Según un reciente estudio científico, la diferencia de los videojuegos que jugaron las generaciones explicarían las mentes de los nacidos en esos años.
La discusión sobre cómo piensan las distintas generaciones suele girar en torno a factores culturales, el uso de redes sociales o los cambios en los sistemas educativos. Sin embargo, un reciente estudio científico habría revelado otra razón: la diferencia de los videojuegos con los que cada generación se formó en su niñez y juventud.
Especialistas en neurociencia sostienen que los juegos de los años 90 y los 2000 no solo difieren en su estética o nivel de complejidad, sino que podrían haber influido de manera distinta en el desarrollo de determinadas habilidades cognitivas.
El debate se potenció luego de que se viralizara un análisis que contrapone clásicos como Tetris o The Legend of Zelda con propuestas actuales como Fortnite y Roblox.
Aunque muchas aseveraciones se apoyan más en interpretaciones que en conclusiones científicas cerradas, sí existen estudios que respaldan varios elementos de esta discusión.
En los años 90 predominaban los juegos con desafíos lineales, aprendizaje por repetición y un alto nivel de tolerancia a la frustración. Los jugadores debían reconocer patrones sin asistencia, sin guardado automático y con recursos limitados, como las clásicas tres vidas.
Incluso se ha comprobado que videojuegos tridimensionales como Super Mario 64 podían incrementar la materia gris en el hipocampo tras semanas de práctica regular, lo que sugiere que ciertos títulos estimulaban a los jóvenes áreas cerebrales vinculadas con la memoria espacial.
La mayoría de los videojuegos modernos incorporan asistencia constante: brújulas, marcadores, misiones con rutas predefinidas o guías permanentes. Esto reduce la necesidad de desarrollar navegación autónoma o exploración libre.
Además, muchos títulos actuales priorizan la estimulación continua, con partidas rápidas, sistemas de recompensas frecuentes, loot boxes, skins y actualizaciones permanentes.
Mientras que los niños de los 90 crecieron con desafíos más lineales y menos estímulos externos, la Generación Z lo hizo rodeada de inmediatez, recompensas aceleradas y dinámicas de juego diseñadas para mantener la atención de forma constante.
De esta manera, se puede explicar la fortaleza mental de los niños de los años 90' y la sensibilidad de los 2000'. Por otro lado, la ansiedad por recompensas constantes de ésta última generación. Los videojuegos marcaron la mente y personalidad de las personas.