En esta ocasión, Patricia Echegoyen, quien forma parte del elenco de la obra “Acaloradas” que se exhibe en el Teatro Regina, responde con la calidez que la caracteriza a los distintos temas que se abordaron a lo largo de la siguiente entrevista.
l ¿Qué la acalora?
-Yo nací en la costa. Para mí, siempre fue un lugar para ir a pensar, tomar decisiones y reencontrarme conmigo misma y su falta me acalora. Cuando llegué a Buenos Aires me preguntaba cómo hacía la gente para no asfixiarse en la ciudad.
l La vida en la ciudad, ¿le resulta asfixiante?
-Y sí... el estrés, la locura, la urgencia con que se vive en Buenos Aires es asfixiante pero, por otro lado, elijo vivir aquí. De todos, siempre necesito volver a mis orígenes para bajar los decibeles.
l ¿Combate el ritmo vertiginoso de la ciudad o se deja llevar por él?
-Intento combatirlo.
l ¿Cómo?
-Bueno... trato de aislarme, no engancharme en discusiones superfluas, no perder tiempo en esas cuestiones. Si todos pusiéramos un granito de arena y nos tratásemos bien, viviríamos mejor.
l En este sentido, su profesión, ¿es un cable a tierra?
-No lo sé, pero es lo que me hace feliz, lo que moldeó mi personalidad. Siento que los actores hacemos un servicio sanador y solidario. Esa función me apasiona, sobre todo en medio de situaciones difíciles como las que estamos atravesando.
l ¿Cómo definiría el tiempo que nos toca vivir?
-Es complicado. Algo está pasando energéticamente en el planeta. Se están cayendo estructuras. Pienso que si sabemos atravesar esta etapa vamos a arribar algo positivo. Entre tanto existe mucha vehemencia, mucha pelea, producto de que nos estamos mostrando tal cual somos. Los argentinos estamos acostumbrados a vivir a los saltos y a los golpes. Somos un país ciclotímico. Si le hicieran un electrocardiograma a Argentina mostraría muchas arritmias. Nuestro pueblo siempre se tuvo que arremangar y dar pelea, lo cual nos dio una capacidad de lucha difícil de hallar en otras partes del mundo. Somos como el Ave Fénix, resurgimos de nuestras cenizas. Siempre tenemos idea de cómo salir de momentos difíciles, a pesar que nos damos con un caño y nos vivimos quejando. Quizá no valoramos tanto lo que tenemos. Yo amo a la Argentina.
l ¿Nuestro destino está marcado y contra eso no se puede hacer nada?
-Pensar que no se puede hacer nada, no es algo que existe en mi cabeza. Creo que hay cierto destino en el encuentro de las personas. Por ejemplo, pienso que yo estaba destinada a encontrarme con mi marido y tener la familia que tenemos. Después, lo que cada uno hace con su vida, es otra cosa.
l Usualmente, ¿piensa todo lo que dice?
-En general, digo todo lo que pienso. Cuando me enojo soy lapidaria. Con mi lengua soy tremenda.
l ¿Y cómo le va con eso?
-En una época, me traía muchos problemas. Tengo una honestidad brutal, no sé si eso es bueno pero, por otro lado, digo las cosas que la gente no se atreve a decir. Prefiero la sinceridad a la hipocresía.
l ¿Es parte de su esencia?
-Sí, pero eso no quita que no sea diplomática. El punto es que cuando me enojo, me sale la bestia, lo cual no es bueno.
l Con el tiempo ¿se hizo más indulgente?
-No, me hice más exigente, pero en cuanto a que quiero mejorar la calidad de las cosas. Me gusta vivir bien, pero no me refiero a los lujos, sino a la calidad de vida, a elevar la puntería, a tener la vara más alta.
l Anímicamente, ¿es estable o ciclotímica?
-Ahora, estoy bastante estable.
l Estar bien, ¿es una elección?
-Sin duda. Aún no se inventó la pastilla para ser feliz. Existe una lista innumerable de motivos para estar mal. Yo intento estar bien y darle a los problemas su real importancia. Tengo en claro que lo único que no se puede remediar es la muerte.
l ¿Cómo se encuentra psíquicamente?
-Muy bien. Tengo una locura propia, inherente a la forma de vida que elegí. Me siento a gusto con mi forma de ser. No creo que deba cambiar algo. Estoy muy contenta con mi vida y con la familia que conformé y con el lugar que ocupo en la profesión. Tengo el presente que soñé.
l ¿Con qué ojos mira la vida?
-Soy optimista. Me gusta ser portavoz del optimismo. Cuando a mi alrededor alguien está mal, le doy una mano. Vivimos momentos muy complicados, debemos intentar ser solidarios hasta en los detalles más pequeños. Estoy todo el tiempo, viendo cómo puedo ayudar a quienes los necesitan. Soy dadora. Me encanta dar. Y soy muy sensible. Me afectan muchísimo las injusticias. Acciono contra eso. Tengo una Norma Rae dentro de mí.
comentar