Pero de repente apareció un bache (la eliminación de la Copa Argentina a manos de Lanús) y se aflojó el tren delantero, se desalinearon las ruedas y la marcha mermó. Un equipo de suplentes en San Juan significó que se interrumpiera la secuencia de triunfos (fue empate 1 a 1 ante San Martín) y, en consecuencia, disminuyó la inercia por acercarse a la punta.
Aquella decisión de Pellegrino pasó, supuestamente, por la necesidad de darle prioridad a la Copa Sudamericana; sin embargo, los titulares apenas empataron con un traumatizado Arsenal. Y si algo faltaba para ratificar que el impulso de Independiente se había desinflado, llegó una nueva presentación sin victoria, ante Estudiantes y por el campeonato. Un partido que salió a jugar sabiendo que, de ganar, se iba a acomodar en un expectante quinto puesto, posicionándose de manera más que interesante para la encarar la arremetida final.
Sin embargo, y aunque esta vez hizo méritos, volvió a toparse con un empate -el tercero consecutivo y la cuarta presentación sin ganar- lo que, para un equipo con las urgencias de Independiente y el escaso margen de error matemático que lo aqueja, representa poco menos que el renuncio a sus pretensiones de declarar la guerra. Y no sólo por los resultados que no consiguió, sino también por una serie de detalles que dan cuenta de un cierto quiebre de las virtudes que lo venían acompañando; por ejemplo, su firmeza defensiva: el Ruso Rodríguez, que arrastraba un récord de más de cuatro partidos sin recibir goles, en los últimos cuatro encuentros no pudo mantener el cero; por ejemplo, su eficacia en el área rival: Albertengo, su goleador, lleva cuatro partidos sin anotar.
Así, Independiente se estancó en un sexto puesto (que podría volver a ser séptimo si Belgrano empata y gana su partido de hoy) con lo que se estaría clasificando para la Liguila Pre-Libertadores en con desventaja deportiva (por el momento debería jugar la semifinal de un solo partido como visitante de Racing o Rosario Central); esa condición cambiaría si superara en la tabla a esos equipos. Es más, si llegara a terminar segundo, lograría clasificarse directamente a la Copa Libertadores, su gran anhelo.
En la otra bifurcación del camino aparece la Sudamericana; tras un debut poco auspicioso, rescató un empate de visitante y. como marcó un gol, llegará a la revancha del 16 de septiembre con un pequeña ventaja. De pasar, se las vería en octavos con el vencedor del cruce entre Olimpia de Paraguay y Aguilas Doradas de Colombia (empataron 1 a 1 el partido de ida en Asunción); en este caso, el partido de ida se jugaría de local.
La buena noticia es que
Federico Mancuello (que seguirá en el club y en quince días estará recuperado de su desgarro) y
Diego Rodríguez (en la puesta a punto final de su recuperación) están en la lista de buena fe y le darán a Pellegrino un par de alternativas extras para seguir buscando la identidad de un equipo que, por estas horas, volvió al diván de sus sesiones de terapia.