Marcha para pedir justicia por un homicidio

Un nutrido grupo de personas, encabezados por la viuda y las hijas de Bulas, cortaron el tránsito, ayer en horas de la tarde, en la esquina de la avenida Mosconi y Coronel Lynch, y luego marcharon con antorchas por las calles de Bernal Oeste para exigir justicia y señalar que al margen de las sospechas sobre la existencia de un entregador “entre la gente” del barrio, además de hacer hincapié en que “los dían han pasado y no tuvimos novedades. Sentimos que todo está estancando y tenemos miedo que esto quede en la nada. Por eso, salimos a protestar y lo vamos a seguir haciendo si no tenemos respuestas concretas”.

“Queremos que la investigación avance, pero todas las cosas que los policías hicieron mal en un primer momento retrasaron todo. El jefe de calle de la comisaría 7ma. de Quilmes nos dijo que iba a hacer pericias con las comunicaciones, pero nada de eso figura en el expediente y si bien después lo desplazaron, pasó casi un mes sin detenidos, ni sospechosos”, señaló Romina Bulas, hija del jubilado de 70 años, asesinado durante el asalto a su domicilio, en diálogo con DIARIO POPULAR.

Cabe recordar que el pasado 23 de junio, dos sujetos tocaron el timbre de la vivienda del hombre, para supuestamente consultarlo sobre el alquiler de una habitación lindante al domicilio. Una vez que abrió la puerta, lo empujaron, lo golpearon y exigieron que entregara el dinero, en relación a una suma que recientemente había cobrado y que ya había invertido. Como no tenía ese monto, al que los ladrones tenían el dato que poseía, se suscitó el trágico final, cuando Hugo Bulas fue ejecutado de un tiro en el pecho y si bien sobrevivió, falleció a poco de ingresar al Hospital Isidoro Iriarte.

Tras el homicidio, los sujetos escaparon en el Chevrolet Agil de color gris, con el que habìan dado vueltas por el barrio, preguntando a los vecinos sobre donde quedaba la casa de la víctima, en un dato que es indicativo de contar con el “dato” para concretar el robo. Desde entonces, ni el auto, ni los asesinos pudieron ser localizados, como garantía de impunidad.