La organización sin fines de lucro aboga por la modificación de la Ley Nacional de Drogas que penaliza, entre otros, el cultivo de cannabis. Las mejoras que se pueden ver en chicos con problemas neurológicos son tan notables que piden les dejen continuar con estos tratamientos, sin peligro de tener problemas judiciales.

 "El cannabis es una planta maravillosa que está rodeada de muchos prejuicios por cuestiones morales e ignorancia, y esto lo digo desde la experiencia de lo que viví con mi hijo, a quien esta plantita lo ayudó a paliar muchos efectos que las drogas tradicionales no lograban", sostiene Valeria Salech, integrante de la organización sin fines de lucro llamada Mamá Cultiva, la cual aboga por la modificación de la Ley Nacional de Drogas, número 23.737, que penaliza, entre otros, el cultivo de cannabis.

Mamá Cultiva nace como una necesidad de un grupo de madres que "no encontraban ningún tipo de solución a las convulsiones de sus chicos con problemas neurológicos. Las fundadoras se comenzaron a reunir en Chile y tuvieron los primeros acercamientos con el poder político para intentar legalizar el cultivo. Con el paso de los años, se ha ido promoviendo en otros países como el nuestro, ya que es una problemática a nivel mundial".

Valeria se apoya en la historia de su propio niño: "Mi hijo se llama Emiliano y tiene epilepsia dentro del espectro autista. Emi vivía drogado y dopado por la enorme cantidad de pastillas que le proporcionaban los psiquiatras y especialistas. En varias ocasiones, se autoflagelaba golpeándose la cabeza contra la pared. Incluso, mi hija menor, que es una nena sana, tenía mucho miedo de invitar a sus amiguitos a jugar a casa, por si Emi se ponía violento con él mismo o con los visitantes". Luego, agrega: "El cambio que le he visto hacer en su personalidad a mi chiquito gracias a esta sustancia, es tan grande que me volví en casi fanática de esta planta y estos tratamientos. Confío en que le podemos cambiar la vida a muchas otras familias, tal como me sucedió a mí".

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La realidad de la familia de Valeria ha cambiado completamente: "De la mano del cannabis, puedo ir a un restaurante con mis hijos y marido y pasar un agradable momento. Quizás para todos es común y usual poder disfrutar de una salida en familia, pero para mí era un hecho casi imposible antes de descubrir esta planta. Por el temor a posibles reacciones de Emiliano, terminábamos recluyéndonos en nuestro hogar, lo que hacía que perdamos mucha vida social. Estas son razones suficientes como para que siga cultivando para darle la mejor calidad de vida posible a mi hijo".

Siempre es difícil la primera vez: "Tenía mucho miedo con cuál iba a ser la reacción de él. Antes de aquel día, para Emi la televisión y la pared eran más o menos lo mismo. Después de darle el extracto, recuerdo que estaba sentado frente a la pantalla mirando a La Pantera Rosa y comenzó a reírse por los chistes. No lo podía creer cuando lo vi, y empecé a reírme y llorar al mismo tiempo junto con él. Ahí descubrí que este tratamiento natural es realmente revolucionario en los chicos que tienen afecciones neurológicas severas y comencé a esparcir el mensaje, primero entre mis allegados, y después traté de alcanzar a la mayor cantidad de gente posible".

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La idea no es reemplazar a la medicina tradicional: "Este tipo de terapias son 100% naturales y bajo ningún concepto queremos que el mensaje -que se entienda- es que se debe reemplazar a los médicos o las drogas convencionales. Sólo queremos que la ley sea modificada para que aquellas madres que cultivamos no caigamos en la misma bolsa que los narcotraficantes. Es inmoral que nos prohiban hacer algo que le hace tan bien a nuestros hijos".

El proceso es manual y artesanal: "Pongo la flor en alcohol y la macero durante 5 minutos. Luego, la filtro en tela y papel para poner ese líquido a baño María y usar lo que resta que es la resina. Muchos padres eligen mezclar la resina con aceite de coco para darle sabor y que los chicos lo tomen más fácilmente".

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