Fue presentado por la Universidad Nacional de Quilmes y ya está listo para prestar servicios a la sociedad. Lo llevan adelante Jimena Prieto y Carolina Martínez.
La Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) presentó el primer acuario argentino certificado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y ya está listo para prestar servicios a la sociedad. Quienes lo llevan adelante son Jimena Prieto y Carolina Martínez, quienes utilizan las bondades del pez cebra, un ejemplar originario del sudeste asiático, que se mueve en agua dulce y cálida, y sirve como modelo para determinar, por ejemplo, la toxicidad de nuevos fármacos y de sustancias de la industria cosmética y alimenticia.
"A partir de ahora, ANMAT nos avala para poder realizar servicios a empresas con una calidad certificada. Tenemos el primer acuario en el país que cuenta con este aval", dijo Prieto. Según su testimonio, desde el acuario (inaugurado en agosto de 2024) realizarán ensayos que les permitirán a dichas empresas aprobar sus productos en el organismo con mayor facilidad.
"Las evaluaciones de toxicidad se suelen realizar en ratas y ratones. Sin embargo, a nivel mundial, se buscan alternativas para reducir el uso de mamíferos. Zebratox es una plataforma para estudios toxicológicos en el modelo alternativo de pez cebra", señaló la científica. En 2010, gracias a la financiación del Conicet y la UNQ, Prieto viajó a España para formarse en el uso del modelo de pez cebra. A su regreso, implementó un acuario en la UNQ gracias a un convenio de cooperación científica con el Instituto Leloir. Ese primer acuario fue la semilla del espacio inaugurado de manera reciente y que recibió la bendición de ANMAT.
"El ensayo principal que avaló ANMAT se llama OECD236 o FET, por sus siglas en inglés Fish Embryo acute Toxicity", contó, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de Quilmes, Martínez. En estos experimentos se determina la toxicidad aguda de diferentes sustancias mediante la utilización de embriones de pez cebra. En concreto, se los pone en contacto con los compuestos que traen las empresas y se cuantifican aquellos efectos que llevan a la muerte del embrión. "En el acuario también realizamos ensayos más allá del FET, como la determinación de parámetros subletales", continuó. Esto implica ver efectos que, si bien no llevan a la muerte, podrían tener consecuencias para la salud a largo plazo.
Martínez describió que en el ámbito internacional se busca conseguir un estándar que se conoce como las 3R: Reemplazar (aplicar métodos que eviten o sustituyan el uso de animales), Reducir (utilizar menos cantidad de animales en los ensayos) y Refinar (mejorar el bienestar animal). En este sentido, el modelo de pez cebra resulta ideal frente a los roedores.
Lograr la certificación no fue tarea fácil, ya que las científicas tuvieron que hacer adecuaciones en los espacios. "El personal tiene que tener un lugar para ingresar y cambiarse de ropa. Además, hay registros de vacunación", explicó Prieto. "Para mantener la certificación, el acuario está sujeto a auditorías del organismo, donde se controlan todas estas cosas", amplió su compañera. Para la certificación fue fundamental también el aporte de Valeria Segatori, investigadora del Centro de Oncología Molecular y Traslacional de la UNQ.
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