Después de pactar unos días de descanso tras el trato diario en Rusia, ambos se reunirán para tallar el futuro. En Viamonte aceptarán un paso al costado del DT, que en Casilda piensa un nuevo cuerpo técnico de cara a la Copa América 2019.

La eliminación del Mundial Rusia 2018 todavía late y marca el pulso del técnico de la Selección, Jorge Sampaoli, y quien articula las decisiones sobre su futuro, Claudio "Chiqui" Tapia. Por eso en la última de las charlas que mantuvieron en el vuelo que los devolvió al país, convinieron evaluar los resultados obtenidos en la Copa del Mundo después de algunos días de descanso.

El contrato con vigencia hasta 2022 tiene cláusulas de salida con resarcimientos de distinta índole en una escala millonaria, al nivel de la selección argentina. Lo mismo que habrá firmado Pep Guardiola en el Manchester City, ya que el criterio para elegir entrenadores en los últimos 20 años en la Argentina fue asegurarse a quien se considera el mejor. Para cláusulas accesibles, está el modelo de contratos que utiliza Ricardo Caruso Lombardi como plazos fijos sembrados en clubes del Conurbano.

Sampaoli fue elegido como el mejor técnico del mundo y recibió ese tratamiento en la preparación ajustada que tuvo para llegar al Mundial, como el tercero de los entrenadores que tuvo la selección en el proceso de clasificación. Tapia consideró que si el equipo quedaba entre los cuatro mejores, la inversión estaba justificada. La salida en octavos, plantea -al menos- un contrapunto en los criterios que sostienen el contrato por cuatro años más.

En ese contexto, en Viamonte 1366 (sede de la AFA) esperan una autocrítica de Sampaoli que incluya un paso al costado. Le harán saber a su representante que la cláusula de blindaje para cubrirse ante un eventual requerimiento de un tercero queda sin efecto, que puede irse sin desembolsar dinero. Según su representante no existen ofertas de propuestas laborales reales, más allá del torrente que fluye desde las redes sociales a los caracteres impresos en los diarios o sus soportes digitales. Tampoco pidió para sí la selección Sub-20.

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A poco más de 24 horas de haber llegado al país, Sampaoli sabe que para sostenerse en su puesto deberá ajustarse. No contará con el mismo cuerpo técnico -habrá cambios en caso de que siga- ni tendrá viáticos ilimitados para visitar jugadores en el viejo continente. Pensará en un recambio de jugadores para poner a rodar en los amistosos -hay cuatro por delante y un solo rival confirmado en septiembre- y revalidar su contrato en la Copa América de Brasil en un año.

Mientras aguarda el llamado para reunirse con Tapia, espera hablar con Lionel Messi para saber si cuenta con su aval. Si el capitán le dice que no volverá a ponerse la celeste y blanca deberá pensar en una renovación completa. En la AFA entienden que la figura del Barcelona seguiría intentando mantenerse en la selección si otro fuese el técnico, se lo harán saber.

Sampaoli sabe de qué se trata. Su nombre -junto con el de Diego Simeone y Mauricio Pochettino- le zumbaba a Edgardo Bauza cuando se jugaba el pellejo en las eliminatorias para el mundial que terminó dirigiendo él. Ahora, escucha y lee a los mismos periodistas que antes lo promocionaban, pero lo indican como el sujeto a reemplazar. Sabe que ese desgaste le comió la convicción al Patón Bauza, que cuando se sentó en la mesa a negociar con Chiqui no fue por otra cosa que su salida. El actual DT sabe que su continuidad depende de su umbral de tolerancia.

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