Con un show en el CCK a sala repleta, el guitarrista Héctor Starc repasó canciones de su disco solista, clásicos de Aquelarre en formato acústico y reunió a la banda del elefante con sus dos formaciones y a 36 años de su última presentación

Allá por 2013, en una entrevista con motivo de la salida de su homónimo primer y único disco solista, Héctor Starc le confesaba a un cronista de POPULAR desconocer hasta cuándo iba a poder seguir tocando. Una dolencia empezaba a afectarle dos dedos de una de sus manos y eso para un guitarrista, y más de las características de ex violero de Aquelarre y Tantor, es un problema.

Sin embargo el tiempo pasó y el músico siguió adelante porque, como cantaba Luis Alberto Spinetta –con quien Starc compartió escenario, discos y varios momentos de su vida- “un guerrero no detiene jamás su marcha”.

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Una prueba de esto la dio la noche del viernes, ante una repleta Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, con un concierto de esos que merecen haber sido grabados y filmados, para poder volver a vivirlos. Dividido en cuatro partes, el guitarrista, compositor y cantante hizo un repaso de sus más de 50 años de trayectoria, con un cierre de altísimo valor musical y emotivo, como fue volver a ver sobre un escenario a su banda Tantor, a 36 años de su última presentación en el recordado Festival de La Falda, de 1983.

“Es un placer tocar en este lugar y con esta gente”, dijo ni bien apareció en escena, vestido de negro y con una remera con el rostro de Spinetta estampado. Junto a los músicos con quienes viene presentándose hace ya varios años (Machi Madco Lococo, en bajo; Gustavo Ciardi, en batería y Javier Fernández Quintero, en guitarra), Starc entregó un potente primer set con siete canciones, algunas de ellas (“Recién tiré”, “Thomas fuerza”, “Dame tiempo” y “Tontos”) de su trabajo solista y una versión de “Aniñada” (“se la compuse a la madre de mis hijas”), de su época con Aquelarre.

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Pese a reconocer que “no soy un gran compositor”, el repertorio lleva su ADN, con historias de su etapa “más volada” (cuando la cocaína y el alcohol hicieron estragos en su organismo) y otras de “hace 25 años cuando decidí que tenía que vivir y para eso clausurar algunas partes de mi cara, como la nariz y la boca…”.

En la segunda parte del concierto armó un set acústico para recordar como nacieron algunas de las canciones de Aquelarre. Para ello invitó al escenario a su ex compañero de banda Emilio Del Guercio, en guitarra y voz, a su hija María, en canto y a un guitarrista llamado Emanuel. Bromeó con que parecían Sui Generis, y como si estuvieran en un fogón, sonaron dos relecturas de la bella “Canto cetrino” y del clásico “Violencia en el parque”.

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Para la tercera parte volvió su banda actual y se sumó el ex Tantor Babú Cerviño, en órgano Hammond y teclados, con quienes siguió repasando canciones de su trabajo solista como “Steve” (hermoso tributo a Stevie Ray Vaughan), “Perder para sumar” y “De algo vamos a morir”.

La frutilla del postre llegó al final con el sorpresivo regreso de Tantor. “Tengo sus dos discos pero nunca los vi en vivo”, confesó un veterano sub-60 que fue exprofeso por la vuelta esperando disfrutar de aquella banda que, con sus dos formaciones diferentes, se le animó a fines de los ´70 al jazz rock y a las canciones instrumentales.

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Junto a la primera formación, con el baterista Rodolfo García (“un músico muy serio al que se le ocurrió en 1970 armar un conjunto y convocar a un indisciplinado como yo”, diría Starc) y el bajista Carlos Machi Rufino (“una vez se lo presente a Pappo y se lo llevó; otra vez se lo presenté a Spinetta y también se lo llevó; espero que hoy no se lo lleve nadie”, bromeó el guitarrista), más el tecladista Leo Sujatovich (quien tocó en el homónimo disco debut de 1979 junto a Lito Vitale, ausente el viernes por estar de gira por España) sonaron dos de los temas más recordados de aquel álbum: el instrumental “Niederwohren” y “Llama siempre”, uno de las canciones con letra aportada por Spinetta y cantada por Machi. Como si el tiempo se hubiese detenido 40 años atrás, la banda sonó impecable dejando al repleto auditorio con ganas de más.

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Y hubo más pero ya con los integrantes del segundo Tantor, el que en 1983 registró “Mágico y natural”, su último trabajo discográfico. Con Marcelo Torres, en bajo (quien se incorporó a la banda tras la publicación de un aviso en un diario), Babú Cerviño, en teclados, y García, en batería, la segunda formación recreó la canción que dio nombre al disco (también grabada por Aquelarre en su etapa en España) y el instrumental “Toda la noche día”, como cierre de un regreso inesperado y fugaz que dejó en claro que, pese a los años transcurridos, Tantor aún pisa fuerte.

El bis fue con otra de las inoxidables páginas de Aquelarre como “Pájaro de la locura” (dedicada a Hugo González Neira y a Luis Alberto Spinetta), con Starc y su banda sobre el escenario más García (un lujo lo que sonaron las dos baterías juntas), Del Guercio, Sujatovich y Cerviño. Un final perfecto para una noche que merecería volver a repetirse.

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