River tenía el fuego listo para para seguir quemándole de cerca la punta a Boca. Pero tanta leña acabó arrebatando la noche y Sarmiento le escupió el asado. El equipo de Junín que en el segundo tiempo casi no pasó la mitad del campo encontró lo que tanto había buscado River. El gol que para el Millo hubiera sido la victoria acabó siendo una igualdad que nada tuvo que ver con el desarrollo del juego. Tras siete victorias en fila, el equipo de Gallardo pagó carísimo la falta de efectividad y empató un partido que tenía ganado.
Si en el primer tiempo a Sarmiento le ponían la camiseta de Quilmes o la de Melgar o la de Belgrano, no hubiera cambiado mucho el análisis del juego. Los laterales Casco y Moreira como pistones acabando en la línea del fondo rival, Nacho y Pity manejando la pelota más que el resto, Maidana y Martínez Quarta jugando mano a mano contra los puntas adversarios y Batalla con la sirena de alerta constante fueron parte de un relato calcado con los otros partidos. La diferencia fue que esta vez Chiarini, como un profesional alejado de su pasado en el club, le paró la mano a la racha ganadora del equipo de Gallardo.
En los primeros minutos le sacó tres disparos muy claros a Nacho y a Pity por duplicado, aunque la más clara fue contra Alario que casi de chilena tiene su gol pero el ex arquero del Millo la sacó de un lugar imposible, abajo y contra el palo. Sarmiento, al igual que los equipos de los anteriores partidos de local de River, tuvo sus chances y las dejó pasar porque Batalla estuvo atento y porque Núñez y Astina se asustaron de estar tan cerca del ser la tapa del partido.
Con esos aires de que “el gol ya va a llegar” el primer tiempo se fue consumiendo hasta meterse en el vestuario con un 0-0 que habló más de lo que no pudo River que de un juego parejo. Es que en 5 segundos tiempos de los últimos 7 partidos, el equipo del Muñeco acabó festejando y eso empezó a los pocos minutos de la etapa final y casi como en una historia repetida otra vez Driussi resolvió el acertijo. Entonces como también suele pasar, un gol no alcanza y la hambruna de red de los jugadores del Muñeco empujó más.
Los ingresos de Mora y Auzqui fueron un claro mensaje desde el banco. Una llegada de Driussi que nadie entendió como no fue el segundo, una chilena malograda de Auzqui y una corrida de Moreira a lo Marcelo del Real Madrid calentaron la hornalla del segundo. Pero lo que vino no fue la tranquilidad fue el sufrimiento porque en un jugada perdida, rebotada, con imprecisiones y fuera de libreto, Pérez Godoy, hizo un gol que ni el más esperanzado hincha del verde habría soñado. Lo que quedó en juego fue pura bronca y frustración, por lo que pudo ser y no fue.