Fito Páez presentó “EADDA 9223”, su esperada relectura de “El amor después del amor”, donde se sumaron Chico Buarque, Elvis Costello, Mon Laferte, Marisa Monte, Leiva, Lali, Andrés Calamaro y David Lebón, entre otros.
Esta nueva versión está disponible en plataformas digitales pero además fue lanzada en CD, vinilo y cassette
“No hace falta eso de empatar. Por ahí, ese es el efecto que quería provocar, que vos quisieras escuchar eso y yo no quisiera dártelo. Pero sí darte otras cosas muy hermosas también para las cuales hay que prepararse, o estar dispuesto a poder vejar, si querés, el sentido ontológico de eso que para vos significa 'El amor después del amor'”, sentenció Fito en la presentación.
“Había que elegir qué hacía cada uno –expresó Fito al referirse a la elección de los invitados-. No hubo un casting pero a cada cantante o cada artista que participó se le pidió específicamente algo muy neto. No existió el tomar las cosas y hacerlas como cada uno quería. Y todos se comprometieron mucho al hacerlo. Es decir, no hubo ningún turismo por el álbum. Lo dieron todo de verdad. Hubo una exigencia pero que casi no hubo que nombrarla porque ninguno lo hizo”.
Pero la actualización sonora de todas estas canciones no tuvo su correlato en las melodías ni en las líricas, aspecto en donde puede aparecer algún rastro de 1992, por caso, cuando habla del “AZT” en “Tráfico por Katmandú”. “La decisión fue vamos a tocar todo menos la letra y la melodía, ese fue un norte adentro de lo que fue el caos o el laboratorio de la hechura”, explicó Páez.
A pesar de que, al igual que “Futurología Arlt”, esta producción bien podría ser la banda sonora de una película imaginaria, Fito advirtió que la intención no fue esa, sino la de “hacer un gran álbum de música. “Lo que tiene de hermoso la música es que despierta la imaginación. Concentrémonos en la música y te pongo a parir la imaginación en un segundo porque es algo que vive en nosotros y la música es un estimulante directo”, puntualizó.
A la hora de los créditos, el músico remarcó la importancia de haber grabado el disco inspirado en la novela “Los siete locos” porque lo obligó a escribir orquestaciones, algo que afirmó que “a veces, llevado al papel no resulta” y que le “ahorró mucho tiempo a la hora de pedir cosas a los arregladores”.
También recordó el rol clave que jugó sin saberlo la actriz Sofía Gala cuando parecía que el disco iba a naufragar porque no aparecía la idea de cómo abordar la canción que abre y, a la vez, da nombre a la placa.
“Tengo cero expectativas con el disco. Cada vez es más así. Me gustaría que la gente lo disfrute, que la gente coja con el disco, baile, que se besen, que tengan hijos. Eso me gustaría que pase. Todo esto es para la emoción, no tiene ningún otro sentido”, redondeó Fito quien, minimizó el momento de popularidad que atraviesa con su gira mundial por los 30 años del emblemático disco y con la serie de Netflix que narra su vida.
En “EADDA 9223” no hay lugar para extrañar la voz de Luis Alberto Spinetta en “Pétalo de sal”, por ejemplo, porque la presencia de Chico Buarque plantea otra clave muy diferente; al igual que de la mano de Antonio Carmona y Estela Morente, el flamenco le gana al folclore liso y llano que Mercedes Sosa y Domingo Cura le imprimían a “Detrás del muro de los lamentos”.
Mon Laforte le da aire de cueca a “Sasha, Sissi y el círculo de baba”, Lali y Nicki Nicole se disfrazan de Thelma y Louise en “Dos días en la vida”, Nathy Peluso se suma en “La Verónica”, Elvis Costello participa en una brillante versión de “Tráfico por Katmandú” en un pesado rock de sonoridades casi industriales y Marisa Monte le agrega más dulzura aún a “Un vestido y un amor”.
“Tumbas de la gloria” toma ribetes líricos a partir de los coros de la soprano María Castillo de Lima, “La rueda mágica” se actualiza con Calamaro en el papel jugado por Charly García en 1992 y Mateo Sujatovich asumiendo la parte que dejó vacante el ex Los Rodríguez y Los Abuelos de la Nada.
“La balada de Donna Helena” supera con creces a su versión original con la inclusión de Wos y Ca7riel en un soberbio rapeo final, Ángela Aguilar comparte voz principal con Fito en “Brillante sobre el mic” y Lebón y Leiva convierten a “A rodar mi vida” en un rock de riff más potente y marcado respecto a su original.
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