El protagonista de El Loro Sigue Contando dice que el espectador "no sale de la obra como entró". En la pieza que pone en escena sentimientos y vivencia del actor "no hay grieta porque todos se sientes prójimos"

Después de la dictadura me acostumbré a que cuando no encuentre una obra de teatro en la que me pueda sumergir, salgo a hacer El Loro Sigue Contando. Es una reserva permanente. Es un oficio con que me gano la vida y cualquier obra no me viene bien”, así arranca el gran Pepe Soriano a sus casi 88 años con su vuelta por tres domingos con su unipersonal a las 16 horas en la sala El Tinglado.

También se siente muy realista que a su edad tampoco hay muchos papeles para actuar: “Yo no tengo que subir a un escenario para mantener una estancia o comprar el último modelo de auto. Mi gran negocio es hacer una obra que me gusta”.

Y no es para menos porque con El Loro... arrancó hace 40 años y en un diálogo que mantiene con el público, Soriano cuenta sus recuerdos de infancia, el dolor por el desarraigo y el exilio, sus familia, sus amigos, sus grandes interpretaciones: “Yo te aseguro que la gente que viene a ver la obra no sale como entró. Sale cambiada y eso dura horas, días o meses”.

Pepe Soriano

Su unipersonal lo compara con una “misa laica” porque al final de la pieza se reparte un pedazo de pan: “Siempre hay una parte de la obra que le significa algo especial al espectador, le llega al alma. Vivimos en un país donde estamos todo el tiempo con la alternativa y nunca llegamos a tener un poco de estabilidad. La idea de la obra es llevar un poco de pan y paz que es lo único que vale la pena en la vida. En esta obra yo me expreso, vivo de mi trabajo y sirvo para darle algo a la gente en medio de tanta agresividad y de tanta protesta de que todo está mal. La obra es una oportunidad para que el espectador se vaya mejor de lo que entró a la sala”.

l ¿Ese pedazo de pan parece la entrega de un “pedazo” de Soriano en el unipersonal?.

- Yo nunca renuncié a mi marca. No reniego de mis orígenes. Mis padres fueron inmigrantes calabreses analfabetos: mi papá, un zapatero y mi madre empleada doméstica. Gente humilde, de trabajo y que luchó mucho por tener un hijo profesional. Estudié dos años abogacía, pero cuando me topé con el teatro mis padres lo entendieron y lo disfrutaron. Yo no me equivoqué porque trabajo de actor con la misma convicción como si me hubiese recibido de abogado.

l Vos seguís el mismo ejemplo de tus padres en la vida, como ese pan que repartís al final de la obra.

-Ellos me enseñaron a querer, a respetar. Soy una persona que trabaja y tiene una familia hasta que me toque morirme viviendo.

l Explicá la frase.

-A mis 87 años sigo haciendo cosas hasta el final. A nadie le dieron el final escrito en la vida.

l En el unipersonal que partes de obras que interpretaste en tu carrera son las que más rescatas para hablar de vos y de una parte de nuestra historia.

-Tomo un tramo de la obra dramático-musical El Inglés con el Cuarteto Zupay que se estrenó en 1974 y escrita por Juan Carlos Gené. Con él me unió una hermandad sin tener el mismo origen. El gran maestro siempre estuvo muy presente en mi carrera, además, de El Inglés que trata sobre las Invasiones Ingleses en 1806, rescató otro texto de él sobre El loco Elías y Cristo que relata el momento desgarrador de la crucifixión. Es la única versión en el mundo que habla de un cristo joven e irreverente que no quiere pagar los impuestos a los romanos.

l También tomás textos del cura y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.

-Porque él me descubrió un mundo antes de Pizarro (la Conquista de América) con una cultura maravillosa. Ellos no era monstruos ni bestias y supieron construir sociedades como los oltecas o loas aztecas.

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-Es un tema altamente delicado y hay responsabilidades. Los medios de comunicación responden a criterios sin excepción y cuentan el cuento según la conveniencia y esto dificulta a la hora de tener cierta claridad de lo ocurrido. Yo planteo muchas dudas de cómo dan la información.

l El Loro Sigue Contando referencia al loro que vivía en la casa de tus padres. Vos seguís en la misma casa de Colegiales. Tu vida personal y el teatro son indisolubles, una militancia de vida más que partidaria.

-Quiero aclarar que El Loro... no es una cátedra del buen teatro, es un encuentro mío con la gente. No tengo una militancia partidaria, sí un origen. No reniego de la política y me formé para ser actor y no político. Hablo de mis sentimientos con ciertos grados de sensibilidad. No es hacer una pared de cemento, esto es un hecho concreto. Yo trabajo con los fantasmas, los sueños, los dolores, los amores. Valores abstractos pero que unen a la gente. En mi espectáculo no hay grieta por cada espectador se siente prójimo de la persona que está al lado.

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