La salud mental tiene que ser una prioridad, no puede separarse de la salud física. Se trata de un todo integral y, además, la salud general de la población guarda relación con la capacidad de desarrollo que tiene una sociedad.

Muchos de nosotros, seguramente, sentimos cansancio, falta de motivación, falta de concentración, preocupación, incertidumbre. Esto se encuentra dentro de las respuestas esperables dada la situación excepcional que estamos atravesando. Cuando cambian nuestras vidas –sea por la pandemia en sí misma o por las medidas para hacerle frente- se transforma nuestra relación con el entorno y, por lo tanto, se afecta nuestro ánimo.

En un estudio realizado por Fundación INECO, a los setenta y dos días promedio del inicio de la cuarentena, se observó que la fatiga mental era el factor más importante para explicar sentimientos de ansiedad y síntomas de depresión de las personas. No hacer las cosas que hacemos siempre y hacer aquellas que habitualmente no hacemos requieren de un gran esfuerzo. Es importante evitar que esto tenga consecuencias que se extiendan en el largo plazo y se tornen crónicas. Además, este agotamiento puede llevarnos a abandonar las conductas de cuidado.

Las ciencias del comportamiento pueden ayudar a alinear las recomendaciones de epidemiólogos y sanitaristas con las conductas que nos ayudan a sobrellevar esto de la mejor manera posible. Una investigación reciente explica que tomar mejores decisiones respecto de nuestra salud depende de poder medir con precisión los costos y beneficios de cada acción, para uno y para los demás. Y las emociones juegan un rol muy importante en nuestra percepción del riesgo. Por ejemplo, cuando estamos experimentando una emoción negativa, tendemos a concentrarnos en la información negativa al momento de tomar una decisión. Si la sensación generalizada es de miedo, ansiedad o incertidumbre es más probable que las personas se focalicen en los datos negativos para tomar sus decisiones. Además, la percepción de amenazas hace que las personas se vuelvan más intolerantes y punitivas con los grupos sociales con quienes no se identifican, aumentando los prejuicios y la discriminación.

La salud mental no puede separarse de la salud física. Se trata de un todo integral y, además, la salud general de la población guarda relación con la capacidad de desarrollo que tiene una sociedad. Por eso, su cuidado debe ser tenido en cuenta en todos los niveles de toma de decisiones.

Necesitamos cuidar la salud mental para poder continuar con nuestras vidas, y, como comunidad, poder reimaginar el país post pandemia y llevar adelante esa gran tarea. La inversión en salud mental y desarrollo cognitivo será clave para la recuperación y la resiliencia social post COVID19. Tenemos que estar fuertes para pensar y hacer la Argentina del día después.

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