Para un Racing que transita este semestre a los tumbos, que no definió todavía su identidad futbolística, el próximo fin de semana se le viene un examen de riesgo, porque debe jugar nada más ni nada menos, que con Boca, el puntero del campeonato, y en la Bombonera. Por eso, Diego Cocca desea aprovechar este mini receso, para afianzar una formación que recupere su potencia ofensiva (con Lautaro Martínez y Lisandro López, la fórmula “ideal” para el DT) , pero sin perder el equilibrio en la zona central. Y dentro de las pálidas que recibe semana a semana, por lo menos de cara al clásico del domingo (a las 19.15) contará con Diego González y Egidio Arévalo Ríos, quienes dejaron atrás sus respectivas lesiones, en la zona neurálgica de la cancha.
De acuerdo a lo que se observó en las pruebas de la semana anterior, el esquema elegido por el DT, después de transitar por otras variantes en las fechas anteriores, pasaría por el clásico 4-4-2, con los siguientes protagonistas: Musso; Saravia, Vittor, Barbieri y Alexis Soto; Solari, Pulpo González, Arévalo Ríos, Ibargüen; Lisandro López y Lautaro Martínez. Y las dudas están en los extremos del mediocampo, porque Zaracho le pelea el puesto a Solari y Brian Mansilla es una alternativa al colombiano Andrés Ibargüen, que muestra más eficacia yendo hacia adelante, que dando una mano en la contención.
Lo cierto es que la acumulación de decepciones empezó a dejar heridas en el ánimo de la gente, y hasta de los protagonistas. Porque el fin de semana Iván Pillud contó que “me doy cuenta que soy el primer cambio, y molesta. Me genera desconfianza”. Pero el Pulpito González mostró otra visión: “Si hay tantos cambios es porque los provocamos. Uno tiene que hacerse cargo. Si a mí me sacan es porque estoy haciendo algo mal. Hay que mostrar ganas”. Clarito, ¿no?
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