El mexicano tocó durante casi dos horas, interactuó con el público aunque no logró mantener el ritmo de otras ediciones

A pesar de que en el estadio GEBA el cielo estuvo nublado, el Sol de México brilló durante la noche. Al menos así lo vivieron las fanáticas de Luis Miguel, quien brindó este viernes el primero de sus dos recitales previstos en Buenos Aires.

Después del temor de muchos de que el cantante suspendiera sus show como hizo en su país, el intérprete demostró su profesionalismo sobre el escenario y cantó durante casi dos horas ante un auditorio prácticamente lleno que saltó, coreó y bailó todo su repertorio.

A diferencia de años anteriores, durante el recital se lo pudo ver de buen humor, bailando, y con una mayor interacción con el público. De hecho, en reiteradas ocasiones agradeció y saludó a las espectadoras, que deliraron cada vez que lo escuchaban hablar.

Pero si bien su voz mantiene la calidad de antaño, con sus variaciones tonales que tanto lo caracterizan, no es el Luis Miguel de ediciones pasadas. Entró tarde a la mayoría de los temas y sólo entonó fragmentos de las canciones, ya que le dejaba mucho margen a los coros de la gente.

De hecho, algo que caracterizó a este show fue que lejos de esas épocas de esplendor en donde interpretaba su repertorio sin casi hacer pausas, en esta ocasión, las interrupciones sucedían de manera habitual entre canción y canción y podían durar más de un minuto, momento en el cual las luces volvían a prenderse y aparecía nuevamente en escena.

Quizás por resabios de la rinofaringitis aguda que lo aquejó hace algunos días, se lo pudo ver tosiendo en algunas oportunidades, aunque con la profesionalidad que lo caracteriza, sin afectar en ningún momento su voz.

Luis Miguel 27-11 II

Para todos los gustos

El concierto comenzó 21:45, quince minutos después de lo que estaba pautado, con "Qué nivel de mujer". Le siguió "Sólo tú" y un mix de "Dame tu amor", "Sol, Arena y Mar", "Suave" y "Amor, amor, amor".

De traje negro, camisa blanca y corbata oscura, el astro mexicano cantó decenas de temas, aunque muchos de ellos fueron popurrí, como el de los boleros que arrancó con "Todo o nada" y siguió con "Sabor a mí", "Sin ti" "O tú o ninguna" y "Nosotros". Los temas lentos continuaron con "Hoy el aire huele a ti" "Siento", "Sintiéndote lejos", "Amante del amor", "Más allá", los siempre recordados "Fría como el viento", "Tengo todo excepto a ti" y la eterna "La incondicional".

Luego fue el turno de un cambio de vestuario. Con un traje completamente negro y una camisa y corbata del mismo color, entonó "Yo que no vivo sin ti" "Culpable o no" y "Hasta que me olvides".

Los temas vintage llegaron de la mano de "Y sigo", "Paloma querida", "Separados" y con ellos también un nuevo cambio de look; esta vez con su clásica remera negra ajustada al cuerpo y un chaleco haciendo juego. Después vinieron "Enamorados" y "Directo al corazón".

Pero cuando la gente comenzaba a entrar en calor con los temas más movidos llegó el turno de "Labios de miel", y las clásicas pelotas y papelitos que marcaban el cierre de la velada. Y a pesar de que la interacción fue mayor que en otros recitales, nunca se despidió. Sólo se limitó a lanzar besos y regalar sonrisas que si bien endulzó el corazón de sus seguidoras, las dejó a muchas con la esperanza de que llegara otro tema, algo que nunca sucedió.

Aunque sin el brillo sonoro de otros recitales, una vez más, Luis Miguel dejó de lado todos los rumores apocalípticos sobre la realización del show y demostró sobre el escenario que su voz sigue intacta, de la misma manera que continúa su vigencia.

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