Con el último suspiro. Quilmes y Rosario Central venían jugando un partido espantoso que se encaminaba a terminar sin emociones. Pero a uno del final, Washington Camacho aprovechó la siesta que se pegaron los locales y metió la cabeza para darle la victoria a los de Paolo Montero.
Muy poco ofrecieron cerveceros y canallas en la parte inicial. En realidad, decir muy poco es ser demasiado generoso porque prácticamente jugaron un encuentro sin arcos. Con excepción de ese remate de afuera del área de Federico Andrada que exigió la respuesta de Diego Rodríguez.
Fueron 45 minutos ordinarios, plagado de imprecisiones y en el que se jugó lucho mucho más de lo que se jugó. En ese contexto, el dueño de casa fue quien empujó un poco más para hacerse con el protagonista. Lo mejor se vio cuando la redonda pasó por los pies de Da Campo, pero al mediocampista le faltó un socio como para lastimar al visitante.
Los visitantes mostraron una versión que se condice con su realidad. No por casualidad han ganado solo uno de los últimos diez partidos y eso se reflejó en el terreno de juego. Un par de remates de media distancia y el sacrificio de Marco Ruben, muy poco para una formación que tiene dentro de su plantel jugadores con trayectoria y jerarquía.
El complemento fue más de lo mismo, con la diferencia de que Central fue el que marcó el ritmo. Quilmes, que a medida que pasaba el tiempo iba conformándose con la unidad, se dedicó a esperar y a intentar salir rápido de contra. Y eso le terminó jugando una mala pasada, en un córner más precisamente, porque cuando parecía que todo iba a terminar en cero, el elenco de Alfredo Grelak se durmió en la última pelota parada y Camacho, que había ingresado en el complemento, metió la cabeza para darle la victoria a los rosarinos.
El gol de Washington Camacho:
El relato del partido
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