Demolieron la famosa Casona Bagley en Bernal

La histórica casa estaba en la intersección de las calles Zapiola y Dorrego, frente a la Parroquia del colegio Don Bosco y desde hace un largo tiempo se coqueteaba con una posible demolición para avanzar en un futuro proyecto inmobiliario. Cabe destacar que el espacio es muy amplio y tiene más de 50 metros de frente, de ambos lados de la esquina.

Es por eso que sus dueños decidieron avanzar en esa idea, ya que el costo del mantenimiento era muy grande y no recibieron en ningún momento ayuda estatal.

Sin embargo, la comuna quilmeña y la Junta de Estudios Históricos de Quilmes querían impedir que se tirara abajo y declararla Patrimonio Histórico de la ciudad, algo que finalmente no lograron. Por eso mismo, al no prosperar la idea, se siguió adelante.

La casona fue construida en 1864 por Melville Bagley, quien fue uno de los primeros pobladores de Bernal y que le dio nombre a la famosa empresa de galletitas.

Tras mudarse, una vez levantados los cimientos, se dio cuenta de que sus árboles de naranja que había traído desde Estados Unidos, daban una fruta amarga, que tenía poderes curativos en las personas, sobre todo a la hora de hacer la digestión, además de ser una especie de licor sano. A la sustancia la llamó Hesperidina y se solía tomar con soda.

A raíz de ello, fue la primera marca patentada de la Argentina, en 1876.

Quien compró luego el predio fue Alfredo De Marchi, hermano del Barón De Marchi, nieto del caudillo Facundo Quiroga. El nuevo dueño era ingeniero y había recibido su educación en Suiza, ya que su padre fue el primer cónsul argentino fuera del país.

Allí, se casó con la hija de quien fue dos veces Presidente de la Nación, Julio Argentino Roca. De hecho, quienes la visitaron confesaron que en las barandas de la escalera, estaban las iniciales grabadas del mandatario y confiesan que la ha visitado en múltiples ocasiones.

Recientemente, en la década del '50, en la finca vivió el artista plástico Héctor Viola y el histórico guitarrista bernalense Julio Urruty, quien se crió en dicho hogar. En esas épocas, en las cenas que se organizaban para decenas de personas, una noche asistió Atahualpa Yupanqui, que sentado en el borde de la reconocida fuente dio un concierto privado.

La casona quedó en manos de Pedro Viola y Rosa De Lorenzo quienes la obtuvieron a través de una subasta.