Leonardo Pisculichi, a los 16 minutos del primer tiempo, señaló el tanto de la victoria con una excelsa definición con zurda tras un disparo defectuoso de Leonel Vangioni.
Copa Sudamericana semifinal vuelta river boca
Fue un Superclásico picantísimo, con emociones fuertes desde bien temprano. Apenas 15 segundos habían transcurrido cuando Ariel Rojas, en un intento por salir desde su área, no vio venir a César Meli, lo cruzó sin querer y el árbitro Germán Delfino sancionó penal: Emmanuel Gigliotti se hizo cargo y Marcelo Barovero dibujó un hermoso amanecer para River
al atajar el remate.
Penal errado Gigliotti River Boca.mp4
La jugada marcó a fuego el pulso del encuentro en la faceta actitudinal. No hubo treguas, cada pelota se disputó como si fuese la última, y la pierna fuerte cobró protagonismo. En ese correntoso río de emociones, River encontró la ventaja en el tanteador: Pisculichi definió como un maestro y en el festejo
le regaló un abrazo a Marcelo Gallardo, quien perdió a su madre en las últimas horas.
El gol, que marcaba una tendencia en la búsqueda del pasaje a la final y eliminaba la posibilidad de una definición por penales, intensificó las hostilidades y configuró un escenario diferente, que se acentuaría en el complemento. Boca tomó la iniciativa, mientras River se retrasó unos metros para apostar al contragolpe. En ese pasaje tuvo chances claras en sendos cabezazos de Jonathan Calleri y Emmanuel Gigliotti que se fueron cerca.
En el medio, una polémica sacudió la noche: el árbitro Germán Delfino, a instancias de su asistente Iván Núñez
, le anuló un gol legítimo a Gigliotti. Y el tramo final de la primera parte dio margen para una
remake fragmentada de la ida: Rojas, a lo Vangioni,
cruzó fuerte a Fernando Gago y lo sacó de la cancha.
Delfino ni siquiera amonestó. La tesitura no se modificó en el complemento. River explotó los espacios que abrió la desesperada búsqueda de Boca por el empate y tuvo varias ocasiones para rematar la historia con anticipación, aunque careció de justeza para definir. Boca fue puro nervio y no tuvo ideas para quebrar a la defensa local, a punto tal que
no dispuso de ninguna chance clara para revertir su suerte. Sobre el cierre, la expulsión del "Cata" Díaz por un patadón de caliente a Teo Gutiérrez graficó la impotencia del elenco visitante.
Barovero y Pisculichi se robaron todos los flashes, pero la victoria de River tuvo dos obreros silenciosos que jugaron un rol decisivo a la hora de sostener la ventaja: Germán Pezzella y Leonardo Ponzio, vitales para contener la avanzada de Boca.
River se dio el gustazo y le dio sentido a la apuesta de Gallardo, que el último domingo
le sirvió la punta a Racing con su discutida decisión de incluir una formación juvenil. El equipo recuperó las energías y les regaló a sus hinchas la gran alegría del año.
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