Fidel Vega, volante central con clase que milita en Viejobueno, dejó en claro su pasión por el fútbol. Además, como padre del reconocido futbolista, Adrián Giampietri, contó el orgullo que le produce su hijo.
Con 53 años, a Fidel Vega se le pueden observar algunas de las virtudes que los hinchas de Quilmes supieron apreciarle a su hijo. Es que el papá de Adrián Giampietri, que alguna vez militó en las inferiores de Argentino de Quilmes, hoy se desempeña en Viejobueno, equipo que participa en la categoría para Superveteranos del Campeonato de Organización Don Bosco.
Al referirse a su visión sobre el fútbol, el experimentado volante central aclaró que "yo voy de cinco, pero me gusta más jugar que marcar". "La pelota es como la mujer, hay que tratarla bien siempre", resumió acerca de su pensamiento futbolístico.
En tanto, valoró este deporte como "el más lindo que hay". Y profundizó ese sentimiento al expresar: "Pienso que al que le gusta el fútbol tiene la idea de jugar toda la vida. Si fuera por mí, me moriría adentro de una cancha".
A la vez, explicó que, a esta edad, jugar de manera amateur también le funciona como un cable a tierra de las obligaciones: "Yo laburo y si no vengo acá, me encierro en casa y me vuelvo loco. Prefiero estar acá que no me pongo mal y puedo distraerme"
No obstante, Vega indicó que hoy no está dentro de una cancha. "Me tengo que operar de un riñón porque tengo cálculos y hace dos meses dejé de jugar porque termino muy dolorido. Igualmente, fuera de esto, tuve la suerte de no tener nunca una lesión complicada", precisó.
De todos modos, dicha afección no impide que siga disfrutando del torneo de los sábados: "A veces me quedo a mirar porque siempre me encuentro con amigos y me cuesta irme, porque me engancho con uno u otro. Son gente con la que jugué a favor o en contra en algún lado. Es lo lindo del potrero, que dejás buenos amigos y compañeros".
Padre orgulloso
Como papá del talentoso Adrián Giampietri, el enganche que despuntó en Quilmes, Ferro, Belgrano y Badajoz de España, entre otros, no ocultó la satisfacción que le brindan los logros que conquistó su hijo. "La gente me habla de que es un monstruo, aunque lástima que le faltaron otras cosas. Lo importante es que llegó, jugó donde quiso y siempre le fue bien", señaló.
Asimismo, destacó el sentimiento del Máquina por el Cervecero, que es recíproco con los simpatizantes: "En Quilmes lo quieren. Va a la cancha, a los entrenamientos, a los partidos. Siempre fue así y se hace querer porque se hizo desde las inferiores y, si fuera por él, estaría jugando ahora, y gratis. Porque por el club deja todo".
En lo personal, el mediocampista central, contó que no tuvo la chance de manera profesional por falta de disciplina. "Estaba en el Mate, pero no llegué a jugar porque era medio vago y no me gustaba entrenarme. Allá estuve con (Oscar) Toledo, que jugaba de wing derecho y metía muchos goles, y Cachi Castillo, que raspaba como loco, entre otros tantos", concluyó.
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