La Ley de Defensa del Consumidor, dispone de potentes herramientas para el control de la publicidad a los consumidores en infinitos aspectos, y si bien su interpretación más lineal tuvo siempre que ver con el concepto de ‘publicidad engañosa’ en cuanto a que no induzca al engaño del consumidor, la interpretación armónica de todo el plexo normativo en cuanto al derecho del cuidado de la salud del consumidor y los cuidados de la venta de bienes y servicios potencialmente peligrosos para los usuarios, permiten que o la justicia o las autoridades regulatorias retiren o sancionen cientos de publicidades que incitan a los consumidores en general y a los jóvenes en particular a la ingesta de bebidas alcohólicas, que termina siendo irresponsable y excesiva. Circunstancia que una vez ocurrida no puede ser escindida de la acción promocional realizada por las empresas de consumo masivo.
Un gran trabajo de Romina del Valle Torasso, de la Universidad Nacional de Tucumán, nos señala que: Las bebidas alcohólicas aparecen asociadas al éxito social, a la diversión, a los buenos momentos. Tanto el vino como el champagne son vinculados al romanticismo; el deporte, la diversión y ‘el encuentro’ entre amigos se acompañan con cerveza.
Según el último relevamiento nacional realizado en las salas de emergencias por el OAD, el 9,4% de las consultas están vinculadas con el consumo de sustancias psicoactivas y la presencia del alcohol es del 76.2%.
Sobre el total de las situaciones de violencia que ingresan a las guardias, el 34,7% están relacionadas con el consumo de alcohol, de las cuales el 56,2% corresponden a jóvenes entre 15 y 25 años. En la medida en que la publicidad codifica y sobredimensiona ciertas acciones sociales como la diversión, la exaltación del grupo, la transgresión y la rebeldía, induce a la acción de compra y ejerce una enorme influencia que se convierte en motivo de consumo.
De esta forma el objeto de deseo termina por definir la identidad juvenil. Es difícil no creer esto teniendo en cuenta la gran cantidad de jóvenes que tapan sus necesidades afectivas con el consumo de alcohol
¿Por qué son tan importantes los jóvenes para la publicidad? Además de constituir un segmento estratégico por su gran cultura publicitaria y su creciente influencia en las compras, los jóvenes representan el futuro de las marcas. Las empresas establecen diferentes estrategias con el fin de captar, convencer y conservar sus clientes, acrecentando el negocio con los mismos. Es para ello que se trabaja en promociones sofisticadas en las que intervienen no solo publicistas sino además: psicólogos, sociólogos, economistas, etc., con el objetivo de superar las expectativas del cliente.
Que el consumidor pueda identificarse con una determinada marca desde edades cada vez más tempranas es lo que los anunciantes persiguen para que la fidelización se mantenga en el tiempo y afecte a otros miembros del grupo; permitiendo además sustituir a los tradicionales consumidores.
Las dos caras de la moneda Hay algo que no estamos viendo o no queremos ver. Vivimos en una sociedad que obnubilada por los encantos de la publicidad no actúa y permite que los fabricantes de bebidas alcohólicas sigan poniendo el foco de los mensajes publicitarios en los jóvenes. La consecuencia es que el alcohol es utilizado como sinónimo de fiesta, diversión, sociabilidad y diversión.
Se muestra como símbolo de madurez y como un hábito saludable. Es necesario terminar con la constante incitación al consumo, los medios de comunicación tienen cada vez mayor peso en la transmisión de valores, de ahí, la enorme influencia que la publicidad tiene en la toma de decisiones de consumo. La industria de bebidas alcohólicas debe asumir su responsabilidad, en la debida proporción, del daño que ocasiona la sola promoción del consumo y sus consecuencias en la sociedad.
El problema del alcohol no es el alcohol en sí mismo; es la incorporación generalizada de los jóvenes al consumo: negligencia, conductas violentas; homicidios, accidentes de tránsito, suicidios, son algunas de las causas que ocurren en ocasiones en que se ha bebido, generando una cultura de consumo de alcohol que se diferencia del consumo tradicional y responsable.
El alcohol es adictivo para todos y cuando se inicia su consumo antes de los 18 años aumenta 5 veces la probabilidad de que se genere una adicción.
Este una correlación importante entre el consumo de alcohol y la violencia. Como efecto de la embriaguez no se piensa en las consecuencias de los actos o estas dejan de importar y el bloqueo de las funciones frontales del cerebro incrementa la agresividad.
Pueden involucrarse en riñas callejeras, en pandillas y en actividades delictivas.
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