Entre el Pilcomayo, el Paraguay y el Bermejo, la ciudad lindante con el país guaraní convoca tanto a los amantes de la pesca, la fauna y la flora en general, como a quienes deseen recorrer un lugar más que pintoresco. Historias de ancestros y lugareños son también tentación para oídos curiosos y aventureros.

Surubíes, manduvíes, corvinas, dorados, pacúes, el paraíso del pescador parecería encontrarse en el extremo norte, donde se juntan las aguas del río Pilcomayo con las del río Paraguay, es decir, justo en la esquina noreste de Formosa.

Justo allí, también está la ciudad de Clorinda, uno de los mayores receptores turísticos de la provincia; y el magnífico Parque Nacional Pilcomayo, al límite con la República del Paraguay, que con sus 47.754 hectáreas resalta entre los humedales de importancia internacional.

Ambos ríos, y también, más al sur, el Bermejo, son reservorios de peces gigantes donde la práctica del deporte del pique se ve favorecido por la tranquilidad y el silencio característicos de esta zona fronteriza.

En las aguas formoseñas, la captura de ejemplares de enormes dimensiones, preferidos por la exquisitez de sus carnes, exceden ampliamente todas las exigencias del pescador con paladar gourmet.

También es un atractivo magnético para delegaciones de aficionados que llegan a sus costas, en cualquier época del año y provenientes de toda Sudamérica, en busca de codiciadas especies de valor deportivo.

Las zonas recomendadas se encuentran en el río Paraguay y sus afluentes -Dalmacia, Herradura, Colonia Aquino, arroyo Ramírez, boca del Río Bermejo, Villa Emilia y boca del riacho Pilagá- donde cada pescador puede extraer un máximo de diez piezas diarias, aunque esto puede variar según la especie y la temporada.

Se requiere además una licencia deportiva que es otorgada por la Dirección de Fauna provincial.

Dinámica por su condición de ciudad fronteriza, Clorinda, fundada en 1912 y hoy con 52.000 habitantes, se caracteriza por sus paisajes verdes y sus aguas más que propicias para la práctica de la pesca deportiva, que la bordean por el norte y por el este. Proyectada y fundada en un lugar estratégico, posee el acceso más pintoresco hacia el vecino Paraguay, lo que la convierte cada octubre en sede de la Fiesta de la Frontera.

Se encuentra comunicada con Asunción, distante 24 kilómetros, por el puente internacional San Ignacio de Loyola, sobre el río Pilcomayo; y también se conecta con la ciudad paraguaya de Nanawa, antiguamente Puerto Elsa, a través de otros dos puentes.

Ideal para los apasionados por la cultura, la naturaleza y las actividades náuticas, Clorinda brinda a los turistas la satisfacción de encontrar sin reservas lo que venían buscando.

El Museo Artesanal Qomp-Toba es una visita imperdible: allí los aborígenes producen y exhiben sus artesanías, revelando sus técnicas y haciendo partícipes de sus tradiciones a los visitantes.

Con la misma seducción, Clorinda expone frente a los turistas sus bellezas naturales: bosques, ríos, lagunas y las más diversas especies faunísticas, son el espacio perfecto para disfrutar de emocionantes safaris fotográficos y avistajes de exóticos ejemplares.

Influenciada por las tradiciones y costumbres de las colonias inmigrantes que residen en ella, y por el contacto directo con el estilo de vida de su vecina Asunción, Clorinda aparece en la cima de Argentina como un reservorio de diversidad cultural que sorprenderá ampliamente a todo aquel que pise su suelo, merece su descubrimiento.

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