El sello eterno de la humildad

Las nuevas generaciones se enteraron de la existencia de Francisco Varallo recién a partir de aquella tarea de aproximación goleadora que efectuaba Martín Palermo para convertirse en el hombre gol récord de la historia de Boca, algo que finalmente logró. Como pocas veces en décadas, su nombre fue mencionado por este tema, que en definitiva le era ajeno, con una reiteración hasta exagerada. Afortunadamente, la presencia de Varallo en la esencia misma del fútbol argentino había sido asegurada desde mucho tiempo antes...
Una vida de dignidad
Cien años de vida digna, humilde. Vestigio viviente de épocas de esplendor de un fútbol que hoy día gracias a los avances de la tecnología puede apreciarse en el video y que en cada cancha se extraña a sabiendas de que no volverá tal como era. Ultimo y único testimonio durante mucho tiempo de lo sucedido en el primer Mundial, en 1930, cuando con 20 años fue el jugador más joven del seleccionado argentino subcampeón de Uruguay. Adiós, Maestro...
Un eterno
Gracias a su fresca visión de los acontecimientos, muchos supimos de numerosos detalles de aquella época y de aquél equipo, anécdotas valiosas y un enfoque que se nos va perdiendo cada vez más, ése de poder tener a mano a nuestros “viejos” para hablarnos de lo que no vivimos por estrictas razones de edad. Siendo jugador de Gimnasia y Esgrima La Plata, que hacía una década y fracción que jugaba el fútbol de la AFA, jugó la primera Copa del Mundo y un año antes, en el ’29, fue parte protagónica del único título del Lobo en Primera, dentro de la era amateur. Con su pase a Boca, en el ’31 y con el profesionalismo instalado, compró la casa donde vivió siempre y una lesión de rodilla, específicamente de meniscos, lo frustró muy pronto como futbolista de excepción. Era “El Cañoncito” por sus dotes goleadoras y la medicina deportiva de entonces no contemplaba las maravillas que hoy día pueden hacerse para prolongar la vida útil de un deportista. Sus tiempos con Peucelle, Stábile, Nolo Ferreira y Mario Evaristo en la Selección y con Toto Cherro y Delfín Benítez Cáceres en Boca son historia inalterable y un sello a perpetuidad. Adiós, Don Pancho...