Si había un partido que podía servirle a Sergio Batista era este frente a España. No sólo por el resultado en sí, sino por la manera en que se dio -ante el campeón del mundo- y por el respaldo unánime de la gente que colmó el estadio de River. A poco más de dos meses de la frustrante eliminación en el Mundial y de la tumultuosa salida de Diego Maradona, hubo una especie de reconciliación con el hincha. Y el Checho, que tanto bregó y tanto defendió su capacidad de poder dirigir a la Albiceleste, supo aprovechar al máximo la ocasión.
La goleada le vino como anillo al dedo para que el DT se quede en el puesto, pero además le facilitó la tarea de elegir a Julio Grondona. El presidente de la AFA necesitaba un resultado de esta magnitud para sostener al Checho en el cargo; y no sería descabellado que en las próximas horas haga oficial el anuncio.
Un futuro promisorio
Del fallido intento mundialista a este segundo amistoso corrieron infinidad de versiones. Incluso se mencionó la vuelta del propio Maradona, dispuesto a trabajar con “otra gente”. Pero como de versiones el fútbol está repleto, lo que habla por sí solo son los resultados. Batista debutó frente a Irlanda, en Dublin, con un ajustado pero cómodo 1 a 0; y ayer su equipo goleó a la España de la que el mundo entero se deshace en elogios.
Si bien una gran mayoría de los jugadores son los mismos, el sistema táctico varió considerablemente respecto del torneo jugado en Sudáfrica. Fueron un verdadero acierto las convocatorias de Esteban Cambiasso y de Ever Banega, sumadas a la de Andrés D’Alessandro. El hombre del Internacional de Porto Alegre, a pesar de jugar unos pocos minutos, mostró destellos de su calidad participando en la generación del cuarto gol.
Durante el Mundial, Maradona elaboró un 3-4-3 que le dio buen resultado en la primera parte del torneo (frente a Nigeria, Corea del Sur y Grecia). En octavos, más allá del 3-0 a México, se vio superado territorialmente por un entusiasta rival que encendió la alarma de lo que pocos días después ocurriría. La humillante derrota ante Alemania dejó al desnudo que aquél 4-3-3 no fue una buena idea.
Batista incluyó entre sus preferencias una línea de tres defensores conformada por Demichelis -tirado ligeramente a la derecha para tener salida con Zanetti-, Milito, y Heinze por la otra banda. Pero en el medio utilizó cuatro volantes de contención y buen pie como el Pupi, Mascherano -delante de los defensores-, Banega (unos metros más arriba), y el Cuchu Cambiasso sobre el lateral izquierdo.
En tres cuartos retrasó unos metros a Messi y a Tevez, y dejó como referente de área a Gonzalo Higuaín. La idea del Checho sumó puntos encontrándole el lugar adecuado a la dupla Messi-Tevez, quienes cada vez que entraron en contacto con la pelota fueron un dolor de cabeza para La Roja. No en vano, con espacios y un par de pases bien hechos, cada uno de ellos se anotó en la red. Primero fue Messi, luego el Pipita y más tarde Tevez.
El resultado es inapelable, y el futuro, promisorio. Argentina usufructuó cada una de sus chances y afianzó lo suyo en un respeto a ultranza en el manejo del balón. Es un buen augurio para un ciclo que recién comienza y amaga con quedarse; no se sabe si hasta la Copa América de 2011 o hasta el Mundial 2014. Lo real es que el equipo le “entró” por los ojos a la gente, a tal punto, que nadie se acordó de Maradona.
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