Ni a Laura Franco ni a Carlos Salim Balaá, el frío y la lluvia dominical de julio los amedrentan.
El teatro Astros está a pleno y la ex modelo y actriz se mueve con la suficiencia que le da la gracia y el magnetismo que supo conseguir desde hace 16 años para convertirse en un clásico de los chicos: Panam simplemente.
El hombre que interrumpe sus canciones, decenas de piruetas y trucos de magia, se jacta de conocer los escenarios por un tiempo más. “Llevo 62 años, aquí arriba y reconozco que al principio era tímido”, comenta Carlitos Balá y enseguida retribuye el cariño a la anfitriona. “Con ella éste es el séptimo año. Es toda una profesional. Como yo”, afirma medio en broma, medio en serio en el camarín, tras el espectáculo.
Entre fanáticos atentos a lo que haga el dueño de Angueto -aquel perro invisible que popularizó Balá desde sus comienzos-, ilusionados con que les firme un disco celosamente guardado en algún placard, más sus hijos esforzándose por aprender a soplarse su propio flequillo, Carlitos y Laura se reparten elogios.
A ella las vacaciones de invierno no le dan tregua, dos funciones diarias de lunes a domingo y el fin de semana en compañía del ídolo, explican por qué la magia de la muchacha que cambió a Sofovich por los pibes, va camino a eternizarse del mismo modo que el creador del chupetómetro.
Los dos se abrazan y se ríen, durante la charla con DIARIO POPULAR. “Ella es y será una compañera inolvidable para mí, inquieta, está en todos los detalles, ¡mirá esta estrella que me puso!”, señala el comediante, “ tenía luces, Laura decora a todo el mundo”, comenta para arrancar una de las tantas carcajadas de la tarde.
La rubia le sostiene la mirada y lo corteja tanto en los gestos como en cada una de las palabras que elige. “Estar con él, es un sueño cumplido. Además, Carlitos le puso la voz a Cuento con Vos (música de Carlos Tarrío), que es una canción que habla sobre la amistad incondicional”, explica.
Entre sungutrules y gestitos de idea, los dos también se toman un momento para hablar de la televisión. Más serios, el mentor de El Profesor Distraído, coinciden en la mirada crítica acerca de la televisión. “Hoy no hay más sketch”, sostiene él.
“Es verdad”, agrega ella, “eso se terminó”. “Yo veo mucho documental, por lo menos aprendo algo”, explica el cómico y sostiene: “La comicidad no me la va a enseñar nadie”. “El chico también perdió su lugar en la tele”, coincide Panam.
La sola idea de ser embajadora de un ícono de la infancia en su espectáculo, alcanza para hacer sonrojar a quien unos minutos antes supo provocar a decenas de padres y un centenar de chicos, con juegos, bailes, chistes y canciones.
“Tenerlo es como regalarles a los adultos un poquito de aquello que vivieron o, al menos que puedan sentirse niños otra vez. Es bárbaro que puedan disfrutar a este ser luminoso y único”, describe Laura para volver a abrazarlo. “Es recípraco, recípraco”, insiste él arrancándole la enésima sonrisa a su compañera.
Al margen de los piropos, Laura no elude la idea de que su homenaje ocupa el lugar que acaso la Cultura desde lo formal elude o descuida en relación a uno de los grandes exponentes del espectáculo local. “Ya tenerlo es un prestigio, él le da un broche a un anhelo propio. Y es un honor poder homenajearlo en vida, cada vez que nos encontramos en un escenario. Para mí es fantástico que pueda subirme y pellizcarme para decir uaaau, estamos juntos”.
A días de cumplir 92 años, superando al mismísimo Fidel Castro (ambos coincidían el 13 de agosto, en el día de la celebración, aunque el comediante superaba al fallecido líder cubano en un año), queda más que claro que Balá ni piensa retirarse del lugar donde más brilla. “Todos los días te deja una enseñanza, Carlitos vive jugando y por eso nos sentimos muy afines, muy unidos. Yo tengo mucho respeto hacia él y lo quiero mucho”, cuenta Laura. “Es que soy un tipo muy detallista”, agrega él poniéndose un dedo en la nariz y haciendo alarde de su oficio de payaso.
“Juega todo el tiempo, eso es lo que emana, tiene el niño interior intacto. Y yo se lo cuido”, concluye Panam, satisfecha pero también convencida, frente a tamaña responsabilidad.
Panam y Circo está a la medida de su mentora. Brillos, varitas, flores, equilibristas, un muñeco alto que emula a Robotech y tres pantallas enormes que cuentan tanto o más que la obra en simultáneo.
En ese contexto, quien también dedica un cierre especial para el máximo referente infantil de la historia de la televisión argentina, se da el gusto de enseñarle a los chicos a hacer omm, con una de sus canciones, aprovechar su ansiedad para hacerlos saltar con el hipo del canguro y hasta rescatarlos de una impiadosa malvada (un hallazgo) que se burla por igual de padres e hijos, a tono con los chistes cotidianos.
"¿Mamá cuánto hace que no te lavas las patas?”, pregunta Laura con nada de inocencia, esperando que la hija de la víctima eventual, remate la humorada. Oficio que la animadora sigue desarrollando con clase, mientras su productor, Alejandro Cayrus, se encarga de coordinar la escena con el video que sigue.
Por fin con la canción “Aquí llegó Balá”, el teatro se vuelve una invitación al canto espontáneo. Algunos chicos se sorprenden con el entusiasmo de los grandes, pero enseguida ven cómo el hombre vestido de rojo y con flequillo, sacude sus piernas con increíble agilidad. El gestito de idea de los padres es seguido como una curiosidad, de pronto los treintañeros o cuarentones, abandonan sus celulares para hacer palmas o gritar lo que para ellos resuena indescifrable. “Eaapepe”, lanzan y el “sanamente y en familia”, se asemeja más a una letanía religiosa que al tema sabido por la audiencia mayoritaria, devota del “chiquipum, pum, pum Panam”.
La participación especial de Edith Hermida, en el escenario y el Tirri, en un video delirante cantando “Qué papelón”, ratifica la inteligencia de la creadora del espectáculo para sumar encantos y sorpresas.
“¿Todavía no ascendimos?”, pregunta Carlitos atento al resultado de su amado Chacarita Juniors.
“Tampoco voy a exponerme”, agrega el hombre, “imaginate si me invitan a un estadio y me hacen preguntarle a la gente ¿qué gusto tiene la sal? ¿Qué pasaría si después ese equipo pierde? ¡Me acusan de salado!”, comenta y la risotada general se impone a las selfies de los fans que le copan el camarín. Aún con sus inminentes 92 años, Balá se jacta de ser un laburante y de no bajar los brazos.
La mini biografía con que Panam lo honra en un video hecho a medida, muestra al comediante en tapas y etapas de diferentes décadas. Carlitos sobrevive a cualquier especulación e incluso hoy, su vivo humor lleva a preguntarse por qué la pantalla que lo vio crecer conserva al Zorro durante sus mediodías y no al mágico Show de quien supo enseñarle a miles de pibes a abandonar el chupete o a animarse a responder preguntas difíciles entre sketchs y canciones. Con más de veinte películas y otros tantos discos, quien hizo de los lactántricos (una de las tantas provocadoras deformaciones lingüísticas del humorista) sus máximos fans, promete celebrar su cumpleaños junto a Laura.
"Serás inolvidable para mi”, afirma retribuyéndole a tanta admiración exhibida por la animadora. Más tarde, cuando pasen las fotos, el hombre casado desde hace 60 años con Martha (78) -de sorprendente y bajísimo perfil, incluso esperándolo fuera del camarín-, cruzará alguna palabra y un mimo para su incondicional compañera de toda la vida.
Lejano parece su último, pero reciente Martín Fierro. Tanto casi como su dolor. De hecho, ni aún tal galardón pudo evitar las lágrimas aquel domingo de la ceremonia. En esa oportunidad, Laura Franco no se guardó nada al momento de los agradecimientos.
“Dicen que un hijo viene con un pan debajo del brazo, pero Bautista vino con este Martín Fierro, gracias a todos por darme el espacio de difundir lo que hago, Panam y Circo”, se había atrevido la animadora. Claro que ni aún con la euforia que dan los triunfos, pudo olvidarse del difícil momento vivido en 2013. “Quiero compartirlo con toda mi familia, con mi mamá, y con los cuatro amores de mi vida: Luca, Sofía, Bautista y mi marido Ricky, te amo. Gracias Chiarita, gracias papá. Gracias gente y gracias chicos por el amor incondicional”, había dicho Panam, luego de mirar y lanzar un beso al cielo, tras recordar la pérdida de su pequeña, luego de ocho meses y medio de embarazo.
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