No es la primera vez que Lanús apuesta por no ser Lanús para buscar un negocio de noventa minutos. Claro que, ya le había ocurrido en el Nuevo Gasómetro en el juego de ida de la instancia pasada, esto es algo que no suele salirle bien. Lo positivo: tiene la capacidad para cambiar la imagen al partido siguiente, es decir en la continuidad de un mano a mano de ida y vuelta.
El último martes, el equipo de Jorge Almirón saltó al escenario del Monumental con la consigna de no perder. Por eso la habitual presión que suele imponer para sostener un alto porcentaje de posesión, apenas se dio en campo propio y sin un resultado positivo.
El mismísimo Jorge Almirón reconoció, en su contacto con la prensa post partido, que el juego mezquino que mostró el último martes era parte de la planificación táctica elegida.
Sin embargo, ayer y ya un poco más frío, Román Martínez se diferenció de su entrenador y afirmó que “no pateamos al arco y eso no puede ser. La intención era presionar más arriba, pero inconscientemente vas retrocediendo. Nos faltó asociarnos más, fuimos imprecisos y no generamos peligro. Ahora tenemos que revertirlo”.
Como le ocurrió ante San Lorenzo, a este Lanús no le queda otra opción que hacer todo lo que no hizo, empezando por un gol, en tierras millonarias.
Deberá cambiar la postura, ser agresivo y mostrar un mayor grado de ambición. Claro que también deberá moverse con inteligencia porque enfrente tendrá un rival que sabe de este tipo de definiciones y que no estará dispuesto a aceptar un cambio de roles.
Es una fija que el entrenador le dará confianza a los mismos once protagonistas del juego de ida, aunque con otro libreto. Porque Lautaro Acosta y Alejandro Silva dejarán de lado el papel de laterales bis para ser extremos bien profundos, José Luis Gómez y Maximiliano Velázquez se pararán en campo rival y el triángulo de mediocampistas cargará con obligaciones ofensivas para que a José Sand se le presenten opciones de gol.
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