
El cometa que se acercará a la Tierra el 19 de diciembre podría aportar información valiosa, y la NASA trabaja contrarreloj para estudiarlo.
En el silencioso y vasto espacio, un visitante estelar está captando la atención de astrónomos de todo el mundo: el cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar registrado por la humanidad. No es uno más, sino un viajero milenario más antiguo que el Sol, que podría contener criovolcanes, un fenómeno observado solo en mundos helados fuera de nuestro sistema solar.
3I/ATLAS avanza hacia la Tierra a 60 km por segundo y el 19 de diciembre pasará a unos 270 millones de kilómetros, su mayor acercamiento a nuestro planeta. Por eso, la NASA y la ESA siguen de cerca su trayectoria y origen. En una imagen reciente, telescopios especializados detectaron posibles signos de actividad interna, lo que despertó aún más interés científico.
El telescopio espacial Hubble captó esta imagen del cometa interestelar 3I/ATLAS el 21 de julio de 2025, cuando se encontraba a 445 millones de kilómetros de la Tierra.
Crédito: NASA, ESA, David Jewitt (UCLA); procesamiento de imágenes: Joseph D
El cometa muestra indicios de erupciones que podrían ser provocadas por criovolcanes, volcanes extraterrestres que expulsan materiales fríos —agua, amoníaco o metano— en lugar de magma. Su antigüedad también lo hace excepcional: se estima que tiene entre 7.000 y 14.000 millones de años, muy por encima de los 4.500 millones del Sistema Solar. Su superficie helada y metálica funciona como un registro intacto de condiciones físicas y químicas de sistemas estelares antiguos, convirtiéndolo en un laboratorio natural para estudiar la formación de planetas y cometas en otras regiones de la galaxia.
Si se confirma su actividad criovolcánica, sería el primer cometa interestelar con erupciones de hielo documentadas.
Este objeto se suma a la selecta lista de cometas interestelares observados hasta ahora. En 2017 se detectó a 1I/’Oumuamua y en 2019 a 2I/Borisov, ambos provenientes de regiones desconocidas y expulsados probablemente por procesos violentos en sus sistemas planetarios de origen.
Los científicos europeos y de la NASA celebraron los signos de actividad en su núcleo y superficie, señales de que el cometa está “vivo”. Su paso relativamente cercano a la Tierra permitirá recopilar la mayor cantidad posible de datos para compararlo con otros cometas de la Vía Láctea y para investigar la existencia de elementos aún no identificados.
Toda la información recopilada será presentada el febrero de 2026.