El actor recuerda el momento en que se cansó de la publicidad y le dio un giro a su carrera. Además, dice que en cuanto a la política la ficción de Campanella tiene tanto ficción como realidad

Gerardo Chendo es un actor multifacético: canta, escribe, dirige, actúa y enseña. Lo mismo ocurre con sus personajes, muy diversos en cada trabajo que hace. Él dice que nació "formateado en modo actor" y que eso le permite desplegar en cada nuevo rol "alguna actitud, alguna muletilla, hasta un modo de hablar o de moverse" a partir del recuerdo almacenado en su memoria de gente que conoció cuando era chico. Quizás sea por eso que muchos de sus personajes quedaron en el recuerdo de la gente, como el inolvidable Bonilla de "Floricienta", o Gaby, el abogado gay de "Aquí no hay quien viva".

Ahora se acaba de destacar en el personaje de "Julito" Castro en "Entre Caníbales" -Telefé-, donde interpretó a un hombre ambicioso pero poco inteligente, por lo tanto muy peligroso, la mano derecha del Intendente (Joaquín Furriel) y el encargado de hacer el trabajo sucio de la Municipalidad. Además, participó en una violación a Ariana (Natalia Oreiro) veinte años atrás y ese pasado que trató de mantener oculto, ahora está derrumbándose. Un personaje complejo desde todo punto de vista, con pocas cosas a su favor, pero que consiguió hacer crecer gracias al toque de humor que supo imprimirle. Después de un recorrido con alto lucimiento, su personaje falleció la semana que pasó.

l ¿Tu pasión por el teatro viene de familia?

-Sí. Mi papá era un espectador de cine muy calificado, aficionado al cine y al teatro y a la literatura, un intelectual de izquierda, que me inculcó mucho el amor por el arte. Yo tuve que dar el pasito siguiente que fue ejercerlo. Y de parte de mi mamá, es una familia donde siempre se cantó y el arte estuvo también muy a mano. Lo que hice fue profesionalizarme, nada más.

l ¿A qué edad comenzaste a trabajar?

-A los 20 años empecé a estudiar teatro y enseguida empecé a trabajar como actor, a hacer teatro independiente y a vivir de la actuación a partir de la publicidad. Descubrí que en los castings, si hacía las cosas bien, tenía un physique du rol que en la publicidad garpaba y empecé a hacer mucha publicidad (fue, por ejemplo, el protagonista de la saga de aspirinas con un perro San Bernardo) y a viajar por el mundo. Estuve como 9 años haciendo publicidad. Eso me dio muchísima experiencia y me legitimó mucho porque me permitió tener tiempo para seguir formándome y estudiando. Hasta que en un momento empecé a tener fastidio de poner todo lo que yo sabía para vender productos. Y dejé la publicidad para dedicarme al cine y al teatro.

l ¿En qué puntos creés que Entre Caníbales, que dirige Juan José Campanella, se toca con la realidad argentina actual?

-En la violencia contra la mujer. Hubo una marcha hace poco, Ni una menos, y en ese sentido, la tira es icónica. Y después también en cuanto a ciertos manejos de dirigentes políticos. Creo que nos quedamos cortos en muchos sentidos, en otros no, y en otros inventamos también, porque no deja de ser una ficción.

l Se muestra la doble cara de la política...

-Sí, lo que tiene la política es que se van corriendo los límites de la moral, entonces empieza a haber manejos que se dan por hecho que deben ser así, y si uno toma un poquito de distancia, son barbaridades. Pero la política empieza a ser por definición una mugre en muchos sentidos, y por otro lado también hay mucha gente que se dedica a la política que es muy honesta y tiene muy buenas intenciones, que deja a su familia o sus propios intereses para hacer el bien, gente que sí toma a la política como un servicio. No es solamente como son estos bichos que mostramos nosotros, hay muchos pibes que van a la villa y que se arremangan por el prójimo. Estaría bueno dejar bien en claro eso, la política también puede y debería ser un servicio a la comunidad. Hay mucha gente que lo considera así y lo hace.

l Tenés dos grupos de música, enseñás teatro en tu escuela Chendo-Stefani (que dirige con la actriz Graciela Stefani), escribiste y dirigís una obra -"Bajar arriba" que se estrena el 11 de setiembre en El Tinglado-. ¿Cómo hacés para abarcar todo?

-Trato de organizarme, de levantarme temprano y sistematizar el trabajo, y concentrar la atención y la intención cuando me dedico a cada cosa, apagar los teléfonos y ponerme a escribir. En esta época, hay una cultura muy sedentaria, muchas veces se cree que ya no nos quedan más energías, que con esto tenemos bastante, y atrás de eso somos infinitos los seres humanos.


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