El economista. Asset Management Criteria, analiza las oportunidades de inversión surgidas tras la decisión de bajar las tasas de interés tomada por el gobierno de Javier Milei.
La economía argentina transita la primera mitad del año con grandes cambios. Estos siempre vienen de la mano de oportunidades y nuevos desafíos para los inversores, donde la administración de los riesgos se vuelve un elemento clave a la hora de armar nuestros portafolios.
En Argentina, pasamos de un entorno de altísima nominalidad e incertidumbre a uno de estabilidad cambiaria, recuperando en parte la confianza. La pérdida de poder de compra de nuestra moneda con respecto al resto de los bienes corrió a una gran velocidad durante todo el 2023, donde el dólar tomaba la delantera. Los dólares financieros corrieron en torno al 200%, mientras que en lo que va del año solo lo hicieron en torno al 10%.
En aquel entorno, donde la carrera de los pesos no daba respiro, elegir una correcta cartera de CEDEARs no solo servía para diversificar nuestros ahorros de los vaivenes de la economía doméstica, mientras se aprovechan oportunidades a nivel global, sino que además brindaba protección frente a la disparada del tipo de cambio financiero, al tratarse de un instrumento en dólares, pero también negociable en pesos.
Cuando miramos la rentabilidad en pesos de los CEDEARs las fuentes derivan del comportamiento del activo subyacente, esto es, de la acción que cotiza en los mercados globales y también del comportamiento del tipo de cambio financiero o contado con liquidación. En ese entorno de altísima incertidumbre y altísima nominalidad, participar de la carrera con este instrumento fue una gran alternativa que protegía nuestros ahorros a la velocidad con la que corrían los dólares financieros.
Pero en el nuevo entorno de la era Milei, con estabilidad cambiaria de momento, y ante un cambio de expectativas notorios, los CEDEARS también recuperaron su verdadero atractivo: la generación de valor por parte del subyacente en los mercados de acciones internacionales. En criollo, su verdadera fuente de valor. Además, no dejan de ser una opción para dolarizar nuestros ahorros, ante las restricciones cambiarias aún vigentes, siendo un seguro ante la posible pérdida de estabilidad cambiaria, aunque hoy luzca poco probable.
Flavio E. Castro
Independientemente del entorno local, los CEDEARs son un instrumento atractivo para que los inversores domésticos puedan diversificar sus ahorros del riesgo argentino, generando valor a largo plazo. La estabilidad cambiaria observada en el transcurso de la gestión de Javier Milei nos lleva a hacer foco en los riesgos y oportunidades que presenta los mercados internacionales.
Las expectativas de corto plazo se mueven al compás de las decisiones y señales de la Reserva Federal comandada por Jerome Powell, mientras llegan los datos de inflación y actividad económica. Y de largo plazo, por el impulso que podría lograr el aumento de la productividad en la economía por la revolución de la Inteligencia Artificial.
A principios de este mes la Reserva Federal, llevo adelante su reunión de política monetaria y, en línea a lo que se esperaba, mantuvo su tasa de referencia en el rango de 5,25%-5,50% por sexta reunión consecutiva, siendo la última suba en julio del año pasado. En su habitual comunicado, se remarcó que en el primer trimestre del año no se vieron progresos en términos de la evolución de la inflación. Pero luego de tres meses consecutivos de inflación mayor a la esperada, el IPC de Estados Unidos marcó una inflación para el mes de abril por debajo de las expectativas, aunque aún lejano al objetivo de la FED.
Sin embargo, estos datos sumados a ciertas señales de leve desaceleración del nivel de actividad económica, que, si bien muestran una economía sólida en base a un mercado de trabajo robusto, hacen pensar que la dinámica inflacionaria puede ser menor a la del primer trimestre del año. Recordemos, además, que la FED dejó en claro que no sería necesario una nueva suba de tasas, por ser el actual nivel lo suficientemente restrictivo, sugiriendo que mantendrá las tasas en el nivel actual tal vez por más tiempo, siendo lo más probable una baja de tasas en su próximo movimiento.
De esta manera, tras el favorable dato de inflación, el mercado reaccionó con una fuerte compresión de tasas a lo largo de toda curva. La tasa de los bonos del Tesoro a 10 años, considerada la “tasa libre de riesgo” luego de haber hecho máximos en el mes de abril tocando el 4,7%, retrocedió nuevamente al 4,3%, generando un nuevo impulso en el mercado de acciones.
Este continúa siendo el “catalizador” de corto plazo más importante para los mercados a la hora de ponerle precio a los activos de riesgo global. Recordemos que al considerarse la “tasa libre de riesgo” el "piso" de tasa a descontar en los modelos de valuación de acciones, es evidente que las señales de baja de tasas enviadas por la Fed son recibidas positivamente por los inversores, que se alimentan aún más de los buenos datos de inflación. Así, una tasa más baja implicaría un menor castigo a los flujos de caja futuros esperados.
Fuente: Bloomberg
El año que comenzó con buenos argumentos para mantenernos agresivos en nuestra cartera de CEDEARS, nos premió con los principales índices bursátiles estadounidense en máximos históricos, en términos nominales. El S&P 500 superó los 5.000 puntos por primera vez en su historia el 9 de febrero ubicándose actualmente en torno a los 5.300 puntos, y tan solo tres meses y algunos días después lo hizo el Dow Jones que superó por primera vez en su historia los 40.000 puntos el pasado 16 de mayo.
Poniendo el ojo en el largo plazo, a la luz de la revolución que promete la “IA”, no puede descartarse un escenario favorable para el resto de la década. A pesar de tasas más altas, la economía mantiene su nivel de crecimiento de largo plazo y si la inversión provoca aumentos en la productividad se puede mantener a raya la inflación. De esta manera, se estaría configurando un contexto similar al observado en Estados Unidos entre los años 1994 y 2000, período caracterizado por un aumento notable de la productividad de la mano de internet. Esto además provocó en aquel entonces un excelente desempeño para las acciones, producto del crecimiento en las ganancias corporativas.
El boom en la Inteligencia Artificial está motivando en un fuerte impulso de empresas tecnológicas, dentro del sector de crecimiento y gran capitalización. Más allá del factor especulativo que siempre existe alrededor de una nueva tecnología, la aparición del AI se respalda por mejoras en la productividad del trabajo, con un salto registrado luego de quince años de estancamiento.
A su vez, el incremento notable en la valoración de las empresas que impulsan el desarrollo de la IA no se da sin sustento, sino que está atado a mejoras palpables de ganancias en el futuro inmediato. En este sentido, el episodio no se asemeja al de burbuja de las “puntocom” a comienzos de este milenio, sino que luce mucho más sólida desde una perspectiva empresarial.
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Estos tres gigantes tecnológicos que forman parte del Portafolio Recomendado de CEDEARs Criteria, volvieron a sorprender por sus buenos resultados trimestrales. En este entorno, estas alternativas de inversión podrían verse impulsadas tanto por los catalizadores de “corto” como los de “largo” plazo. De corto plazo, un descenso de la tasa libre de riesgo impulsaría las valuaciones de aquellas acciones cuyos flujos de caja se esperan mayormente alejadas en el tiempo, siendo el caso de estas empresas tecnológicas de crecimiento y gran capitalización. También por el impulso de largo plazo que la IA podría generar en sus valuaciones, al ser a priori quienes con mayor probabilidad monetizarían el impacto de una mayor productividad en la economía.
Seguramente sea aún prematuro saber si la AI traerá los grandes beneficios que se auguran para la economía global, al igual que los cambios propuestos por Milei para la estabilidad de la economía local. No obstante, hay indicios que han llevado al mercado accionario americano a revalorizarse agresivamente, mientras que nos permite diversificar mejor el riesgo de nuestros portafolios. En este contexto, el buen desempeño de este segmento podría continuar, más allá de las decisiones de los hacedores de política, donde parece conveniente estar invertidos.