"El público es increíble, y espero que en la cancha sea un festival", decía Roger Federer durante la conferencia de prensa el día previo al encuentro con Alexander Zverev en Buenos Aires. Y sí, fue un festival desde las 18.30, cuando entró al Mary Terán de Weiss y todo estalló. El astro del tenis mundial encendió otra vez esa relación estrecha que mantiene con los argentinos, que llenaron Tigre en 2012 y lo hicieron otra vez en Villa Soldati, aunque esta vez no en un estadio tubular, sino en uno de estructural colosal que le dio un marco más de Grand Slam. Acá, lo positivo y lo negativo de una noche de tenis.
El carisma de Federer
Antes de ingresar a la cancha, el suizo estuvo con Juan Román Riquelme, a quien le había dedicado unas palabras en una entrevista con TyC Sports: "Es cierto que me siento muy conectado con ese lugar (por Wimbledon). Es como mi patio. Algo así como es la cancha de Boca para Riquelme". No es casual, entonces, que haya hecho el Topo Gigio cuando desde las tribunas le cantaban el "Olé, olé, olé, olé, Roger...".
Durante el partido hizo sonreír a los fanáticos cuando respondió algún "I love you, Roger!" que llegó desde los palcos o posó para alguien que le pidió una foto. En el descanso jugó con dos ballboys y bromeó con los sonidos del DJ cuando se cambió la remera y quedó con el torso desnudo.
Un estadio repleto
La concurrencia de los fans es para resaltar. El magnetismo de Roger vende, claro, y no importa si del otro lado está Juan Martín del Potro o Zverev. Pero en una economía vacilante como la de estos últimos meses, ver las tribunas atestadas -salvo un pequeño codo-es más que sobresaliente. Cuando los boletos se pusieron a la venta el miércoles 18 de septiembre, los primeros ya habían desaparecido y su valor oscilaba entre los seis mil y los 15 mil pesos.
Sascha también hizo lo suyo
El resultado fue para él, pero en una exhibición en la que está el astro Federer, eso es lo menos importante. El joven alemán también demostró respuestas ante pedidos de saludos y cánticos que le regalaron, aunque consciente de su rol como actor secundario e imprevisto ante la baja de Del Potro. De hecho, una mujer le preguntó si quería casarse con ella. A lo que respondió con un tímido "sí".
Problemas con ubicaciones
La viveza criolla o la falta de organización. O, quizás, ambos. En varios momentos hubo tensión con fanáticos que llegaban y encontraban su asiento ocupado, a pesar de estar numerados. Así, se pudo ver cómo estuvieron parados a la espera durante casi una hora mientras los acomodadores intentaban dar alguna respuesta.
La lejanía de un estadio precioso
El Mary Terán de Weiss es un lujo que se tiene en la Ciudad de Buenos Aires. Reinaugurado para los Juegos Olímpicos de la Juventud, tiene techo retractil y una vista perfecta de todos los ángulos. Su estructura hace que cualquier encuentro de tenis parezca estilo Grand Slam. Sin embargo, la lejanía con el centro porteño y la falta de un transporte público eficiente -hubo largas filas para tomar el colectivo en el Metrobus- hacen de ese espacio su único aspecto negativo. Reitero: de solucionarse los accesos será un escenario perfecto.
Merchandising sin actualizar
En los puestos de productos oficiales se pudieron encontrar vasos, remeras, fotos, gorros y toallas con el rostro e iniciales de Roger Federer. Pero, a pesar de la baja de Del Potro, todavía se ofrecieron a la venta vasos con su imagen.