Paso trece años en Estados Unidos por motivos familiares y al regresar
no entendía la TV mediática. Hoy tiene una mirada muy crítica sobre los
realities y la convicción de proteger y afianzar su perfil de actor
frente al fenómeno de repercusión por medio de los escándalos.
Graduados le gana a (Marcelo) Tinelli porque ahora la gente empezó a elegir algo decente para mirar en la tele y ya no quiere ver programas en los cuales se menosprecia a las otras personas”, afirma con total seguridad Ivo Cutzarida cuando se le preguntó por la clave del éxito de la novela en la que personifica a un gay que hace pareja con Juan Gil Navarro. Se considera a sí mismo como “un aventurero al que le gustan los desafíos” y agrega: “Este personaje es todo lo contrario del que venía de hacer en la tira Malparida y eso hizo que no dudara ni un segundo en aceptar el papel ya que es jugado y con mucho contenido artístico”.
Durante trece años vivió en los Estados Unidos y eso -asegura- lo marcó para su vida profesional: “Me fui del país en el año ‘97 porque tenía un hermano enfermo que vivía allí y lo quise acompañar en sus últimos días. Los comienzos fueron muy duros, sobre todo porque no sabía inglés y nadie me conocía. El pasar momentos difíciles me ayudó a seguir formándome como artista, y no se me cayeron los anillos por ir a audiciones y castings para poder laburar en lo que siempre fue mi pasión, la actuación. Lo viví como una aventura porque los caminos engorrosos son los que más me gustan. La vida hay que atravesarla dejando marcas en los momentos más complicados”.
Dice que la fama es algo efímero y circunstancial en su vida: “Nunca me creí que por ser famoso era alguien especial. Yo soy un tipo de barrio y que maneja los códigos de la calle. Fui amigo de Carlos Monzón y siempre tuve los mismos amigos. Nunca me interesé en tener relaciones con mujeres del medio. Sé que soy un bicho raro para este mundo televisivo en donde abundan las cosas superficiales y sin sentido”.
Aventurero de la vida
Siempre quiso -dispara- que la gente lo vea como una persona sencilla y sin grandes pretensiones: “Al principio muchos periodistas escribían cosas que nada tenían que ver conmigo. Pero creo que hoy el público sabe qué clase de persona soy, por eso cuando volví es como si nunca me hubiera ido. El afecto y el reconocimiento es lo más importante que puede tener un artista”.
Si bien hoy su presente lo encuentra en nuestro país, no sabe qué le puede deparar el destino el día de mañana: “Volví por temas familiares y porque amo a mi país, pero siento que lo mejor de mí está por venir, y si tengo que irme a otro país para poder seguir con esta aventura, lo haría sin dudarlo”. Reconoce que los realities shows no le gustan ni se sentiría cómodo si lo invitaran a participar en alguno de ellos: “Realmente no me interesan los chismes ni las peleas. Ni bien volví al país, me preguntaban por la televisión mediática, y yo pensaba que se referían a las nuevas tecnologías satelitales. Con el tiempo vi las cosas que suceden hoy en día, lo que hizo reafirmar mi deseo de ser cada día mejor actor y dejar mi sello en las cosas que hago”.
Planteando un parangón entre la Argentina que dejó a fines de los ‘90 y la actualidad, su mayor crítica está en nuestro sistema judicial: “Debemos tener una discusión muy seria como sociedad y replantearnos muchas cosas, pero lo principal es nuestra Justicia. El que comete un error, debe pagarlo y ser apartado. Se trata de hacer cumplir la ley, algo tan fácil como eso. Porque si bien Alfonsín y Kirchner hicieron muchas cosas para hacer crecer la democracia, hay que seguir trabajando para poder hacer un país más justo”.
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