La noción de un campeonato de Primera “más profesional” que supone el inicio de la Superliga para los 28 clubes que permanezcan en la elite, tiene una herencia que atenta contra su propio espíritu: la morosidad de sus integrantes.
El estatuto de la AFA y el flamante de la Superliga coinciden en el punto que contemplan sanciones deportivas para instituciones con deudas.
La Primera se profesionaliza, entre varios aspectos, porque su fragilidad financiera le impide subsistir. Y crea un nuevo entorno en el que las deudas no se perdonarán, pero la piedra fundamental se pone sobre los casi 750 millones de pesos que le deben a la entidad que siquiera aplicó intereses.
La palabra de moda es el Fair Play financiero, que no es otra cosa que lo que cualquier almacenero en el barrio pone en práctica desde siempre: si no se salda el fiado, el cliente pierde la cuenta corriente.
La Superliga es el cliente que empieza a comprar en la despensa de enfrente bajo la promesa de no hacer lo mismo que en el comercio donde dejó sin pagar una lista larguísima.
Las nuevas reglas son las mismas que antes. Lo que sigue será voluntad de las autoridades –Claudio Tapia en AFA y Mariano Elizondo en Superliga- de respetar los estatutos propios, regidos por Conmebol y FIFA que pueden sintentizarse en dos cuestiones: quita de puntos para clubes con irregularidades financieras y desafiliación para los casos sin retorno.
“Hay que aplicar muy fuerte el Fair Play financiero para que la Superliga demuestre desde el comienzo que los estatutos están para cumplirse”, indicó el flamante Secretario de la liga profesional, Carlos Montaña, vice además de Independiente, una entidad que de cumplirse el reglamento no podría haber incorporado jugadores, recibiría como castigo la quita de puntos y hasta podría ser desafiliado.
El del Rojo, no es el único caso: son muchos los clubes en identicas condiciones. Todos ellos, empezarán a comprar en la nueva despensa que llegó al barrio y que colgó un cartelito que hasta el momento causó gracia: “No se fía”.
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