira al 41%, con el kirchnerismo bajando al 27.
De este puñado de datos surgen detalles que pueden cimentar las esperanzas de uno y otro sector. En el caso del oficialismo hay un elemento contundente, que es que sus candidatos no son conocidos, cosa que puede revertir en el transcurso de la campaña, con lo cual el actual podría ser el piso de sus expectativas. El kirchnerismo puede esgrimir en cambio que es el gobierno el que va en baja, pues los porcentajes de esa misma encuestadora se invertían en mayo, con Cambiemos adelante con 33,5% y Cristina 33,1. Otro elemento a tener en cuenta es que estas encuestas son telefónicas y los votantes de la ex presidenta tienen menos acceso a teléfonos de línea, lo que hablaría de un universo mayor al que no acceden los encuestadores, que podría hacer subir ese porcentaje.
El factor Randazzo es otro elemento a tener en consideración. Según estos números, el ex ministro estaría arrancando de muy abajo, registrando incluso un porcentaje menor al de cuando aún no era candidato (sumaba 5,1% en mayo). Tomando estos datos como piso, todo lo que pueda subir en el marco de la campaña se lo estaría quitando a la ex presidenta, y esa es la posibilidad que ilusiona a Cambiemos, que especula con que Cristina se hunda por debajo del 30%. Del mismo modo, el voto de Massa podría crecer a expensas de Cambiemos.
En todo caso, si bien el gobierno y los K plantean un juego intenso de polarización, a ambos les conviene mantener vivo al elemento más afín a su rival. El caso del ex ministro del Interior y Transporte es seguido con marcada atención, pues una erosión intensa podría dejarlo a la vera del camino; sino antes de agosto, para después de las PASO, si le va muy mal en esas primarias. Por ahora, ha logrado sortear el momento clave del cierre de listas sin las bajas de intendentes que se daban por descontadas, aunque las mismas siguen siendo una posibilidad cierta. Hablamos de los jefes comunales de Hurlingham y San Martín, por los que dicen que hasta el gobierno provincial se interesó y alentó para que siguieran donde están.
Del encuentro del viernes último surgió la certeza de que una de las consignas del oficialismo será “no confrontar”. Ya tienen suficiente con plantear la polarización con “el pasado”; hay quienes sugieren que un resultado inquietante en las PASO, que mostrara a la ex presidenta muy cerca de Cambiemos, o primera, llevaría a votantes de Massa a inclinarse por el oficialismo. De ahí a que no le convenga al gobierno polarizar también con el massismo.
Está claro que la estrategia de la oposición pasa por hacer hincapié en la economía, al punto de haber puesto en los primeros lugares a economistas. El massismo se inclinó por Matías Tombolini en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que el discurso de Sergio Massa hace especial hincapié en el tema de los precios. Está claro que es lo que el cristinismo más quiere exacerbar, sin reconocer efecto alguno de sus doce años de gestión, y para eso puso como primera candidata en la provincia a Fernanda Vallejos, que se estrelló en el primer día de campaña no oficial al salir en defensa de Amado Boudou, al que hace años que ni la ex presidenta ya nombra. Le valió a la joven economista durísimas reprimendas y que la sacaran de circulación, aunque cuando reaparezca ya no podrá librarse de que le pregunten en cada oportunidad por qué piensa que “la corrupción es un invento de los medios”. Para entonces la están preparando convenientemente, y si no hay caso, solo la expondrán ante los medios amigos.
El grueso de la campaña quedará sobre los hombros de Cristina Kirchner, que ya probó esta semana en salir a castigar a María Eugenia Vidal. Lo hizo también Randazzo, y no le fue bien. El oficialismo se frota las manos esperando esos mandobles. Tiene datos de que en algunas zonas muy kirchneristas, la gobernadora tiene una imagen similar a la de la ex presidenta. Por eso las figuras opositoras prefieren “pegarle” al Presidente.
El gobierno mostró la línea de su campaña con el armado de sus listas: no lleva economistas. En el primer lugar para diputados puso a Graciela Ocaña para hablar de corrupción; también tiene a Lilita Carrió -“todoterreno”-; o incluso Gladys González, segunda de Esteban Bullrich. El todavía ministro de Educación abordará ese tema clave, y para despejar precisamente ese panorama, el gobierno bonaerense mejoró la oferta salarial que se espera los gremios docentes acepten esta semana. “Toty” Flores, segundo en la lista bonaerense, está para darle un tinte social a la campaña, como la antítesis de los piqueteros; y el tercero de la lista, Guillermo Montenegro, para hablar de la seguridad, cosa que conoce bastante.
No hablará de economía el gobierno, que espera que de una vez los resultados hablen por sí solos. Sí hablará de corrupción, y no rehuirá el debate de la inseguridad. Madre de todos los males en esa materia, nada mejor que exhibir como lucha contra el narcotráfico el inédito operativo registrado en la villa 1-11-14. La semana siguiente de otro hecho igual de sorprendente como el desmantelamento de parte de La Salada. Y el despeje incruento de piqueteros ene la 9 de Julio. Son los gestos que el gobierno considera que le suman, en una campaña en la que tiene el handicap de la gestión, que le asiste como activo más valioso.