El español logró dar vuelta un partido que parecía perdido y se impuso al italiano por 4-6, 6-7 (4), 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (2). Así se consagró bicampeón de Roland Garros.
En una tarde memorable para el tenis mundial, el español Carlos Alcaraz escribió una de las páginas más épicas del deporte en la Philippe Chatrier. En la final más extensa en la historia de Roland Garros -5 horas y 29 minutos de pura tensión y emoción-, derrotó al italiano Jannik Sinner, número 1 del mundo, por 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), y conquistó su quinto título de Grand Slam.
Alcaraz, de apenas 22 años, no solo logró su segundo trofeo en París, sino que también se convirtió en el primer tenista nacido en el siglo XXI en alcanzar los 20 títulos profesionales, y en el tercero más joven en ganar cinco “grandes”, solo superado por leyendas como Björn Borg y Rafael Nadal.
Lo que ocurrió en la cancha central del Abierto francés fue mucho más que una final. Fue una batalla emocional, física y mental. Una odisea que vio caer a Sinner, que llegaba invicto en sets durante todo el torneo, y que tuvo tres pelotas de campeonato en el cuarto set. Alcaraz resistió. Como si estuviera predestinado, emergió de la adversidad para dar vuelta un partido que parecía perdido.
El comienzo no fue alentador para el español. Impreciso, errático y nervioso, fue rápidamente superado por un Sinner que, sin desplegar un tenis espectacular, supo aprovechar las dudas de su rival. Con solidez y efectividad, el italiano se llevó el primer set y luego el segundo en un tiebreak ajustado. Parecía tener el control absoluto.
Fue entonces cuando emergió la esencia de Alcaraz: la resiliencia. El español no había ganado nunca un partido tras ir dos sets abajo. Pero esta vez, frente al número uno del mundo, con todo en contra y con la historia como obstáculo, se soltó. Liberó su juego, recuperó su potencia y obligó a Sinner a retroceder.
Tras una recuperación notable, el murciano se quedó con el tercer parcial. Luego, en el cuarto, vivió el momento más crítico del duelo: Sinner dispuso de tres match points, pero ninguno fue suficiente. Con temple de campeón y golpes decisivos, Alcaraz resistió y llevó el set al desempate, donde fue infalible. El público estalló. Y la balanza, por primera vez en la tarde parisina, se inclinó hacia él.
El desenlace fue propio de una película. Ya sin margen de error, ambos tenistas cruzaron la barrera de las cinco horas. Cada punto se volvió un mundo. La tensión se palpaba en las tribunas, repletas de figuras como Spike Lee y Dustin Hoffman, que siguieron con entusiasmo una contienda memorable.
En el set definitivo, Alcaraz llegó a estar 5-4 y servicio para el título, pero Sinner, aún herido, luchó y logró forzar un nuevo tiebreak. Sin embargo, ya sin resto físico ni emocional, el italiano fue superado. El español cerró el partido con una derecha demoledora, se desplomó sobre el polvo de ladrillo y se abrazó con su equipo, entre lágrimas.
En la ceremonia de premiación, Alcaraz no olvidó al público: “París, habéis tenido un papel importante en esta victoria. Desde el primer momento hasta el último me apoyaron sin descanso. Siempre estarán en mi corazón”. También agradeció a su equipo, a su familia y a los muchos murcianos que viajaron hasta Francia para verlo.
Con humildad, felicitó a su rival: “Jannik, sé lo duro que trabajaste. Has sido una inspiración. Es un honor escribir la historia de este torneo contigo”. La ovación fue unánime.
Del otro lado, Sinner, visiblemente afectado, reconoció: “Tuve mis chances, pero estas cosas pasan. Es difícil de aceptar, pero estoy contento por el camino recorrido”.
El italiano, que regresó esta temporada tras una sanción por dopaje y venía de 20 triunfos consecutivos en Grand Slams, vio frustrada la que pudo ser su primera corona grande. A pesar de eso, mostró entereza: “No puedes irte llorando. Hay que seguir adelante”.
La victoria de Alcaraz no pasó desapercibida para Rafael Nadal, quien a través de sus redes sociales celebró: “¡Qué final tan increíble! ¡Enhorabuena, Carlos!”. El mensaje incluyó un trofeo y un brazo de fuerza, gesto que resume lo que este joven representa para el futuro del tenis español.
Carlos Alcaraz ha ganado cinco finales de Grand Slam. No ha dejado escapar ninguna. Pero como él mismo reconoció, “ninguna como esta”. París fue el escenario perfecto para consagrar al nuevo héroe del tenis. Ya no es solo una promesa. Es una realidad. Un campeón forjado en la lucha, que hace del sufrimiento una virtud, y que parece destinado a marcar una era como su compatriota Rafa Nadal.