En una entrevista exclusiva con DIARIO POPULAR, el director técnico del Rojo analizó la actualidad de su equipo. A horas del primer partido por la semifinal de la Sudamericana, hizo un balance de lo realizado en su primer año de trabajo.

El 14 de noviembre del año pasado, Ariel Holan dejaba su cargo al frente de Defensa y Justicia, tras su primera experiencia como director técnico. Cuarenta y cinco días después, Independiente, el club de sus amores, lo contrataba para reemplazar a Gabriel Milito, pese a su escueto currículum.

Abrazado a una tecnología de punta al servicio del alto rendimiento deportivo y víctima de bullying de parte del medio que se burlaba de los drones que utilizaba junto a su decena de colaboradores para monitorear su tarea, se transformó en centro de las apuestas sobre en qué fecha lo echaban.

Hoy, a casi un año de su desembarco en el Rojo, transformó al equipo en “un ejército de gladiadores”, como él mismo lo define, y recuperó el sentido de pertenencia logrando el reconocimiento de extraños y, el más difícil, el de propios.

-¿Te imaginabas este presente hace un año?

-El fútbol está lleno de sorpresas. A medida de que uno va desarrollando su carrera profesional, tiene la posibilidad de ir creciendo. De repente, me encontré con este desafío, que es el desafío deportivo más importante de mi vida. El fútbol es una caja de sorpresas.

-No era sencillo para los dirigentes de Independiente elegir a un técnico con poca trayectoria en un momento cargado de exigencias.

-No, no, claramente. Pero creo que la mejor publicidad que puede tener un entrenador es lo que hace su equipo en cancha, y creo que los 18 meses en Defensa y Justicia fueron muy fuertes; logramos un nivel futbolístico alto y eso nos dio la posibilidad de que se fijaran en el contenido.

-Encima llegaste a un Independiente en un contexto complicado, sin margen para el error.

-Los contextos de los clubes en el fútbol argentino siempre son delicados. En Independiente la problemática tiene una característica muy especial: son muchos años de andar errático, con el descenso y sin poder levantar una copa desde el regreso a Primera. Es un karma para todos, el nivel de ansiedad en un club de tanta envergadura es muy grande y hay que saber administrarlo, pero no es una tarea sencilla.

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- Milito, con una espalda gigante, no aguantó la presión. La vara de la aceptación estaba muy alta...

-Es que nuestro paladar es complejo por una cuestión de historia. Para ningún técnico va a ser fácil hasta que no se gane un torneo o una copa y haya un poco más de paciencia.

-Pese a ello ¿te das cuenta de que la gente ya empezó a reconocer muchas cosas?

-Como socio y simpatizante, lo que siempre quise es que el club vaya sentando bases sólidas en todos los ámbitos. Y en lo deportivo, que es lo que me toca administrar, creo hemos logrado instalar esas bases del punto de partida para volver a ser lo que todos queremos que sea Independiente. Ojalá que yo lo pueda disfrutar y si no, estaré contento de quien lo pueda disfrutar.

-La gente destaca el sentido de pertenencia que han recuperado los futbolistas y la entrega.

-Ese es un gran mérito de los futbolistas. Tenemos un equipo que demuestra una actitud tremenda que, en el proceso de entrenamiento, han tenido un gran crecimiento. Aún faltan cosas, hay detalles para pulir y perfeccionar, siempre los habrá, pero lo que es incuestionable es lo que les sale de adentro: defender la camiseta con un compromiso muy marcado. Eso a mí, como entrenador, me llena de orgullo y me da placer. Dejan todo en cada partido, más allá de podamos conseguir los resultados que buscamos o no.

-¿Notás el compromiso del plantel?

-Mucho. A tal punto que ellos mismos generaron muchas cosas, como los carteles de Compromiso, Actitud, Intensidad con las iniciales del club que subieron a las redes. Es mérito de ellos. Cuando un equipo empieza a ser muy competitivo el pilar son los mismos futbolistas, porque son los que juegan, los que toman decisiones y los que ponen el espíritu en la cancha.

-Desde lo futbolístico ¿es el equipo que el Ariel Holan hincha iría a ver?

-Lo que mamé en el club desde las décadas del ‘60 y ‘70 fue un equipo muy aguerrido; después hubo un grupo de futbolistas que agregaron garra y, finalmente, las décadas de oro del ‘70 y el ‘80 cuando Independiente fue una máquina. Ahí se vio la síntesis de defensas con mucha actitud y mediocampos y ataques con mucho gol y talento. Ese paladar negro del que siempre se habló no estaba sólo vinculado al juego, sino también a la eficacia, porque ganó todo lo que se le puso por delante. No había rivales, Independiente era más conocido que la Selección Argentina. Una etapa de oro que no es sencillo replicar en estos tiempos; lo ha logrado sólo el Barcelona con una hegemonía parecida a la que tuvo Independiente en esa época. Para recuperar eso, el club necesita consolidarse económicamente y sostener un equipo competitivo. Es el primer paso, falta mucho.

-¿Entonces? ¿vendrías a ver a este equipo?

-Sí, sí. Me gusta mucho. Porque cumple con ese precepto que manda la historia: va al frente y pone todo. Obviamente hay que pulir, hay que ir creciendo como equipo hasta lograr la eficiencia que nos permita ganar el campeonato que es lo que todos queremos. Estamos en ruta.

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“No hay forma de que nos desvíen de nuestra meta”

Para el DT, “ningún elemento externo nos sacará del foco porque es un momento muy importante para el club”. Sobre su futuro, adelantó que a fin de año hará un balance de su gestión y después decidirá “lo mejor para Independiente”.

Al hincha le preocupan los goles que se pierden ¿al técnico también?

-En realidad yo prefiero tener esta dificultad y no tener que trabajar para lograr que el equipo genere situaciones. El equipo es agresivo, vertical, tiene buenos momentos de fútbol y le llegan poco. Es un equipo compensado y hasta acá se lo ha visto muy equilibrado. Pero los partidos los ganan los que hacen más goles y para ser altamente competitivos debemos mejorar ese detalle. En la copa no tuvimos ese problema porque logramos un buen promedio de gol, pero en el torneo nos ha costado. De haber sido más eficaces, no sólo hubiéramos clasificado a la Libertadores sino que en el torneo estaríamos cerca de Boca.

-¿Cuál es la explicación?

-Tuvimos un poco de mala suerte con los delanteros. Gigliotti, que venía de China, cuando se estaba poniendo bien, se lastimó. Fernández tuvo una rotura de ligamento que te demanda seis meses para volver a jugar y otros seis para sentirte seguro. Con Albertengo pasó algo similar con varias lesiones. Benítez y Barco, chicos surgidos del club, en un proceso de crecimiento. Recién ahora tenemos a los atacantes en el camino de la recuperación plena.

-Lo dijiste hace unos días y, en esta charla, lo repetiste: “Si no soy yo será otro el que disfrute lo que venga”. ¿No estás seguro respecto a tu futuro en el club?

-Planifico en función del corto plazo. Estoy llegando al final de mi contrato y quiero hacer un balance de mi gestión; primero de manera personal, después con el cuerpo técnico y finalmente junto a los dirigentes. Autoanalizo mucho las tomas de decisiones, los proyectos. En función de eso buscaremos lo mejor para Independiente.

-¿Te puede afectar algo externo?

-No. Nada me puede afectar más allá de lo que tengo que afrontar inmediatamente, en este caso, River. Me preocupa toda la coyuntura del partido: primero nosotros y después el rival. Luego deberemos ir a Paraguay para jugar, después de siete años, una semifinal. Tengo preocupaciones suficientes.

-¿El episodio del otro día con la barra tampoco?

-Son cosas que han pasado y pasan en el fútbol. Espero que se terminen, nada más. Pero no hay forma de que nos saquen del foco en el estamos todos embarcados, porque lo que estamos viviendo es muy importante para Independiente.

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“No hace mucho se levantó una copa y luego vino la catástrofe”

-El trabajo ¿te da tiempo para soñar?

-No se puede evitar, pero los sueños son a corto plazo, en el día a día. Ahora viene River y hay que estar muy concentrados; después viene la Copa, después el clásico, después de nuevo la copa. En el fútbol hay que hacer foco en cada partido y cada uno ofrece una dificultad diferente. Si uno se va de esa realidad pensando en lo que va a venir, sería un error. La gente que está en el fútbol sabe que esto no es cháchara. Eso sí, a la hora de los refuerzos pensamos también en el equipo que estamos proyectando para el futuro.

-¿Y no tenés un ratito para apoyar la cabeza en la almohada e imaginar una vuelta olímpica?

-Es que primero tengo que pensar en tomar decisiones que sean beneficiosas para la institución. Ser pasional, en este cargo, no es muy recomendable. Por eso me gusta que las decisiones deportivas se tomen pensando en lo mejor. En mi casa vamos a la sede desde el año ‘64 a festejar ininterrumpidamente cada campeonato... imaginate si sé de qué se trata festejar levantando una copa. Todo tiene que ser el fruto de un trabajo serio y un proceso ordenado; porque también, no hace mucho, hemos levantado una copa y después terminamos con una catástrofe. Hay que construir un proceso sólido.

-¿Cuál fue el momento más feliz hasta ahora?

-Lo que más me gratifica es que Independiente se vaya consolidando económicamente desde la revalorización del plantel. Esa es la plataforma para asentar la recuperación.

-¿Aunque signifique perder piezas clave en cada libro de pases?

-Es que esa ingeniería de altas y bajas es la que hay que manejar con el criterio. Con las ventas el club puede pagar sus deudas y después invertir en futbolistas para seguir retroalimentando el sistema. Todos los que vieron lo hicieron sólo por el sueldo, no hubo erogaciones de dinero

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