Ocho años después de su sorprendente disco debut, la cantora sacó un álbum con clásicos del folklore y nuevos temas de su región que
presentará el viernes en Buenos Aires. Mientras extraña su provincia, la
intérprete describe su carrera, una extraña combinación de voluntad y
azar.
Ocho años atrás, Adriana Tula dejó un disco entrañable -por la emoción que transmitía su voz- y exquisito -entre otras cosas por la calidad de los arreglos- que estaba llamado a instalar su figura bien alto en el panorama folklórico del país y no sólo en su querida Tucumán. Pero, dicho está, lo dejó: un motivo personal la separó de Buenos Aires, ciudad a la que a partir de esa placa debut -Por Seguir- había pensado regresar con frecuencia, consciente de la necesidad -injusta pero necesidad al fin- de la relevancia de aparecer en el puerto para la instalación nacional. Ahora finalmente y después de una grabación que no pudo ser en 2007 volvió no sólo a la capital sino también al disco con la edición de Viento Rojo, que confirma el entusiasmo inicial.
¿Qué pasó?
-Cuando salió Por Seguir se me abrieron muchas puertas. Pero se enfermó una hija y detuve todo. Me quedé en Tucumán, aunque siempre canté. Desde allá salieron algunas cosas, por ejemplo fui a la Expo Shangai con Jaime Torres. Pero en el Norte no hay muchos lugares para cantar y no se generan las mismas oportunidades. Debería ser diferente pero es así. En Tucumán podés cantar muchísimos años, pero hay un techo. En cambio, lo que se genera desde Buenos Aires es increíble. Pero hay que dejar amigos, familia y eso es lo que más me cuesta.
Hace un tiempo que está en Buenos Aires y el celular de la cantora sigue teniendo el prefijo de Tucumán. Argumenta motivos creíbles (ahorro de trámites), pero en el hecho se adivina la intención de no querer cortar lazos con los cerros que adora. Este año fue habitual su presencia en escenarios porteños fundamentalmente como cantante invitada de otros artistas y el viernes, a las 23.30, hará la presentación oficial de Viento Rojo en el ND/Ateneo (Paraguay 918).
¿Por qué Viento Rojo?
-La idea de venir a Buenos Aires no estaba en mis planes en estos momentos. Pero ocurrió un hecho que me hizo volver acá y entonces pensé que el viento te podía trasladar más allá de tu voluntad. Te puede llevar el viento. Y el rojo es porque es un color que me gusta y por la sensación de cambio que implica.
¿Por qué pasó tanto tiempo entre el primer y el segundo disco?
-Teníamos todo preparado para grabar en 2007, ya estábamos en el estudio. Pero una complicación económica lo impidió. Después nos achanchamos un poco hasta que al venir a Buenos Aires reflotamos la idea del disco, pero con otro repertorio. Antes íbamos a poner los temas que cantaba en aquel momento, pero ese repertorio ya me había cansado y entonces pusimos otros temas. Uno se encuentra en distintos momentos de la vida y lo que canta tiene que ver con eso.
¿Grabaste obras que venías haciendo últimamente o elegiste un repertorio especialmente para el disco?
-Mitad y mitad. Algunos ya venía haciendo y otros no. También son mitad y mitad los temas viejos y los inéditos. Siempre estamos buscando cosas. En el Norte hay muchos encuentros y ahí nos nutrimos de los poetas y seleccionamos repertorio.
Viento Rojo incluye clásicos de Atahualpa Yupanqui, Ariel Petrocelli y Violeta Parra, temas de compositores posteriores como Jorge Fandermole y Jorge Drexler y canciones recientes de Juan Falú, Rubén Cruz, Leopoldo Deza, Osvaldo Costello o la hija de Adriana, la cantante Luciana Tagliapetra.
¿Qué diferencias y similitudes hay entre los dos discos?
-Por Seguir era más tranquilo. Tenía un gran porcentaje de zambas y acá hay más diversidad en los ritmos… chacareras, marinera, gato cuyano. Ahora en los dos hay muchos poetas y compositores del Norte que tienen muy buena poesía y melodía. Creo que son distintos, pero tampoco es un cambio total. De Por Seguir me siento orgullosa: hay gente que me dijo que aún hoy lo tiene como disco de cabecera. Espero que con Viento Rojo pase algo similar.
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