La pregunta del millón -¿qué le pasa a River?- tiene unas cuantas respuestas: para empezar, no hay ni una señal de identidad de juego que le permita pensar en que esto va a cambiar. Si bien van cinco presentaciones en el año y habrá muchos partidos y situaciones por delante, hay algo que sorprende y que nunca se vio en estos años de Gallardo: River es un equipo que todavía no sabe a qué juega y contra Vélez, más alla de algunos atisbos que amagaban con una posible salida, volvió a dar otro paso en falso.
River siempre se caracterizó por una presión alta que le permitía jugar siempre cerca del área rival. Y eso ya no sucede. Los delanteros no tienen la intensidad necesaria y obligan a que el equipo retroceda. Entonces el equipo juega los partidos en la zona media, donde no hay espacios, donde se hace difícil pensar y donde una error te deja en zona de ataque rival. Ya no tiene robos o cortes en la zona de la defensa rival. De ahí en más la historia es como un efecto dominó.
En el medio se debe resignar a pelear más que jugar y le acaba haciendo el juego a los rivales, que con esas herramientas igualan la calidad del juego que intenta mostrar River. Obligado a la lucha, River puede ganar o perder, pero en general le termina dando chances a los rivales. Antes la palabra era sometimiento, y desde hace un tiempo -que incluye algunos momentos del semestre pasado- eso ya no sucede. Es verdad que los cambios en los habiutuales titulares y en el plantel fueron evidentes, pero ya había pasado en otros tiempos, y a pesar de eso siempre el Muñeco logró que el equipo tenga una idea y un sello.
Los laterales son otra de las razones que explican este momento. Siempre fueron como delanteros en los equipos de Gallardo. En este 2018 ya los cambio dos veces: arrancó con Montiel y Saracchi y ahora juegan Casco y Mayada. River pierde mucho poder ofensivo cuando los laterales no pesan.
En la defensa hay inseguridades que antes las disimulaban los resultados. Ahora esos mismos resultados las exponen. Los tres zagueros centrales que ya jugaron cometieron errores y por eso aunque le llegan poco siempre le convierten. En ese retroceso defensivo River necesita muchísimo a Ponzio. Ante Vélez se notó en la primera parte. Tenía ganas de cuidarlo el DT, pero no pudo y Zuculini jugó mal. Después es todo un arresto de individualidades que encima no aparecen. Algunas cositas de De la Cruz o de Quintero, la ilusión de recuperar al Pity y el milagro de Mora no alcanza para mucho más que algún ratito de esperanza.
La crisis de River tiene todas estas explicaciones y se verá si ahora, que se viene la Copa Libertadores y la final de Supercopa ante Boca, se puede generar el escenario para que el equipo aparezca.
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