Playas colmadas y varios salvatajes, el paisaje de Mar del Plata

Este lunes la temperatura no fue muy elevada: 29 grados de máxima a eso de las 13, una temperatura que hizo difícil de soportar durante mucho tiempo la exposición al sol. Como dice la abuela Delia: “el sol pica”. Y así fue hasta bien entrada la tarde, porque las pocas nubes que recorrieron el cielo durante toda la jornada, nunca llegaron a opacar la luminosidad de un día muy generoso para disfrutar del aire libre. Y aunque el viento, que sopló del noreste con algo de insistencia, tenía algunas ráfagas frescas en las proximidades de la costa, no fue suficiente para ahuyentar a la gente del mar.

Todos se animaron a internarse varios metros, aprovechando las condiciones ideales para hacer pie aún después de la primera rompiente. La bandera, en la mayoría de los balnearios, era de color rojo y negro (“mar peligroso”), señal indicada teniendo en cuenta las correntadas que se forman en las zonas de canaletas.

Pero el mar -incluso en cuanto a su temperatura- no ofreció contraindicaciones para disfrutar de su majestuosidad. En cambio, en las jornadas anteriores, se pudieron presenciar varios salvatajes, relacionados con el mar crecido y con fuertes corrientes. Cuando eso ocurre, los guardavidas están atentos a que los bañistas no se internen más allá de la rompiente, porque a partir de esa zona, cuando se deja de hacer pie, el movimiento del agua hace muy dificultoso salir.

“Hay que hacerle caso a las banderas -le dijo Giselle, guardavidas municipal de Punta Mogotes a Popular- cuando ponemos la bandera roja hay que evitar meterse, porque seguro que hay canaletas en el piso que generan correntadas traicioneras”.

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De hecho, en uno de los salvatajes que presenciamos, debieron participar varios de los guardavidas de los primeros balnearios de Mogotes: el incidente se inició en el Número 4, donde una mujer dejó de hacer pie y le hizo señas a sus familiares de que no podía salir; los guardavidas lo advirtieron y, tras hacer sonar los silbatos de advertencia, se lanzaron al mar desde distintos puntos de playa.

Fueron cuatro los que se internaron en el agua en una tarea que de arranque pareció sencilla pero que, con el correr de los minutos, se empezó a complicar.

Desde el balneario 6 ingresaron con el salvavidas (el que lleva una soga asegurada del otro extremo a una rueda en la playa) para interceptar la trayectoria de lo que se transformó en un grupo de personas (entre guardavidas y bañistas en problemas) a los que la corriente arrastraba hacia el norte.

Incluso fue necesario que la moto de agua, la que transporta a la atracción flotante conocida como la Banana, abandonara a mar abierto a los paseantes para dar una mano en el salvataje. Desde la arena y la orilla del mar, como ocurre en estos casos, los turistas se suman al rescate esperando la orden de los guardavidas para jalar de la soga y traer a todos de regreso. Una rueda de aplausos coronó el accionar de los guardavidas, mientras la mujer rescatada, que no podía contener el llanto, era consolada por sus familiares.

“Hay un guardavidas por balneario -agregó Giselle- no somos muchos, pero colaboramos entre nosotros”.

Desde hace cuatro años, tras la tragedia de Villa Gesell, se instauró en el sistema de avisos una quinta bandera para los puestos de los guardavidas. Se trata de una completamente negra, atravesada por un rayo blanco, que es la que se utiliza cuando hay amenaza de tormenta eléctrica.

En estos casos, los guardavidas reciben una notificación de Defensa Civil que recorre toda la franja costera, para que icen la bandera que, además de prohibir el baño en el mar, obliga a los turistas a la evacuación de las playas. La recomendación es que se lleve a cabo en forma ordenada y sin sobresaltos.